SkyShowtime estrenó el día 18 de abril los 3 primeros episodios de una de las series más esperadas de ese mes: Un caballero en Moscú. La serie consta de un total de 8 episodios de una duración aproximada cada uno de una hora, y de momento, no hay prevista una segunda temporada de la misma.
Está basada en la novela homónima del norteamericano Amor Towles, que desde su publicación en el año 2016 se convirtió en un éxito en ventas reconocido a nivel mundial. La obra no pasó desapercibida, y ahora Sam Miller y Sarah O’Gorman la adaptan a la pequeña pantalla para que el espectador pueda apreciar también su grandeza.
Ambientada en 1922, poco después de la revolución blochevique, la serie nos presenta con breves pinceladas una época convulsa llena de cambios que afectaron a todos los niveles sociales de una Rusia que buscaba su camino a trompicones y casi a oscuras, mientras el comunismo entraba por la puerta dispuesto a mejorar la vida de sus habitantes.
No hay que decir, que todas estas mejoras conllevaban acabar con todo aquello que representaba el antiguo régimen. Una manera burda y cruel de borrar el pasado de una forma estoica eliminando del mapa todo lo que pudiera recordar a la época anterior a la que ahora se vivía. Y tampoco hay que decir que ese borrado suponía asesinar personas contrarias al régimen, o simplemente a aquellas que representaban el pasado. Todo ello siempre, por el consabido bien común.
Un caballero en Moscú: la vida en un hotel.
La ficción sigue la historia del conde Aleksander Ilich Rostov, condenado a muerte por los bolcheviques en 1922, y que tras eludir este destino por un poema que escribió diez años antes se ve sometido a un arresto domiciliario en el hotel Metropol, su antiguo hogar y modelo de la ostentación rusa que el nuevo régimen se ha propuesto erradicar.
Un elegante y cuidado retrato de la resiliencia humana ante los infortunios de la vida, combinado con un excelente diseño de producción y unas grandes interpretaciones. Una historia contada con calma que nos lleva a conocer un momento compulsivo a través de las vivencias de las amistades del conde, y sin que en ningún momento seamos testigos de ellas.
Así que puedes hacerte una idea de que en, Un caballero en Moscú, los diálogos van a ser parte clave. Pero no sólo ella, los personajes dicen más por lo que callan que por lo que hablan. Sus interpretaciones están llenas de un poder que sobrepasa la pantalla sin necesitar para ello articular ni una palabra.
Un caballero en Moscú y sus potentes protagonistas.
Para lograr esta magia, cuentan con un protagonista perfecto: Ewan McGregor. En un papel que le queda como anillo al dedo, el actor conocido por su papel como Obi-Wan Kenobi, nos sorprende con su interpretación calmada y estirada de un personaje que, a pesar de su apariencia, sabe adaptarse a los cambios y los acepta de forma estoica.
Tengo que decir que el actor inglés no fue la primera opción para interpretar al conde. Creo que es fácil imaginar a otro actor, también inglés, en los zapatos del protagonista de Un caballero en Moscú, gracias a los papeles en los que solemos verlo últimamente. Y ese actor es Kenneth Branagh, pero tuvo que declinar la oferta por coincidir con otros compromisos previos.
Apoyando a McGregor en su interpretación tenemos a Mary Elizabeth Winstead, en el papel de Anna Urbanova, una actriz rusa que suele pasar temporadas en el hotel y que inicia una particular amistad con el conde. También conoceremos la extraña amistad que perdurará en el tiempo con su amigo de universidad Mishka (Fehinti Balogun). Y será a través de él que conoceremos lo convulsa y frágil que era la vida en aquella época llena de cambios.
Pero, sin ninguna duda, su amistad con la pequeña Nina (Alexa Goodall y Leah Balmforth), la que marcará esta historia de una vida, que a pesar de su encierro, llenó al noble de felicidad y le permitió vivir rodeado de unos personajes entrañables que siempre estuvieron a su lado a lo largo de toda su vida.
