Han pasado dos años desde el final de la tercera temporada de Westworld. Unos episodios que sacaron a relucir todas las flaquezas de una serie llamada a hacer historia en la ciencia ficción en su primera temporada. Ahora, la serie de HBO Max creada por Jonathan Nolan (hermano de Christopher) y Lisa Joy vuelve para continuar haciéndonos reflexionar sobre humanos y máquinas.
Enlace a los análisis de todos los episodios de Westworld.
¿Queréis saber qué me ha parecido este cuarto episodio?
SPOILERS A PARTIR DE LA IMAGEN
Ha sido llegar el primer giro argumental westworldiano en dos temporadas y empezar a gritar que es el mejor capítulo de la serie. Calma. Sin duda, este cuarto episodio, el que marca el ecuador de la cuarta temporada, tiene un final sorprendente que confirma que los creadores de la serie todavía mantiene el pulso a esto de manejar distintos niveles de estructura narrativa. Pero esto no compensa el ritmo atropellado y la escasa introspección de la que hacen gala los personajes de la serie en esta tanda de episodios.
Es difícil hablar de este episodio de una manera lineal. Por lo pronto, casi todo el metraje está dedicado a Maeve y, sobre todo, a Caleb, ese personaje que se, de buenas a primeras, ha pasado de ser el compañero de misión de Maeve a toda una figura fundamental para la narrativa de Westworld.
Dejamos al final del tercer episodio a Caleb siendo poseído por los parásitos desarrollados por Charlores (ya sabéis, Charlotte+Dolores) a través de una anfitrión con el rostro de su hija.
Mientras tanto, Maeve consigue derrotar al William anfitrión utilizando sus poderes sobre la tecnología del parque.
Tanto Maeve como Caleb se hacen con Charlotte e intentan sacarla del parque gracias al conocimiento de Maeve sobre las narrativas de este Westworld de los años 30. Caleb lucha a duras penas contra los parásitos que infectan su mente.
Antes del momento clave del capítulo, tenemos una de esas escenas que dan un resquicio de paz y hacen crecer a los personajes. De las que abundaban en la primera temporada de Westworld y ahora se pueden contar con los dedos de las manos.
Maeve le confiesa a Caleb que se marchó para poder protegerla tras casi morir durante el asalto a los últimos restos de Rehoboam. Esta escena, en principio un extraño parón dentro de la rápida dinámica de la serie que justifica lo que veremos después.
Mientras William alcanza a Maeve y pelea contra ella, Caleb se enfrenta al intento de posesión de Charlotte. Finalmente, en un doble giro dramático, Maeve se sacrifica y Caleb (junto con nosotros) la terrible verdad sobre la trama de esta temporada.
Charlores ganó. Todo lo que hemos visto hasta ahora de la trama de Maeve y Caleb, esa narrativa repetitiva con respecto a la tercera temporada, era una simulación, un bucle. Una prueba de fidelidad. La número 268. Han pasado siete años de los sucesos que hemos vivido. Realmente, el mundo está controlado por los anfitriones desde hace bastante tiempo.
Y en el mundo de Charlotte, solo parece haber dos obstáculos para mantener su reinado.
EL PRIMERO, BERNARD
Por un lado, el objetivo de Bernard ha sido encontrar precisamente el parque donde Maeve cayó. En un solapamiento narrativo y temporal que es de lo mejor, eso sí, de las últimas dos temporadas, descubrimos que C es la hija de Caleb y que ella va buscando a su padre. Al que, por otro lado, no encuentran. Pero Bernard ya tiene a su arma secreta: Maeve, la única con el poder de controlar la enorme torre que domina la ciudad, una réplica gigante de lo visto en el parque.
EL SEGUNDO, CRISTINA
La otra es Cristina, la que probablemente se encuentra en la actual línea temporal, en el mundo dominado por Charlotte.
Su compañera, claramente poseída también por los parásitos hasta el punto de que su propio inconsciente lucha contra ellos en forma de sueño que le conduce a la verdad, le anima a conocer a otro hombre que es, ni más ni menos, que Teddy, el eterno compañero enamorado de Dolores, en un encuentro calcado a las narrativas en las que coincidían en el ya lejano parque del Oeste.
IMPRESIONES
Aún con lo que ha tardado en salir este artículo (mea culpa) y con la dosis adecuada de perspectiva, sigo pensando que este cuarto episodio no es, ni de lejos, el mejor de toda la serie, por mucho giro impactante que se nos haya revelado.
Eso sí, la mejor noticia es que una (sí, una) de las esencias de la serie, las triquiñuelas espaciotemporales marca de la casa Nolan, ha vuelto en forma de dicho giro. Pero eso no quita que el ritmo narrativo sigue siendo tan rápido que apenas permite el desarrollo de personajes.
¡Un saludo y sed felices!
¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!