Normalmente suelo tener cierta reticencia a valorar series que no han concluido su temporada, pero no he podido resistirme en esta ocasión, pues creo que lo merece. El 9 de septiembre de este año, se estrenó en Showtime una pequeña joya llamada Kidding que, a pesar del retorno de la exitosa colaboración de Jim Carrey y Michel Gondry, no ha trascendido mucho en el panorama serial actual. A pesar de tan solo haberse emitido la primera mitad de la temporada, creo que es un producto sumamente especial y que vale la pena destacar, pues no son pocas las propuestas novedosas que este talentoso tándem de artistas nos vuelve a ofrecer tras la aclamada y lamentablemente traducida ¡Olvídate de mí!. Por eso hoy os traigo 5 razones para ver Kidding.
1.- Jim Carrey
Probablemente la más obvia de todas, pero no son muchas las apariciones en pantalla que protagoniza el ya mítico actor. A pesar de ser identificado y clasificado rápidamente por sus roles cómicos, han sido los más dramáticos –El show de Truman u ¡Olvídate de mí! como los más notables- los que le han definido y reservado un lugar entre los grandes actores. Y esto siempre es algo meritorio entre aquellos que son encasillados por la gran masa en un solo registro.
Y es precisamente por sus ahora reducidas apariciones en pantalla -ya sea por problemas personales o por su interés en otras facetas de la industria como la producción de otros proyectos- y su más que demostrada versatilidad de registros, por lo que su presencia en sí ya es motivo de peso para considerar el visionado de Kidding. Acontecimiento que, con el reencuentro con Michel Gondry, promete una nueva regresión a la exitosa fórmula que exhibieron en su anterior colaboración, tanto a nivel estilístico como narrativo.
2.- Michel Gondry
Pero, como todo el mundo sabe, si por algo se caracterizan las colaboraciones es por la intervención de más de una parte en el proyecto, y la presencia de Gondry no es una cualquiera. Su implicación en la serie se nota desde el piloto. Las características que le han ayudado a definirse como un director distinto y personal, cobran en Kidding una nueva significación. Lo que en una película quedaría reducido a “toques marca de la casa”, en una serie pasa a ser, en palabras de Lynch: “un chirrido constante”. Sus señas identitarias se convierten en un marco familiar sobre el que sustentar todo el grueso narrativo, otorgándole la cohesión y personalidad que los buenos productos de autor albergan.
Y es precisamente esta atmósfera, esta personalidad y sensación de autoría de la que goza Kidding, la que nos lleva al siguiente punto: los contrastes.
3.- Atmósfera y contrastes
Una industria paulatinamente más cinematográfica y de autor como es la de la televisión, no garantiza que la unidad tonal de la que pueda gozar un producto sea motivo suficiente como para asegurar un mínimo de calidad. Pero en Kidding la autoría juega un papel distinto, pues lejos de limitarse a otorgar esta sensación de unidad, también sirve como fuente de contraste. La serie busca la oposición de valores, hacer chocar mundos diferentes, plantear un universo alegre e infantil pero con la tristeza como elemento subyacente. Y es precisamente aquí, en la caracterización de este universo aparentemente ingenuo en la que la autoría alcanza este doble juego, pues crea una atmósfera inmersiva y distintiva que parece casi confeccionada con cartón piedra, pero que desentona con los dramas que se viven en la serie, haciendo las veces de elemento irónico y que le otorga una nueva y especial distinción al tratamiento dramático.
Una atmósfera que se ve perfectamente complementada por su temática que, en cierto modo, plantea un retorno tonal a la oscarizada ¡Olvídate de mí! en el mejor de los sentidos, porque ambos son claramente productos distintos, pero los dos comparten la exploración de un mismo concepto: la melancolía.
4.- Melancolía
Para la pareja, la exploración de la melancolía y la depresión no es nada novedoso. Pero lejos de estancarse en un planteamiento similar de su anterior colaboración, la propuesta mueve el punto de foco y con este se abre la puerta a explorar un nuevo universo de consecuencias y matices. En Kidding, se nos muestra la historia de Jeff Pickles (Jim Carrey), un mundialmente famoso presentador de un programa infantil con muñecos al más puro estilo Barrio Sésamo. La serie se centra en explorar las consecuencias para Jeff al perder a uno de sus hijos en un accidente de tráfico.
Así pues, Jim Carrey encarna quizás a uno de los personajes con los que mayor conexión puede tener: ambos son grandes e idolatradas figuras públicas y los dos deben aparentar una permanente felicidad e inocencia a pesar de sufrir depresiones y pérdidas devastadoras en su vida real. Quizás el caso de Kidding esté menos corrompido de inicio, puesto que Jeff es realmente el personaje que interpreta en su programa infantil, pero los dilemas a los que se enfrenta terminan siendo los mismos. De hecho, el que sea tan inocente desde el primer momento, sirve como un mayor punto de contraste con el mundo de traumas en el que progresivamente se irá sumergiendo y al que le aporta una mayor indefensión ante esta realidad que desconoce por completo.
5.- 2a temporada
¿Qué mejor consuelo e incentivo a la hora de empezarse una serie que el saber que vas a tener más? Kidding es una propuesta especial que respira una originalidad y un mimo que pocos ofrecen. Si no me creéis, prueba de ello es este fantástico plano secuencia del capítulo 3, en la que se aprecia una muy clara dedicación e intencionalidad de cara a la conformación del universo de la serie.
Así que si tenéis 30 minutos y ganas de dejaros llevar a un universo agradable e incómodo, fantástico pero real, infantil pero maduro; dadle una oportunidad a Kidding.