Netflix acaba de subir a su plataforma Code 8, cóctel canadiense de sci-fi, acción, cyberpunk y película de superhéroes que reúne a los primos Robbie y Stephen Amell.
Lo primero que hay que aclarar es que esta película de 2019 no solo amplía la idea sino que además continúa el planteo argumental del cortometraje Code 8, de 2016. Este nos presentaba una sociedad distópica y alternativa en la cual un cuatro por ciento de la población tenía habilidades especiales pero, en lugar de ser, por ello, entronizados como superhéroes o paladines de la justicia, vivían como marginados, rechazados y, con frecuencia, estaban desocupados o en la informalidad laboral. Si tienen la oportunidad de ver el corto original, les servirá, indudablemente, como buena introducción pero si no es así, este filme tiene, de todos modos, coherencia argumental per se y se puede ver de manera independiente.
De Corto a Largometraje
Al igual que en aquel corto que iniciara la historia, la dirección está a cargo de Jeff Chan y el guion es de Chris Paré, pero lo particular esta vez es haber reunido por primera vez a los primos Robbie Amell y Stephen Amell (bueno, casi primera, ya que en el corto de 2016 Stephen no aparecía en cámara pero le daba voz a uno de los drones), lo cual equivale a decir que están aquí juntos el Fred de las películas de Scooby Doo y el Arrow de la serie de CW; sí, ya sé que ambos hicieron montones de cosas más, pero preferí mencionar ese crossover para que sonara bien explosivo.
Distopía y Marginalidad
La historia vuelve a estar ambientada en una ciudad ficticia llamada Lincoln City y en ese mismo mundo distópico en el cual se ha generalizado la presencia de personas con poderes especiales, aunque sin explicación de por qué: no sabemos si se trató de una mutación, de simple evolución o de un fallido experimento del gobierno, solo por nombrar tres tópicos ya largamente utilizados. Desde ya que es válido preguntarse si es necesaria otra película de superhéroes, sobre todo cuando no habiendo aquí por detrás un cómic para adaptar, los personajes creados, inevitablemente, tienden a repetir poderes que ya hemos visto y revisto, pues… ¿qué más podemos ya sumar a la telekinesis, a la telepatía, a la capacidad de fundir metales, a la de congelar cosas, etc…? Por cierto, no se trata de una lista al azar sino que cada una de esas habilidades está presente en el argumento y, en cuanto al personaje principal Connor (Robbie Amell), la suya es generar choques eléctricos de altísimo voltaje capaces de provocar cortocircuitos y, en consecuencia, desactivar alarmas o desarticular sistemas de seguridad y monitoreo. En el corto, esa capacidad recién se mostraba al final del mismo pues, hasta entonces, lo teníamos por un simple electricista. Sí, ya sé que también eso de manipular la electricidad lo tenemos visto, lo mismo que lo de la sociedad trastocada por la presencia de individuos dotados con superpoderes a quienes, en lugar de darles un sitio de privilegio, se los ve como un cáncer social que genera desempleo y delincuencia (sin ver que, quizás, una cosa sea consecuencia de la otra).
Hay en ello, claro, una fuerte lectura social, ya que es inevitable asociar con la correlación entre exclusión y delito que, muchas veces, puede apreciarse en las grandes urbes cuando a los dejados de lado se les cierra todo camino.
En efecto, Connor está sin trabajo y el extendido rechazo social contra personas como él no se lo hace fácil; para colmo de males, tiene que asistir a su madre, que está enferma de cáncer. La necesidad lo lleva a unirse a un grupo delictivo a las órdenes de un sujeto llamado Garrett, interpretado por su su primo. De acuerdo, no digan nada, ya sé que Stephen Amiell no es un gran actor y si vamos a decir la verdad, Robbie tampoco, pero sin embargo, no sé si por el parentesco o por qué, la química entre ambos funciona y creo que tanto uno como el otro, a pesar de sus visibles limitaciones, siempre han sabido aceptar papeles que no les terminan de caer mal. Así que no nos pongamos en exquisiteces y sigamos con la historia…
Superpoderes para el Delito
El tal Garrett dirige una organización que viene dedicándose al tráfico de una droga muy popular llamada Psyke, la cual se hace con fluido espinal; sin embargo, a su vez, trabajan para una organización más grande a cuyo frente se ubica un sujeto apellidado Sutcliffe, que es quien les encarga los trabajos por los que cobran.
A Garrett le tienta la posibilidad de utilizar las habilidades eléctricas de Connor, sobre todo ahora que están pasando a otro tipo de golpes, como bancos o coches blindados. Por esa razón es que le ofrece sumarse al grupo y la precaria situación económica de Connor hace que este acepte. Por otra parte, Connor descubre que Sutcliffe mantiene prácticamente esclavizada a una joven que tiene la habilidad de curar y, por supuesto, se le ocurre que podría serle muy útil en relación con la enfermedad de su madre. Sin embargo, pronto veremos que esa habilidad de la muchacha tiene una no tan agradable contrapartida de la cual nada diré.
De hecho, no quiero seguir adelante para no espoilear pero, hasta aquí, no están muy equivocados si reconocen elementos de X- Men con alguna dosis de The Breaking Bad ya que hay tráfico de drogas, enfermedad terminal y un buen tipo que ha dado el mal paso. A ello me permitiría agregar que hay una cierta atmósfera cyberpunk impregnando y tiñéndolo todo, ya que estamos ante una sociedad alienada, opresiva y teñida de pesimismo, en donde drones y policías robot recorren las calles en busca de personas con poderes mientras los jóvenes se entregan a los placeres y las drogas. A propósito de la policía, un oficial apellidado Park e interpretado por Sung Kang (el actor oriental que interpretaba a Han en la saga Fast & Furious) es un viejo amigo de Connor, cosa que ya se vio en el corto previo y en donde reside una interesante antinomia en la cual uno persigue al otro pero ambos simpatizan entre sí: el policía siempre se resiste a dispararle a Connor, así como este último a usar su descarga eléctrica contra el primero.
Balance Final
Se puede decir que el cóctel no funciona del todo mal, pues Code 8 es una película muy entretenida y que se deja ver. Tiene buenas escenas de acción y los efectos especiales son correctos sin ser apabullantes. Quizás no plantee nada demasiado nuevo, pero también es cierto que está bastante alejada de la épica propia de las cintas de superhéroes: aquí todo es tristeza, nihilismo, decadencia y ostracismo; no esperen, por lo tanto, un final rosa porque no es ese tipo de película. Es un filme digno y que entretiene, sin intención ni necesidad de revolucionar conceptos argumentales ni estéticos.
Un saludo, sigan cuidándose mucho y cuidando a los demás. Hasta la próxima…
Ambos actores también coincidieron en the flash, en el episodio 1×22 cuando hicieron equipo firestorm, arrow y flash para capturar al flash reverso. Respeto a la película, comparto tu opinión, ambos actores encajan bien en sus respectivos personajes a pesar de sus limitaciones y a pesar de que la película no es ninguna superproducción está bastante bien hecha con unos efectos especiales y escenas de acción dignas con una trama que recuerda claramente a X-Men sobretodo pero que es entretenida y si no esperas mucho la disfrutarás.
Hola, Sergio:
Gracias por tu aporte! ¡Claro, es que al hacer el recuento, se me olvidan los crossovers de esas series, jaja! Tienes razón. Allí coincidieron. Y hablando de coincidir veo que lo hacemos bastante en cuanto a la opinión general del filme.
Un saludo y que estés bien!