Seguimos con el análisis de la serie estrella de Amazon Prime esta temporada. Este tercer episodio mantiene el ritmo del segundo y presenta una historia nueva con reminiscencias a Lost e incluso tintes tarantinianos (¿existe este calificativo?; si no es así, lo patentamos). De momento os dejo con el enlace a los análisis anteriores y a continuación vamos al lío.
Acto 1: Jack Ryan a la caza del moro
El episodio de hoy podemos dividirlo en tres partes que se van intercalando en la narración. Por un lado, Jack Ryan y James Greer deben afrontar las consecuencias del cliffhanger con el que terminamos el episodio anterior. Una terrorrista suicida fue abatida pero la bomba explotó, dejando un piso devastado y unos cuantos heridos por el camino. El hermano de Suleiman, Ali, consiguió escapar porque Jack fue incapaz de dispararle en medio de la gente, un gesto muy humano que Greer le recrimina: si desenfundas es para disparar. Tras conseguir los antecedentes de Suleiman en la cárcel, consiguen establecer el paradero de su hermano, que a pesar de todo se da el piro y sigue a la fuga.
De este acto podemos destacar, por un lado, la presentación de Suleiman como un desalmado que quiere limpiar cualquier rastro a toda costa, en contraste con el atisbo de humanidad que muestra Ali al no querer matar a quien le acogió en Francia en su día; por otro, más significativo, la imagen que se da del problema de la inmigración en Francia. Ryan no entiende que Suleiman, una persona con estudios, haya optado por la radicalización tras tan solo un par de años en la cárcel. En su opinión, su nivel educativo le daba un margen para integrarse en la sociedad, a lo que su partenaire francesa le responde que puede que eso sea así en USA pero que en Francia, al margen de los estudios que tengas, o eres francés o no lo eres. No se si esta es una visión real o una visión americanizada de la situación. Es obvio que existe un problema de intergración y de racismo en la sociedad francesa y en general en todos los países europeos (sí, aquí también lo tenemos) pero la afirmación de que o eres francés o eres nada se diluye en cuanto echas un vistazo a la alineación de la selección francesa de fútbol.
Hay que señalar que Seine-Saint-Denise, el distrito 93 donde se refugia Ali, existe realmente y se hizo celebre hace varios años por ser el centro de numerosos disturbios que sacudieron la capital de Francia. Según se desprende de este reportaje publicado en El País, la situación allí es mucho peor de lo que pintan en la serie. Personalmente me gusta indagar en estos detalles porque muchas veces, al ver una película o una serie, lo hacemos en piloto automático y no nos cuestionamos si lo que nos muestran tiene algún tipo de base real. En este caso parece que los guionistas se han documentado sobre lo que escriben, lo que siempre se agradece.
Acto 2: la huida
La segunda historia la protagoniza la mujer de Suleiman, Hanin (la actriz Dina Shihabi). Tanto radical en casa no es plato de buen gusto para nadie y menos si ves las intenciones que tienen con tus hijas, así que lo mejor es conseguir pasaportes y dinero y salir por piernas. A Hanin la jugada le sale bien gracias a la ayuda de su tío, que le facilita la fuga a pesar de que Suleiman ha descubierto sus intenciones y envía tras ella al citado tío y a Yazid (Kamel Labroudi) un subordinado al que se ve venir de lejos. En si, la fuga de Hanin y sus hijas no tendría más trascendencia si no fuese porque se cruza con la tercera historia del episodio, la que es sin duda la mejor.
Acto 3: el ataque de los drones
En el primer análisis señalamos que uno de los responsables de la serie era Carlton Curse, que tiene en su haber esa gran serie que fue Perdidos (Lost) y eso se nota en esta tercera historia. ¿Recordáis esos flashbacks que narraban el pasado de los personajes? Pues la historia de Victor Polizzi (John Magaro) parece sacada de esa serie. Polizzi es un piloto de drones, de esos que sobrevuelan objetivos y acaban con ellos pulsando un botón mientras están sentados a miles de kilometros de distancia. Cada vez que Victor acaba con la vida de alguien, su compañera le da un dolar. Es tan bueno que ha llegado a empapelar una pared con esos dólares manchados de sangre pero la conciencia no le deja dormir tranquilo y, ya que reside en la ciudad del pecado, decide jugarse todo el dinero en un casino. Las probabilidades de perderlo son muy altas pero aun así gana en todo lo que se propone, multiplicando la cantidad inicial hasta los 29.400 dólares. Tras un encuentro con una pareja sacada de una peli de Tarantino, Polizzi logra redimirse cruzando su destino con el de Hanin y sus hijas. No será la última vez que veamos a este personaje en la serie.
La historia de los dólares manchados de sangre es sin duda lo que distingue el episodio de hoy de los anteriores. Ryan y Greer siguen en Francia y a Suleiman se le abre un nuevo frente tras la huida de su mujer y su hija. Poco más podemos añadir ya que no hay nada que destaque pero aun así se trata de un muy buen episodio que mantiene el nivel de los precedentes. Incluso podemos decir que los supera. ¿Ya he dicho que me ha encantado la historia de Polizzi? Quizás podríamos acusarles de jugar demasiado con las casualidad y el destino pero es que la vida está plagada de esas cosas. Nos leemos en el próximo análisis. Un saludo y sed felices.