Bienvenidos a un nuevo análisis de Jack Ryan, la serie de Amazon Prime basada en el personaje de Tom Clancy. Llegamos al ecuador de la serie y se van aclarando las intenciones de todos los protagonistas. Os dejo con el enlace a los análisis anteriores y entramos en materia.
Jack las mata callando
Jack y su colega francesa siguen con la persecución de Ali, el hermano de Suleiman, que se dirije a la frontera con los Alpes. Las horas compartidas en el coche sirven para que Jack y Sandrine (Marie-Josée Croze) lleven a cabo una sesión de terapia de pareja y, ya de paso, para que ella le tire los trastos a él, que pasa de lobo a corderito acosado en menos de un segundo. Desafortunadamente, nunca sabremos si había algo más que feeling entre ellos ya que la persecución acaba de la peor forma posible, con Sandrine muerta de forma absurda y Ali tiroteado por Jack. El viaje a Francia no ha servido para nada y Jack y Greer regresan a los EE.UU., donde el primero se decide a llevar acabo los consejos del segundo: emborracharse y echar un polvo. Para eso nada mejor que quedar con Cathy Mueller, llevarla a comer marisco y luego despelotarla en el sofa. Aquí hacemos un inciso: nos vemos obligados a recordarle a Jack y a todos los lectores que llevar a tu ligue a cenar y beber la cerveza directamente a morro de la botella no queda muy fino. Aparte, todo buen bebedor de cerveza sabe que nunca se bebe de la botella sino en vaso, por aquello del gas, los olores, los sabores, etc.
El ascenso de Suleiman
Podíamos pensar que Suleiman era ya un jeque por derecho propio y que disfrutaba de todos los privilegios pero no es exactamente así. Ya en el primer episodio conocimos al jeque / coronel Al Radwan (el actor Jameel Khoury), que se presentaba en casa de Suleiman reclamando sus servicios. No quedaba muy claro que pintaba en la trama pero en este episodio descubrimos que Suleiman era más bien su subordinado, subordinado que ha decidido autoascenderse y finiquitar a su antiguo jefe por el expeditivo método de pagar las nóminas atrasadas. De paso se queda también con sus rehenes capturados, un equipo de Médicos sin Fronteras que parece tendrá relación con el ataque planeado por Suleiman.
De dicho ataque han ido dejando pistas en los episodios pasados. Algunos los tratamos aquí y otros los obviamos. La primera pista sucede en el primer episodio, cuando un trío de secuaces esconde unas misteriosas probetas en un cargamento de aceite. Dicho trío será quien asesine al Padre Morel al principio del segundo episodio. También se intuye lo que está por venir en las conversaciones de Cathy Mueller con unas colegas al referirse a un nuevo brote de ébola en la zona de Siria, una cepa mucho más virulenta y letal que las ya conocidas. Al final todas las piezas encajan de una forma escalofriante, cuando en el funeral del sacerdote los tres sicarios hacen estallar unas bombas con gas en una iglesia que encierran a cal y canto. El mensaje no puede ser más explicito y calculado: Suleiman ataca no solo la civilización occidental sino también la fe cristiana. Las consecuencias de dicho ataque las veremos en el siguiente episodio.
El segundo Ryan
Aprovechamos que el episodio no ha sido prolijo en detalles para recordar a quien fue el segundo Jack Ryan cinematográfico, el gran Harrison Ford. ¿Por qué no continuó Alec Baldwin y pasó el testigo a Ford?. Aquí hay que señalar que Baldwin no fue ni la primera ni la segunda opción para la primera película sino la tercera. Por delante de él figuraban Kevin Costner (que prefirió dirigir y protagonizar Bailando con lobos) y Ford, que no quiso involucrarse porque no estaba seguro de que el personaje de Ryan pudiese ser un personaje de acción (ironías de la vida). Tras demostrar Baldwin que si se podía y renunciar a continuar por estar ocupado en Brodway con Un tranvía llamado deseo, Harrison Ford vio que otra franquicia caía en sus manos y se subió a ella para dos películas. La primera, Juego de patriotas, muestra un marcado carácter conservador acorde con el best seller de Tom Clancy; la presentación que daban del IRA y sus militantes ayudó a que John McTiernan (director de La caza del octubre rojo) y Alec Baldwin se bajasen del carro, entrando en escena el solvente Phillip Noyce como nuevo director. Ambos, Ford y Noyce se responsabilizaron de Juego de patriotas y repitieron en Peligro Inminente, adaptación de la novela del mismo título, que si bien sobre el papel parecía algo bastante inadaptable, en pantalla resultó mucho mejor que su predecesora, beneficiándose de la presencia de Willen Dafoe.
¿Fue Ford mejor Ryan que Baldwin? A mi modo de ver, el personaje de Baldwin en la primera entrega es mucho más fiel al original literario. Ford, como hace siempre, supo llevar el personaje a su terreno y se distanció del Ryan más sosegado y tranquilo presentado por Clancy. Además, el enorme carisma del actor se impuso a cualquiera que le pusiesen al lado; Baldwin cumplió con creces pero tuvo que lidiar con Sean Connery, Sam Neill y Scott Glenn y ahí, por mucho empeño que pongas, siempre acabas algo deslucido. En cuanto a las películas en sí, la historia de La caza del octubre rojo resulta mucho más interesante que las dos secuelas que le siguieron (¿a quién no le gustan las películas de submarinos?), siendo Peligro Inminente la mejor de las dos protagonizadas por Ford.
Y con esto y un bizcocho quedamos para el próximo episodio, donde conoceremos más acerca del pasado de Suleiman, que ha sido de su mujer y su hija y como Ryan se autocompadece por no haber hecho lo suficiente para impedir la masacre de la iglesia. Un saludo y sed felices