Tras un parón mayor de lo que se anunciaba, la séptima temporada de Outlander está de regreso para seguirnos contando la historia de Claire y Jamie, que han regresado a Escocia. Analizamos pues el noveno episodio, cuyo título es Asuntos Pendientes, recordando que la serie, creada por Ronald D. Moore y basada en la exitosa saga de novelas de Diana Gabaldon, es emitida por Starz y puede ser vista en España por Movistar+ y en Latinoamérica por Disney+.
Hola otra vez, forasteros y viajeros del tiempo. Vaya que se nos ha hecho largo el parón de temporada, pero aquí estamos una vez más para reencontrarnos con Outlander, luego de que nos quedáramos con Claire y Jamie regresando a Escocia para llevar un muerto (literal) y con Roger viajando al pasado en compañía de Buck luego de que el pequeño Jeremiah fuera raptado por Rob Cameron con el aparente objetivo de usarlo para encontrar el oro oculto, del cual justamente el niño conoce la ubicación.
Pasemos pues a ver qué nos ha dejado este noveno episodio, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
Regreso a Lallybroch
Comenzamos con Jamie escribiendo una carta a Brianna y contándole que, junto a Ian y Claire, han logrado finalmente llevar el cuerpo de Simon Fraser para que descanse en Escocia. Dice además que ello le implicó el fuerte golpe emocional de volver a escuchar una gaita en el páramo y de tener que encararse con su pasado: lo que allí hizo y lo que allí fue…
Hay visita a Lallybroch y, por supuesto, emotivos reencuentros, especialmente de Ian con su madre Jenny (Kristin Atherton, quien reemplaza a Laura Donnelly por problemas de agenda y embarazo), pero también con sus ya adultos hermanos y su padre Ian (Steven Cree), tristemente demacrado y con síntomas de avanzada tuberculosis.
El joven Ian pone al tanto a su padre de que tiene un hijo en América y no se lo ha contado a nadie. También de la existencia de Rachel, al tiempo que reflexiona sobre lo duro que ha sido dejarlos atrás tanto al niño como a ella.
Jamie quiere aprovechar su estadía allí para resolver alguna cuestión pendiente con Laoghaire (Nell Hudson) y hay que ver lo bien que lo toma Claire considerando que le está hablando de la mujer con quien él conviviera en matrimonio mientras ella estaba en el siglo XX. Pero ya sabemos que Claire es el equilibrio justo y la esposa perfecta, así que acepta de buen grado y hasta con una sonrisa comprensiva (no olvidar que esta es una serie fantástica)…
Tenemos entonces otro reencuentro, pero bastante menos amigable. Jamie pide disculpas por su comportamiento pasado, pero Laoghaire dice que no quiere lástima y sigue cargada de resentimientos que alcanzan su punto crítico cuando él admite haber ya estado enamorado de Claire al momento que contrajeran matrimonio. Termina mal, por supuesto: hay forcejeos, empujones y hasta interviene con un azadón el hombre que ahora convive con Laoghaire, pero el pobre acaba golpeado y en el suelo.
Jamie también se reencuentra con su hijastra Joan (Layla Burns), quien le da la sorpresa de que quiere ser monja, destino que a su madre no cae en gracia y, por tal razón, le niega su dote a menos que contraiga matrimonio con el muchacho con el cual ya ella había previamente concertado.
Pero la situación es aún más compleja. Laoghaire no puede contraer matrimonio con su nueva pareja porque si lo hiciera perdería todo derecho de propiedad debido al compromiso antes contraído con Jamie, de quien Joan espera que aporte alguna solución a tal entuerto.
Por iniciativa de Jamie, entonces, acaban acordando que el antiguo compromiso se deshace y Laoghaire podrá casarse y retener la propiedad siempre y cuando no la transfiera a su esposo. Todos parecen felices y Joan podrá seguir su carrera monástica, para la cual Jamie aporta algunas piezas de oro al tiempo que obtiene de Laoghaire el perdón que había ido a buscar, o eso parece…
Caminos que se bifurcan
Roger y Buck yacen inconscientes sobre la hierba tras haber cruzado las piedras. A medida que vuelven en sí, sobrevienen interrogantes filosóficos y mientras Roger ve pasar un escarabajo, se pregunta si estará muerto y en el cielo habrá insectos. A Buck le cuesta más recuperarse y pareciera haber sufrido un ataque de corazón: se pregunta qué pasará si uno muere en una época que no es la suya; si queda borrado de la existencia o qué. Siguiendo el mismo razonamiento, Roger se pregunta si existirán Jamie e incluso él en caso de que así sea.
Por suerte, la cosa no parece de momento ser para tanto y, ya repuestos, deciden separar caminos para buscar a Jeremiah. Buck parte hacia Inverness por suponer que hacia allí se habrá dirigido Rob si quiere embarcar hacia América. Roger se aferra a la posibilidad de que el niño haya logrado zafarse de su captor y en ese caso sería lógico pensar que intentase regresar a su casa, por lo que emprende el camino de Lallybroch.
Alguien a la Puerta
En Lallybroch, precisamente, está teniendo una reunión familiar muy especial, pues Claire, angustiada al saber que los hermanos de Ian piensan trasladarse a Francia para impulsar un negocio de vinos, ha decidido tomar la crucial determinación de decirles a los Murray toda la verdad acerca de su origen.
Se trata de una encrucijada semejante a la que tuviera antes de la batalla de Culloden, cuyo resultado ya conocía, pues lo que sabe es que en Francia se avecinan la revolución y el “terror”, por lo cual recomienda a los muchachos que no permanezcan allí más allá de 1788.
No sé bien por qué los Murray le creen, pero Jenny cree confirmar las habladurías sobre Claire y sus poderes de brujería. La conversación, de todas formas, se interrumpe cuando golpean a la puerta y, en doble secuencia, vemos a Roger llamar a la entrada de Lallybroch mientras Jamie va a atender. Todo indica que quedarán cara a cara, pero hay sorpresa de ambos lados: Jamie ve a Joan al otro lado de la puerta mientras que Roger ve enfrente suyo a Brian Fraser (Andrew Whipp), es decir al padre de Jamie…
Más Bifurcaciones
Lo que ha ocurrido, en definitiva, es que Roger y Buck no han ido a parar a la época que querían y a la cual pensaban que las rocas les llevarían. No sé bien por qué las mismas se comportaron distinto esta vez (a decir verdad, nunca entendimos bien cómo funcionan), pero Roger se halla en 1739, es decir incluso antes de Culloden. La pregunta es si lo mismo habrá ocurrido con Rob y Jeremiah o andarán perdidos por alguna otra época, en cuyo caso el escenario se complicaría y mucho.
Roger se ilusiona al recibir indicios de que por la zona ha sido visto un sujeto que viste de modo extraño y al que identifican como “el mago”, lo cual le hace pensar que Cameron podría estar allí y por ende también el niño.
Mientras tanto y en la línea de tiempo de Jamie, Jenny aborda a Claire para pedirle que utilice su conocimiento futuro para salvar a Ian padre pero, con todo el dolor del mundo, esta le explica que no tiene allí los elementos necesarios para hacerlo y aunque los tuviera ya es muy tarde.
Pero Jenny no es la única que requiere los servicios médicos de Claire. Una carta llega desde Filadelfia y es de Lord John Frey solicitándole ayuda porque su sobrino Henry tiene una herida en el abdomen.
Así que Claire termina separándose momentáneamente de Jamie y emprendiendo el viaje hacia América en compañía del joven Ian, quien a pesar de no querer marcharse estando su padre por morir, es justamente este último quien le convence de regresar junto a Rachel. La despedida es emotiva que se están saludando por última vez…
En la escena final, regresamos a la línea temporal en que hemos dejado a Roger. Finalmente las noticias sobre el hombre que vestía extraño se referían a Buck, cuya salud ha empeorado y por tal razón termina regresando a Lallybroch. En busca de quien pueda serles de ayuda, Roger va a ver a una herbolaria local, pero cuando llega a su casa y le abre la puerta, resulta ser… Geillis Duncan (Lotte Verbeek). Claro: en esta época está todavía viva y seguramente no para bien…
Balance del Episodio
Para haber esperado tanto, no es que hayamos visto un capítulo que hiciese avanzar demasiado la trama. No hemos tenido noticias de Rob y Jeremiah, que eran el centro del cliffhanger antes del parón de temporada; ni siquiera sabemos en qué época se hallan.
Abusando de la nostalgia (es decir con la trama devorada por la misma), la entrega ha girado en torno al pasado y, como su título lo indica, a los “asuntos pendientes”, aunque habría que ver si pendientes para los protagonistas o para los responsables de la serie, en quienes se advierte intención de dar por resueltas algunas historias pretéritas en función de que la octava temporada será la última.
Sea como sea, la sensación es que en líneas generales hemos visto lo que se dice un episodio de relleno, el cual ha estado basado sobre todo en reencuentros que nos permitieron volver a ver a miembros del elenco que llevaban varias temporadas ausentes pero que, en algunos casos, no sé si pedíamos.
El reencuentro de Jamie con Laoghaire, por ejemplo y para ser honesto, no me despertó el más mínimo interés y solo sirvió para mostrarnos una vez más a Jamie y Claire como la pareja perfecta que pregona la tolerancia y la mesura además de mostrar, en el caso de él, una capacidad de mediación digna de Salomón. ¿Dónde quedó aquel montañés rudo de la primera temporada?
Lo de las líneas temporales es un giro interesante, además de haber sido presentado de manera ingeniosa con la doble secuencia del llamado en puerta. No obstante, reabre muchos interrogantes que siempre hemos tenido acerca del funcionamiento de las piedras, pues en los viajes previos daba la impresión de que a ambos lados de las mismas transcurriera más o menos el mismo período de tiempo: Claire, por ejemplo, regresaba al siglo XVIII con la batalla de Culloden ya acontecida.
Sin embargo y por primera vez, vemos que las rocas pueden enviarte muy lejos en el tiempo sin que sepamos por qué y ello nos hace preguntarnos si lo mismo habrá pasado con Rob y Jeremiah. ¿Estarán en la misma época que Roger y Buck? Si el comportamiento de las piedras es tan aleatorio como parece, no hay motivo para pensar que así sea y bien podrían estar en la época de William Wallace o, por qué no, en la prehistoria escocesa pero, claro, no serviría a los propósitos de la historia.
Lo que sí es cierto es que la presencia de más líneas temporales hace que podamos entrar en terreno de paradojas. Algo de ello subyace en las preguntas que Roger y Buck se hacen tras haber cruzado las piedras y más aún a la luz del encuentro que el primero tiene con las versiones juveniles de la familia de su suegro. Y con respecto a Brianna (Sophie Skelton), de quien en este episodio hemos tenido apenas un destello, algo me dice que no permanecerá por mucho en el siglo XX, donde no pinta prácticamente nada.
El giro de Claire regresando a América es bastante forzado y sin sentido. ¿La manda Lord John llamar desde Filadelfia para que se traslade allí a ayudar en una intervención quirúrgica a su sobrino? Eso implica casi un mes entre carta y viaje, por lo que si la situación de Henry es tan desesperada como su tío dice, podría este ya ver crecer las flores desde abajo para cuando llegue Claire. No ocurrirá, desde luego, pero sorprende la naturalidad y prontitud con que ella responde al llamado como si el mismo le hubiera llegado vía WhatsApp y tuviera un avión esperándola.
Y a propósito: no deja de ser por demás llamativo lo fácil y cómodos que se mueven Jamie y Claire por territorio británico sin siquiera vigilancia alguna después de que han colaborado con el bando revolucionario al otro lado del Atlántico, algo que parece como si nunca hubiera ocurrido…
En fin: un episodio, repito, de relleno que ha dejado gusto a poco. Habrá que ver si la trama avanza algo más en el próximo, pues hay posibilidad de que así sea considerando que las separaciones de Claire y Jamie nunca auguran nada bueno, como tampoco la sorpresiva reaparición de Geillis Duncan sobre el final…
Hasta entonces y sean felices…