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Crítica de Estado Eléctrico. Ciencia ficción familiar según la fórmula Netflix

Ya hemos podido ver Estado Eléctrico, la película más cara de la historia de Netflix. 320 millones de dólares para disfrutar en nuestras pantallas de la adaptación de la novela homónima de Simon Stålenhag a cargo de los hermanos Russo y con dos estrellas como Millie Bobby Brown y Chris Pratt en los papeles protagonistas.

La película tiene lugar en unos años 90 muy distintos a los que conocemos. En el universo de la cinta hubo una guerra entre humanos y robots en la que ganaron los primeros gracias a un invento que permitió a hombres y mujeres proyectar sus conciencias en drones bélicos. Los robots que sobrevivieron quedaron prisioneros en una zona de exclusión del desierto de la que no pueden salir.

En este mundo vive Michelle (Millie Bobby Brown), una joven huérfana que recibe la visita de un curioso robot que parece contener la conciencia de su hermano. Empieza entonces un viaje alucinante por unos EE.UU. en decadencia para encontrar el cuerpo del joven, un recorrido en que se encontrará muchos peligros y también algún improbable aliado como un chatarrero llamado Keats (Chris Pratt) y su amigo robot.

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Keats y Michelle en un momento de respiro en su viaje

Estado Eléctrico no es más que un producto tipo de Netflix, de esos que la plataforma produce sin descanso buscando agradar al mayor número de suscriptores y tratando de llamar la atención para conseguir nuevas altas. El libro en el que se basa la película es una novela ilustrada que destaca por lo espectacular de sus dibujos y diseños, pero en el fondo una historia triste y melancólica, con un fondo moral ambiguo.

Los hermanos Russo y Netflix dejan de lado ese trasfondo para ofrecer un espectáculo visual que sirve para enmarcar la típica buddy movie de acción jugándoselo todo a la carta del carisma de sus protagonistas y al gran trabajo de los diseñadores, que presentan todo tipo de robots a cada cual más extraño y encantador a la vez.

Y ese es el gran problema de la película. Los que vayan buscando una adaptación fiel de la novela van a salir escaldados. Pero a la vez, aquellos espectadores que solo busquen un rato de diversión sin complejos, la van a encontrar sin problemas. Porque estamos ante una producción made in Netflix hecha para el público general y basándose en una novela visualmente atractiva, con un argumento familiar. Además, con Millie Bobby Brown, la gran estrella de la plataforma, acompañada del tipo amigable y simpático del momento, un Chris Pratt que hace el mismo papel que le lanzó a la fama en Guardianes de la Galaxia y que no es sino una puesta al día del canalla encantador del Han Solo de Harrison Ford.

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Una muestra de los diseños de la película

El viaje de la protagonista es entretenido a la vez que predecible. Sabemos en todo momento qué va a pasar, no hay un solo giro de guion que no se vea venir a la legua. Los peligros, los encuentros, los aliados por el camino, los enemigos… todo sigue un patrón que hemos visto mil y una veces y que siempre funciona. Debe ser por eso que los responsables de la película no se preocupan por cambiarlo. Todo lo contrario, lo afianzan apoyándose de manera muy inteligente en mostrar las consecuencias de un mundo roto en el que la humanidad se está hundiendo poco a poco en un universo de fantasía.

Sin olvidar el elenco de secundarios de lujo entre los que se encuentran Stanley Tucci, Giancarlo Esposito o Ke Huy Quan, actores carismáticos y con mucha presencia que ayudan a elevar el tono general de la cinta, aunque a veces parece que simplemente estén aquí para cobrar un buen cheque.

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Giancarlo Esposito y Stanley Tucci siempre son buen complemento para cualquier película

En cuanto al apartado visual, he leído muchas críticas que ciertamente no entiendo. Parece que por haber costado un dineral la película debería tener un acabado perfecto para los más puristas. Yo creo que en general luce bastante bien, mucho mejor que algunas cintas estrenadas en salas de cine en los últimos años. Las escenas de acción, con múltiples robots luchando, funcionan y el trabajo de diseño de los propios robots y de los escenarios es realmente brillante.

La crítica ha sido mayoritariamente cruel con esta película, llegando a puntos de ensañamiento que no llego a compartir. Ya he comentado que los fans de la novela ilustrada se van a sentir decepcionados, y también es cierto que se ve a lo lejos que estamos ante un producto salido del algoritmo de Netflix: acción+comedia+efectos especiales+actores famosos. Pero eso no quita que estemos ante una película entretenida, con un mensaje humanista que enmarca la historia sin ahogarla ni hacer que deje de ser divertida y espectacular.

En resumen, si quieres ciencia ficción elevada o una historia profunda y reflexiva, Estado Eléctrico no es tu película. Pero si quieres pasar un rato entretenido viendo una buena historia de acción con unos diseños retrofuturistas espectaculares y sin olvidar unas dosis de comedia simpática, no lo dudes, sumérgete sin miedo en el universo que propone esta película.

Juanjo Avilés
Juanjo Avilés
Licenciado en periodismo, apasionado de los comics, las (buenas) series de televisión, el cine, los videojuegos y los juegos de mesa... vamos, soy un frikazo total, siempre a vuestro servicio.
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