Movistar+ ha estrenado su última producción propia, La Línea Invisible, miniserie de seis capítulos que analiza cómo ETA se convirtió en una organización terrorista atravesando la fina línea que hay entre la defensa a ultranza de unos ideales (buenos o malos) y el usar el asesinato para llevar a cabo esa defensa. Resulta interesante comentar que dentro de nada también podremos ver Patria, otra serie (esta vez de HBO y retrasada por el coronavirus) que trata el tema de ETA. Puede ser que la sociedad española sea lo suficiente madura para que se estrenen series que tratan este tema, un asunto que siempre va ser polémico por el enorme costo que tuvo en vidas humanas.
El encargado de llevar a buen puerto esta serie es el director Mariano Barroso (que ya había trabajado para Movistar en El Día de Mañana), ofreciendo un producto muy interesante gracias a varias decisiones que hacen que La Línea Invisible destaque sobre otras producciones.
En primer lugar, al estar basado en hechos reales, la serie podría haberse filmado con un estilo documental en busca de mayor verosimilitud. Pero el director se aleja de esa idea y nos brinda una historia dramática en la que el peso recae sobre los personajes y las decisiones que toman. Esta decisión hace que la producción sea mucho más interesante y sin duda de esta manera atraerá a más público.
Por otro lado, Barroso elige contar la historia desde el punto de vista de los etarras. Algo que no ha gustado a todo el mundo ya que se puede considerar que se blanquea a esos personajes. Nada más alejado de la realidad. Dicha decisión es totalmente coherente con el objetivo de la serie. Sin saber lo que esos jóvenes pensaban no se entendería por que toman el camino que toman.
Teniendo presente estos dos apuntes vamos a ver que nos cuenta La Línea Invisible. La serie nos muestra como unos jóvenes idealistas que estaban hartos de la represión del franquismo en el País Vasco se trasforman en una organización terrorista que no duda en matar para defender sus ideales. Pero en primer lugar los responsables de la producción nos muestran que ni siquiera dentro del seno de lo que era la ETA de los primeros días se tenía claro cuáles eran esos ideales a defender. Había muchas voces dentro de la organización: los anarquistas, los defensores de los obreros, los afines al clero vasco, incluso burgueses con ideales más grandes que ellos mismos. Dentro de todo este batiburrillo había quienes defendían la idea de que había que luchar contra el opresor estado español (no olvidemos que estamos en tiempos de la dictadura de Franco) con cualquier método, incluida la violencia.
La serie nos cuenta entonces la quinta asamblea de la banda, momento fundamental, en el que aquellos que dicen que deben ser un movimiento de izquierdas antifascistas, apelando a un sentimiento nacionalista y liderados por Txabi Etxebarrieta convencieron a una mayoría para convertirse en asesinos. Y ese momento se puede resumir en una sentencia del propio Etxebarrieta: “hay que elegir entre huelgas y bombas”. Está muy claro hacia donde se inclinaba él y el resultado final de esa asamblea. Al final los responsables toman la decisión de que hay que empezar a matar gente para que se los tomen en serio y tienen claro cuál debe ser su primera víctima: Melitón Manzanas, jefe de la Brigada Político-Social en Guipúzcoa y personaje controvertido por su vinculación con la Gestapo y por sus prácticas represivas contra los opositores a Franco.
Pero el destino es caprichoso y Melitón no fue la primera víctima de la banda terrorista. Ese papel recae en un Guardia Civil anónimo (hasta el momento de su asesinato) llamado José Antonio Pardines que en un control de tráfico para el vehículo cargado de armas en el que iban Txabi Etxebarrieta y un compañero. Es entonces cuando un acelerado Etxebarrieta dispara varias veces a Pardines acabando con su vida y huyendo después. Este hecho tiene las consecuencias que se podían esperar, poniendo en alerta a los cuerpos de seguridad para buscar al asesino, que acaba muerto poco después a manos de la Guardia Civil.
La serie muestra estas dos muertes con un pulso claro y firme, alejado de efectismos que dotan de gran veracidad al relato. Los momentos de tensión que se viven después del primer asesinato y como afecta una y otra muerte a la sociedad vasca está perfectamente relatados. Es una cadena de acontecimientos que llevan de una situación a otra hasta que Melitón Manzanas, después de la muerte de Txabi Etxebarrieta, señala que todo queda en manos de ETA, de lo que hagan ellos a continuación dependerá el futuro. Y sabiendo como sabemos en lo que se convirtió ETA, no hace falta ser muy listo para saber el futuro de Melitón.
El nivel de producción es tan alto como cabría de esperar de una producción de Movistar+ con un gran trabajo de vestuario, ambientación y demás que nos traslada a la época de la historia. Y siendo una serie donde los personajes y sus motivaciones tienen tanta importancia hay que destacar el papel de los actores. Todos están muy bien, en especial los dos protagonistas.
El joven Àlex Monner interpreta de manera muy convincente a un Txabi Etxebarrieta que pasa de ser un muchacho con un futuro prometedor (con una buena novia y profesor en la universidad con posibilidades de seguir su carrera en Oxford) a un asesino cegado por sus altas miras. El gran Antonio de la Torre pone la réplica dando vida a un Melitón Manzanas del que nos muestra tanto su lado más humano (el amor por su hija y sus escarceos extramatrimoniales) como su lado más violento a la hora llevar a cabo su trabajo.
Y detrás de estos personajes gravitan otros que tienen mucha importancia como José Antonio Etxebarrieta (Enric Auquer), hermano mayor y en cierta manera mentor de Txabi, o la madre de los hermanos Etxebarrieta y la hija de Manzanas, que son claves para entender que detrás de alguien que hace el mal hay una vida que es común al resto de los humanos.
Por un lado, vemos la trasformación de una organización que no era una amenaza (“son sólo pintadas y petardos” dice Melitón en los primeros capítulos) y que pasa a ser una banda terrorista. Por otro, se nos cuenta como unos jóvenes que en muchos casos eran cultos y con buena educación acaban cegados por una visión idealizada de su realidad que justifica la muerte de otros para conseguir sus objetivos. Tampoco se esconden las cosas que hacía el régimen dictatorial de la España de aquellos años, personificada en una figura tan polémica como Melitón Manzanas. El único personaje que aparece totalmente blanqueado es José Antonio Pardines, al que se le dedica un capítulo entero para mostrarnos la historia de amor que vive en el País Vasco truncada trágicamente por el terrorismo. La grandeza de la serie es que no toma partido, sólo nos muestra los hechos tal y como fueron y como están documentados. Por eso merece mucho la pena verla y que cada cual saque sus propias conclusiones.
