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Crítica de Escape (2024), interesante comedia que no puede escapar de sí misma.

Inclasificable. Esa ha sido la palabra que ha resonado durante toda la campaña de marketing de Escape, la nueva película de Rodrigo Cortés con Mario Casas como protagonista.

Y lo cierto es que hay muchos motivos para considerarla extraordinaria sin, ni siquiera, entrar en su argumento ni haber visto la película.

El primero es su director, el gallego Rodrigo Cortés. Director español con uno de los cortometrajes más galardonados de la historia del cine, 15 días, y cuya carrera siempre se ha caracterizado por su determinación de rodar sus propios proyectos. Y, sobre todo, por su capacidad para relacionarse con la industria extranjera. Porque Escape es su segunda película plenamente española tras Concursante. Entre medias, rodó aquel fenómeno llamado Buried, película situada íntegramente dentro de un ataúd, la Luces rojas con Cillian Murphy y Robert De Niro o El amor en su lugar, musical situado en la II Guerra Mundial.

Buried (Enterrado), una de las 12 mejores películas rodadas en espacios cerrados. 

Lo más curioso es que me atrevería a decir que, pese a ser un director español que ha rodado con Ryan Reynolds, Robert De Niro, Cillian Murphy o Uma Thurman, Rodrigo Cortés es sobradamente conocido por ser uno de los Todopoderosos, probablemente el podcast sobre cine más conocido en España.

El segundo motivo para considerar a Escape como una película extraordinaria es que es una de las pocas historias que ha producido Martin Scorsese, uno de los directores más reputados del mundo, y que ha accedido a que su nombre aparezca como principal reclamo de la película, hasta el punto de ser el primer nombre que aparece en los títulos de crédito, lo que ya de por sí es un reclamo que hace de esta película una de las producciones más esperadas del año.

Ahora bien, ¿Cumple Escape con nuestras expectativas?

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La película narra la historia de N. (Mario Casas), un hombre roto que hará lo que sea necesario para seguir viviendo sin tener que tomar ninguna decisión y únicamente sometido a normas rígidas, por lo que intentará entrar en la cárcel y que el sistema no lo reintegre en la sociedad.

Aunque Escape se vende como una película inclasificable, es más convencional de lo que aparenta. Sin duda, se trata de una comedia negra cuyo factor más definitorio es lo extraño de su humor. Cortés busca que nos riamos de situaciones en las que, tal vez, no tendríamos que reírnos. Y sí, se dan situaciones carcelarias y hasta un número musical (una jota hardcore, ahí es nada), pero nunca abandona ese tono de comedia aderezada por el particular sentido del humor de su director.

Narrada a través de siete capítulos por cada uno de los enanitos de Blancanieves (algo a lo que tampoco le he visto mucho sentido), esencialmente Escape se divide en dos partes. La primera de ellas es una interesante espiral de autodestrucción en la que el protagonista va estrangulando al sistema para que este sirva a su propósito, cometiendo actos cada vez más y más arriesgados y acompañados de interesantes personajes secundarios, como el psicólogo que siempre cuenta la misma metáfora o el cura que expulsa gente de la iglesia a cabezazos, el mejor personaje de la película.

Posteriormente, a partir de la entrada de N. en la cárcel, la película pierde fuelle. Tal vez sea porque su protagonista, uno de los personajes más desagradables y difíciles de empatizar del cine moderno, no evoluciona en toda la película y, por lo tanto, Cortés se las tiene que ingeniar para variar las distintas situaciones y que estas no suenen a ya visto. Y claro, en la cárcel, en un único escenario, la trama se vuelve redundante y se hace larga.

Las situaciones buscan el esperpento tal y como lo podía entender Valle Inclán. Es decir, mostrar los aspectos más grotescos de la realidad para reírse de ellos. Así, si en el mundo real hay gente que sufre porque no quiere tomar ninguna iniciativa, ¿Por qué no va a querer el protagonista de Escape entrar en la cárcel? Hablamos de un hombre que hasta copia los movimientos y frases de los que tiene delante para no tener que pensar qué hacer por él mismo.

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La película cuenta con un gran y divertido reparto, pero Escape está sustentada por un entregadísimo Mario Casas, que lo da todo, física y psicológicamente, para hacer olvidar al guaperas que ha marcado a toda una generación y  mostrar a un personaje demoledor en su patetismo y en su determinación de que los demás cuiden de él.

En definitiva, Escape es una interesante comedia repleta de situaciones esperpénticas, sobre todo en su primera hora. Lástima de una segunda parte que baja el nivel y que deja traslucir las costuras de un guión demasiado esclavo de lo inamovible de su protagonista. Al final, Escape no puede escapar del deseo de escapar de su protagonista.

¡Un saludo y sed felices!

¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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