En un mundo que aún arrastra las secuelas del chasquido de Thanos, una facción rebelde de los Skrulls se está infiltrando entre los humanos para acelerar su autodestrucción. Solo Nick Furia puede detenerlos. Bienvenidos a Invasión Secreta.
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A partir de aquí, SPOILERS del tercer episodio de Invasión Secreta.
Invasión Secreta continúa firme por la senda planteada en el segundo episodio. Flashbacks a los años 90 para aportar contexto y una conspiración que avanza a pasos agigantados, encorsetada por un formato, el de miniserie, por el cual ya hemos llegado al ecuador de Invasión Secreta sin que hayan pasado grandes cosas.
El episodio comienza con un flashback aclaratorio que nos retrotrae al inicio de la relación entre Nick y Priscilla Fury, una Skrull de la que nuestro protagonista se había enamorado. Años después, en la actualidad, ella le echa en cara el que, al volver tras el lapso, haya desaparecido de la Tierra por su propia voluntad. Tras más de veinte años de una relación marcada por la desaparición y la ausencia, Priscilla Fury no soporta la sensación de que, ahora sí, Nick le ha abandonado voluntariamente.
Mientras tanto, Gravik, que va adquiriendo enteros como villano, pide una reunión con Talos en la que queda claro que ellos parecen ser los dos personajes realmente carismáticos de la serie.
Gravik, en un plan que ya sospechaba y que nos recuerda a Falcon and the Winter soldier, busca desarrollar una suero del supersoldado para Skrulls, para hacer frente a los héroes de la Tierra cuando los humanos empiecen a caer con las maniobras de los rebeldes Skrulls.
Tras el encuentro entre Talos y Gravik, el primero vuelve a reconciliarse con Nick Furia, en la mejor escena del episodio en la que el Skrull no duda en reprocharle todo lo que han hecho por él. Vamos, que más allá de las incuestionables dotes de mando de Nick Furia, el motivo de que ascendiera tanto en la escala de SHIELD.
Con la ayuda de Sonia (da igual que salga diez segundos, Olivia Colman eleva la calidad de cualquier escena), Talos y Furia asaltan la casa del skrull infiltrado como mayor que va a promover un ataque nuclear hacia un avión de la ONU. Juntos consiguen desmontar la conspiración y evitar la primera maniobra de Gravik en su plan conspiranoico.
No solo con la ayuda de Sonia, sino también la de Gi´Ah, la hija de Talos. Estaba cantado que ella era la traidora, la agente doble de Talos en las filas de Gravik. Lo que no esperábamos tanto es que la conspiración estadounidense fuera un señuelo de Gravik para descubrir a su topo. Así, el villano, dispara y mata a Gi´Ah.
Por un lado, resulta sorprendente porque, en una escena anterior, al disparar Talos al skrull que suplanta al mayor, este muere. Es decir, que Gi´Ah, la hija de Talos, ha muerto.
Pero claro, hablamos de Emilia Clarke, una de las grandes estrellas de la historia de la televisión. Nuestra Daenerys Targaryen. Sería extraño que su papel se redujera a esto, por lo que apuesto a que veremos más de este personaje en lo que queda de Invasión Secreta.
El episodio termina con otra revelación: la de que Priscilla Fury es una traidora conchabada con Gravik.
Llegados al ecuador de la serie y ciñéndome a lo visto en los tres primeros episodios, Invasión Secreta da una de cal y otra arena. En lo bueno, tenemos ese interés por volver a enfocarse en el tono que hizo a Marvel grande y del que parece haberse olvidado: el espionaje. También en la caracterización tanto de Talos como del villano Gravik, que sí parece tener potencial como un digno adversario de nuestros protagonistas.
Por otro lado, queda la sensación de que la propuesta de esta serie se queda a medio gas. Ni Nick Furia es el mismo que recordábamos en sus grandes momentos en el UCM ni la trama genera la intensidad que debería (hablamos de una posible suplantación de los hombres más poderosos de la Tierra por skrulls).
Aún así, Invasión Secreta todavía tiene margen de mejora.
¡Un saludo y sed felices!
¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!
