Godzilla vs. Kong no solo ha despertado la expectativa de todos los aficionados a las películas de monstruos gigantes, sino que ha provocado encendidos debates en la red sobre cuál de estas dos icónicas criaturas se alzará victoriosa en su contienda. ¿Acabará tragándose el lagarto su aliento atómico o volverá a caer el gorila desde lo alto del edificio Chrysler? No lo sabemos, pero este enfrentamiento ya se dio antes, con un claro triunfador… y lo sabemos gracias a la cinta conocida sencillamente como King Kong contra Godzilla.
Acompañadnos para repasar esta extraña cinta japonesa dirigida por Ishirô Honda en 1962, disponible actualmente en Filmin, y en la que los dos colosos del cine de kaijus se encontraron por primera vez.
El hogar de Kong
Como sucede con tantos otros exponentes de este cine, buena parte del metraje se destina a unos protagonistas humanos que nos distraen de los porrazos que intercambian estos monstruos entre sí. En este caso, seguimos a un ricachón excéntrico que visita una isla ignota con una expedición en busca de unas bayas con propiedades relajantes. Esto supone, más que una secuela, un reboot en toda regla del personaje de King Kong, que no había aparecido en el celuloide desde su prematuro fallecimiento en 1933: se nos presenta de nuevo al gorila gigante, que en esta ocasión ocupa un papel más o menos heroico, en un giro que seguramente acabara inspirando a los creativos detrás del remake de 2017.
Pero… ¡atención! Aunque los visitantes de esta isla quieran llevarse al mono de vuelta a Japón, este no es un remake exacto del clásico de los años treinta. Por el contrario, comprobamos pronto que Godzilla despierta de su letargo para amenazar al mundo de nuevo, tras haber sido derrotado en las dos entregas anteriores. Mientras los dos gigantes resuelven sus diferencias, los impotentes protagonistas tratarán de ayudar al simio y de minimizar los daños que la pelea provoque en Tokio y alrededores.
La mutación de Godzilla
Visto hoy en día el largometraje original que dio inicio a la trayectoria del rey de los monstruos, se acerca más al terror que a la acción y la ciencia ficción más desatada por la que se conoce la franquicia. Debemos recordar que Godzilla surge no solo como un intento de racionalizar el horror de la bomba atómica sino también las consecuencias de las pruebas nucleares sobre un país en el que la ocupación estadounidense había impedido discutir estos temas con total libertad. Sin embargo, con el éxito llegó la tentación, y esta obra maestra de final agridulce tendría numerosas secuelas en las que el foco no era ya la supervivencia de la raza humana contra el kaiju, sino las peleas de este contra otros engendros gigantescos.
King Kong contra Godzilla fue la tercera película donde apareció el lagarto, la primera en color y la que asentó esta mutación en la naturaleza de la franquicia. Aunque Honda trató de realizar una sátira contra el sensacionalismo televisivo, no hay ninguna pretensión evidente de trascendencia en los noventa minutos que dura esta cinta, y el espectador casual podrá disfrutar de elementos deliciosamente kitsch como los actores japoneses pintados de nativos o los efectos especiales obviamente basados en maquetas. A pesar de ello, siendo justos, se trata de un enfrentamiento muy logrado teniendo en cuenta la época y los medios de los que disponía el equipo de filmación. Los combates de los dos monstruos, encarnados aquí por dos valientes especialistas disfrazados, son extremadamente disfrutables.
Willis O’Brien, sin embargo, no pensaba lo mismo: el animador que dio vida al pionero Kong de stop-motion tres décadas antes quedó horriblemente decepcionado al ver con sus propios ojos cómo los efectos que daban vida a su mico predilecto sufrían un bajón visible en calidad. Él mismo había dado comienzo al proyecto bajo el título de King Kong se encuentra con Frankenstein, pero la pérdida de confianza en el guión original hizo que tuvieran que recurrir a la barata Toho, que quería promocionar a su estrella enfrentándola con el popular simio. Todavía quedan retazos de la trama original: así, King Kong revive cuando un rayo cae sobre él, como ya hizo la criatura encarnada por Boris Karloff.
¿Quién ganó?
Antes de Internet, los propagadores de una popular leyenda urbana sostenían que se habían rodado dos finales, uno para el público japonés y otro para Occidente. En el primero triunfaría Godzilla y, en el segundo, Kong. Sin embargo, la red de redes nos ha revelado la gris y decepcionante realidad: en ambas versiones del filme, el ganador es… King Kong. Después de esta victoria contra su imponente enemigo, el simio aparecería en otra delirante cinta de Toho donde se las vería con un doble robótico conocido como Mechani-Kong. No, no es broma.
En cualquier caso, ¿puede servirnos este final para predecir la conclusión del remake? Quizás: si en King Kong contra Godzilla triunfaba el primer monstruo que aparecía en el título, ¿puede que en Godzilla vs. Kong triunfe también el primero, para resarcirse con su simiesco rival? Es posible. En cualquier caso, no viene mal recordar que hubo unos audaces cineastas nipones que se atrevieron a disfrazar a dos tipos con un traje barato para simular un enfrentamiento titánico.