Introducción a ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…!
En el mes de noviembre de 2020, ECC publicó ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…!, obra en la que el historietista uruguayo Alberto Breccia nos da su particular versión del mito de Drácula. La cuidada edición incluye una serie de extras, a saber, bocetos del autor y una interesante introducción del divulgador y crítico de cómics Álvaro Pons.
La decadente versión de Alberto Breccia de Drácula
La versión de Drácula de Breccia busca sacar a la luz la decadencia de la macabra y vampírica leyenda del conde más famoso de la literatura. Al menos de la literatura de terror. A través de las cinco historias mudas que componen esta obra, publicada entre 1984 y 1985, Breccia nos muestra los estragos que la cultura pop y camp ha llevado a cabo en el icónico personaje de Bram Stoker. El autor busca que nos demos cuenta del estado en que se encuentra el que antes fuera un terrorífico ser. Un ser ahora melancólico, con muchas preocupaciones y penurias, del que ya solo se puede sentir pena.
Aunque Breccia no se queda ahí. Haciendo gala de una gran expresividad y un acertado uso del color, en el que combina parodia y crítica social con ternura e ingenuidad, toma la decadencia de Drácula como una especie de metáfora acerca de las luces y sombras de la condición humana y como un mensaje. El mensaje de que la realidad supera a la ficción. Sobre todo la triste realidad de la guerra, la tiranía y la miseria, que eclipsan totalmente a la maldad de Drácula. Un Drácula crepuscular constantemente preocupado por el bienestar de su amada, que tiene que visitar al dentista para arreglar su deteriorada dentadura o que es incapaz de encontrar una nueva víctima, siendo detenido por Superman, uno de los iconos pop por excelencia. Lo que es una muestra de cómo el vampiro se ve superado por la ficción contemporánea, así como del dominio de la cultura yanqui en el ámbito del entretenimiento y de la ficción.
Si bien el que luego el hombre de acero acabe mordido por la chica a la que “supuestamente” había salvado, la cual resulta ser una vampiresa, podría tener varias lecturas. Entre ellas el ser un reflejo del cambio del papel de la mujer en la ficción. De damisela en apuros a un ser capaz de infundir el terror que antaño se le atribuía a Drácula.
Un Drácula que, en la obra de Breccia no solo resulta superado por ficciones posteriores, pertenecientes al ámbito de los cómics, sino en el terreno tanto de las películas gore como en la literatura de terror posterior a la obra de Stoker. Prueba de ello es el capítulo 5. Capítulo titulado ¿Poe?, ¡Puaf! que cierra el tomo que nos ocupa. En dicho capítulo Drácula intenta morder a Edgar Allan Poe y acaba ido y encarcelado. Así observamos cómo Drácula, en opinión de Breccia, es superado en todos los frentes.
Valoración personal de ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…!
Estoy de acuerdo con Breccia y con Pons en que la figura de Drácula ha sido ridiculizada desde el momento en que se la introdujo en la cultura pop. Uno de los máximos exponentes ha sido el aclamado Drácula de Marvel. La obra de Marv Wolfman y Gene Colan humaniza hasta tal extremo al rey de los vampiros que le hace caer en situaciones que rayan lo ridículo. Situaciones en las que Drácula maldice su condición, echa en cara sus adversarios que le persigan, cuando él, previamente, ha dañado o matado a sus seres queridos. O se deja intimidar por enemigos de medio pelo. Por no hablar de momentos como aquel en que muerde a un drogadicto y adquiere su adicción. Pocos vampiros habría en la ficción si heredaran las enfermedades de la gente a la que muerden.
Valga el Drácula de Marvel como uno de los ejemplos más significativos de cómo destrozar a un personaje cuya esencia es ser lo que es: una criatura terrorífica de la noche, cuya condición le pone por encima de nuestros valores morales. ¡Y no pasa nada! El encanto de algunos personajes reside en eso. En no poder empatizar con ellos y no por eso uno es más malvado o insensible. Es más, es bueno que existan en la ficción ese tipo de personajes porque es un recordatorio de que, en la vida, hay personas malvadas. Personas de las que hay que cuidarse. O un recordatorio de que no todo mal es resultado de una patología. Hay personas que, aún teniendo todo a su favor, son malvadas. La vida es así, diversa y compleja.
Es cierto que no todo lo que se ha hecho de Drácula es malo. Ahí tenemos, por ejemplo, la película Nosferatu, vampiro de la noche (1978), donde Herzog combina hábilmente el Nosferatu de Murnau con el Drácula de Stoker sin que dé risa o pena. Pero este, en palabras de Pons, brillante ejercicio de impresionismo, es una excepción y no la regla al declive de Drácula.
Si te ha gustado esta reseña de el ¿Drácula, Dracul, Vlad? ¡Bah…! de Alberto Breccia, producto ya recomendado en La lista de la compra del mes de noviembre de 2020, comenta.