¿Es posible llevar un cómic al cine manteniendo por completo su esencia? Robert Rodríguez, Quentin Tarantino y Frank Miller han demostrado que sí. Bienvenidos a nuestro retro-análisis de Sin City.
Los amantes del cómic suelen quejarse de las adaptaciones a la pantalla. La extrapolación a lenguaje cinematográfico suele redundar en productos que, salvo excepciones, pierden la magia de las viñetas y terminan, comúnmente, gustando más a quienes nunca han leído el material original que a quienes sí. Lo que es magnífico en papel puede verse ridículo en cine o TV y, no por nada, muchas películas hoy exitosas, como las de Marvel, buscan despojar a los personajes del absurdo original en lugar de asumirlo y reivindicarlo como ha hecho Sin City y, desde entonces, creo que ningún otro filme.
Tres o Nada
La película fue rodada en 2005 con tres directores: Robert Rodriguez, Quentin Tarantino y Frank Miller, estando basada, justamente, en el magistral cómic de este último. Casi ni cabe el término adaptación, pues lo que se hizo fue, prácticamente, meter actores de carne y hueso en el cómic mismo. Tarantino prefirió, más bien, hablar de traducción y ni siquiera se hizo mención de guion en los créditos del filme por considerar que no había. Tampoco se necesitaron storyboards: alcanzaba con los cómics mismos.
Lo del trío de directores trajo problemas gremiales: la Director´s Guild of America, que nuclea a los realizadores estadounidenses, establecía que solo podía haber uno. Leal a su amigo Miller, Rodriguez optó entonces por desafiliarse.
Lo único para lamentar fue que ello le costó quedar fuera del proyectado rodaje de John Carter y nos perdimos lo que podría haber sido una antológica recreación del personaje de Edgar Rice Burroughs (años después, con dirección de Andrew Stanton, el proyecto sería reflotado por Disney en uno de los más estrepitosos fracasos de taquilla de todos los tiempos).
¿Qué tan director es Tarantino en Sin City? Pues si bien su mano e influencia se advierten a lo largo del filme, dirige un único segmento y ni siquiera completo: una de esas escenas de diálogo en auto que le son tan afines y que está cargada de surrealismo al hacer hablar a un Jackie Boy ya muerto (arma incrustada en su frente y cuello casi rebanado), con un Dwight McCarthy que, rostro imperturbable, conduce bajo la lluvia.
El detalle es que por esa escena Tarantino cobró… un dólar: devolución de favor, ya que Rodríguez cobró eso mismo por hacer la música de Kill Bill , Volumen 2.
El Cómic
Guionizado y dibujado por Frank Miller, Sin City se publicó entre 1993 y 1999 con cinco miniseries, una novela gráfica y un tomo recopilatorio de historias cortas. Aun cuando haya conexiones mínimas, se crucen personajes y todo transcurra en la ciudad imaginaria de Basin City, las historias pueden ser leídas de manera independiente.
Se trata de una atmósfera neo-noir: urbana, cruda, violenta y llena de ironía, pero lo que más impacta es el rabioso blanco y negro (literal, no hay escala de grises) que se mantiene a lo largo del cómic con inquietantes contrastes solo interrumpidos cada tanto por algún manchón de color.
Los Segmentos
A Miller no le gustaba inicialmente la idea de hacer el filme; su fallida experiencia con el guion de Robocop 2 lo llenaba de prejuicios contra la industria cinematográfica. Sin embargo, cuando Rodríguez le mostró lo que sería la introducción del filme, no dudó en embarcarse en un proyecto que, se veía, respetaba a rajatabla la esencia del cómic.
La estética, precisamente, está cuidada al extremo: por razones lógicas, aquí sí hubo que utilizar grises y algún que otro sepia, pero el impacto de los contrastes se mantiene brutalmente y produce idéntico efecto.
También se respeta la estructura narrativa: son tres historias separadas tituladas, respectivamente, Ese Bastardo Amarillo, El Duro Adiós y La Gran Masacre (en los cómics cuarta, primera y tercera en publicarse), más una cuarta (El Cliente siempre tiene la Razón) que opera como introducción y cierre dando al filme una estructura circular.
Ese Bastardo Amarillo nos presenta la historia de John Hartigan (Bruce Willis), policía próximo al retiro a quien obsesiona un caso no resuelto: el de Nancy Callahan, niña de once años que ha desaparecido y se presume en manos de un maníaco.
Sin contar cómo se resuelve la historia, hacia los siete minutos se nos muestra un falso final para retomarla mucho más tarde cuando ya parece cerrada y olvidada: Hartigan, ocho años después, está en prisión, en tanto que Nancy, ya crecida, (Jessica Alba) se desempeña como bailarina en un club nocturno. Solo agregaré que, como el título del capítulo reza, hay un “bastardo amarillo”.
El Duro Adiós, siguiente segmento, nos trae a Marv (Mickey Rourke), matón del bajo mundo que, tras su noche soñada con una prostituta llamada Goldie (Jaime King), despierta en la mañana con resaca junto al cuerpo de esta sin vida. Marv, un rústico al que Miller definió como “Conan con gabardina”, se abocará a averiguar quién quería muerta a Goldie y, en su búsqueda de venganza, no vacilará en romper las cabezas necesarias hasta enfrentarse con un psicópata caníbal (Elijah Wood).
La Gran Masacre, en tanto, tiene que ver con Shellie (Brittany Murphy), camarera de un club nocturno (el mismo en que baila Nancy) que está iniciando una relación con el detective privado Dwight McCarthy (Clive Owen), pero sufre por su ex novio Jackie Boy (Benicio del Toro), policía corrupto, violento y alcohólico que la maltrata y golpea.
Dwight irá trás él y ello lo llevará al barrio viejo, zona roja en donde, como anuncia el título del segmento, tendrá lugar una batalla de antología en que silbarán balas y katanas mientras vuelan shuriken en forma de cruces esvásticas, en tanto que un ejército de prostitutas devenidas en amazonas, incluyendo a una justiciera enmascarada (Patricia Vonne) y a una guerrera japonesa (Devon Aoki), es liderado por Gail (Rosario Dawson), amiga y ex pareja de Dwight.
Al igual que en los cómics, las historias se tocan en mínimas aristas: Marv es amigo de Nancy y habitué del lugar en que ella trabaja, mientras que cuando Hartigan cae allí buscándola, es Shellie (única presente en los tres segmentos) quien lo anoticia de que está sobre el escenario. Y así…
Proeza Visual
La fotografía es increíble y cada toma es una obra de arte en sí misma, como Dwight y Gail besándose con cielo tormentoso de fondo o Jackie Boy con la cabeza dentro del váter sin dejar de sostener el cigarrillo entre los dientes: está aquí y no en Trainspotting la mejor escena de váter en la historia del cine.
Se respetan los manchones de color del cómic: el vestido de la mujer al inicio es de impactante rojo, lo mismo que alguna marquesina o el calzado de Dwight; no así, paradójicamente, la sangre, que remite a mancha de tinta pero en blanco. Para lograrla, se utilizó un líquido rojo fosforescente al cual se iluminó con “luz negra” para después blanquearlo digitalmente. Y el bastardo amarillo es, por supuesto, amarillo, como verdes los ojos del cardenal Roark (Rutger Hauer) o intensamente azules los de la prostituta Becky (Alexis Bledel).
La película no solo carece de guion sino casi también de escenografía. La filmación, muy artesanal, fue hecha en los estudios del propio Robert Rodríguez en Austin, Texas, donde siempre prefiere trabajar aun cuando cuestiones impositivas recomienden otras localizaciones.
El mundo que rodea a los actores está hecho en su casi totalidad con pantalla verde: todo un problema con el bastardo amarillo, cuyo color era difícil de separar del fondo, así que se lo pintó de azul y, al igual que a la sangre, se le coloreó después digitalmente.
Se respetan todos los códigos del lenguaje de cómic con sus consabidas exageraciones: las gotas son bien largas cuando llueve, los autos se despegan del pavimento a alta velocidad, las gabardinas flamean para dar la idea de que está ventoso, las tiras adhesivas forman cruces sobre las heridas, los televisores tienen dos antenas y la celda de Hartigan parece la jaula de un animal de tan estereotipada.
Asimismo, se mantiene el tono de relato en off a través de los pensamientos de los personajes y cuando hablan, las frases son todo lo cortas que los globos de diálogo permitirían.
La elección de los actores también ayudó a preservar el espíritu: tanto Willis como Owen o Rourke (todos principales en sus respectivos segmentos) se caracterizan por cierta rigidez facial compatible con la estaticidad de los cómics: es frecuente, por ejemplo, que mantengan el semblante adusto y circunspecto sin movérseles un músculo por largo rato.
A algunos, no obstante, se les agregaron maquillajes o prótesis para hacerlos más parecidos a los originales, como Benicio del Toro o Mickey Rourke, a quien demandaba dos horas y media estar en condiciones.
En la búsqueda de una realización lo más casera posible, se buscó abaratar los costos cuanto se pudo: las katanas, por ejemplo, eran remanentes de Kill Bill. Por cierto, Devon Aoki recibió meses de entrenamiento para usarlas con destreza.
En cuanto al sensual baile de Nancy en la escena del club nocturno, Tarantino recomendó a Jessica Alba que viera el de Salma Hayek en Abierto hasta el Amanecer (1996). Importante diferencia entre película y cómic es que, en este último, Nancy exhibe sus pechos desnudos mientras baila, pero Jessica no estaba dispuesta a mostrarse de ese modo.
Rodríguez y Tarantino respetaron su deseo sin dar más importancia al asunto y, en todo caso, se le mantuvo el look de cowgirl en una escena hoy casi tan icónica como la de Salma que sirvió de inspiración.
Una Impresionante Lista de Nombres
El elenco es otro punto a destacar: invaluable cantidad de figuras para un filme de corte tan artesanal y poco industrial. A los nombres ya mencionados, hay que agregar a Carla Gugino, Nick Stahl, Powers Boothe, Michael Clarke Duncan o Michael Madsen, quien pidió ser parte a último momento y solo quedaba disponible el papel de Bob, el corrupto compañero de Hartigan. El propio Frank Miller aparece interpretando a un cura confesor “visitado” por Marv.
No son menos las figuras que quedaron en el camino: Leonardo DiCaprio y Steve Buscemi fueron las primeras opciones para interpretar a Junior (Nick Stahl), Johnny Depp y Adrien Brody para Jackie Boy (Benicio del Toro), Willem Dafoe y Christopher Walken para el senador Roark (Powers Boothe), Matt Dillon y Michael Douglas para el de Hartigan (Bruce Willis), Jessica Simpson para el de Nancy (Jessica Alba).
La música fue compuesta por el propio Robert Rodriguez junto a Graeme Revell y John Debney. Inicialmente se pensó en Hans Zimmer, pero este no tenía agenda disponible por estar ya comprometido con Batman Begins, de Christopher Nolan.
20 Frases Inolvidables de Sin City
Si algo caracteriza tanto al cómic como a la película es la cantidad de frases que se volvieron icónicas y que muchas veces mueven a la risa por su ironía y absurdo.
Aun partidario de oír las películas en idioma original, es este el único caso en que recomiendo hacerlo en español: les aseguro que lo estereotipado de las frases suena mucho más gracioso. A propósito, no hace mucho vi que alguien incluyó una de estas frases en un top de las peores de la historia del cine: obviamente, no entendió nada…
“Pienso en la sonrisa de Eileen y en los gruesos bistecs que habrá comprado en la carnicería…” (John Hartigan, conduciendo su auto en plena noche y pensando en su cercana jubilación)
“Contemplo a una diosa; me dice que me desea. No perderé un segundo más pensando cómo puedo tener tanta suerte. Huele como deben oler los ángeles…” (Marv, antes de tener sexo con Goldie)
“¿Quién eras, Goldie, y quién te quería muerta? ¿Quién eras más que un ángel dándole a un fracasado la noche de su vida?” (Marv, fumando sentado en la cama junto al cuerpo inerte de Goldie)
“Pero no hay nada como ver llegar a tus amigas con montones de metralletas” (Dwight, al arribar Gail con sus prostitutas para la batalla)
“Adoro a los matones. No me da ninguna culpa romperles el cuello” (Marv, tras ser insultado por un sujeto de seguridad a la entrada de un club nocturno)
“Nunca fui racista” (Jackie Boy, luego de que Shellie, desde el otro lado de la puerta, dice estar haciendo el amor con un grupo de africanos)
“En realidad Miho no le cortó la cabeza; se la dejó colgando como se abren los paquetes de pastillitas” (Dwight, luego de que la japonesa decapitara con su katana no diré a quién…)
“Yo solo sé que es muy raro comer personas” (Marv, hablando con el padre del caníbal)
“Para tranquilizar a una chica de diecinueve años, soy como un enfermo de Parkinson haciendo una cirugía con una llave inglesa” (Hartigan, en relación a Nancy)
“El silenciador convierte el disparo en susurro… En la mañana cobraré su cheque” (vendedor de seguros tras asesinar a su cliente)
“La valquiria está a mi lado; grita y ríe en la matanza con alegría pura, odiosa y sedienta de sangre… y yo también” (Dwight, mirando batallar a Gail)
“Yo diría que te detengas; se va a enfadar” (Jackie Boy en el auto, hablándole muerto a Dwight mientras los persigue un policía motorizado)
“Es mi amiga desde que un compañero de colegio la golpeó y lo escarmenté para siempre” (Marv, acerca de Nancy)
“Miho, eres un ángel, eres una santa, eres la Madre Teresa, eres Elvis…” (Dwight, fascinado con la japonesa durante la batalla del barrio viejo)
“Chicas: a veces solo necesitan desahogarse y un rato después están como si nada hubiera pasado” (Marv, mientras consuela a una amiga a quien el caníbal le comió una mano)
“Una vez que consigues que todos estén de acuerdo con lo que en sus corazones saben que no es verdad, los tienes por las bolas” (senador Roark en monólogo sobre el poder)
“Cuando cierre los ojos para siempre, irá al infierno, pero le parecerá el cielo en comparación con lo que le voy a hacer” (Marv, antes de matar con sus manos a alguien cuya identidad no revelaré)
“Mi guerrera, mi valquiria, siempre serás mía, siempre y nunca…” (Dwight, acerca de Gail)
“Repaso la lista: tubos de goma, gasolina, sierra, guantes, esposas, cable de acero, hacha, pistola… y mis manos” (Marv, haciendo inventario para ir en busca del asesino de Goldie)
“Un anciano muere. Una niña vive. Un trato justo…” (Hartigan… no diré el contexto)
Balance Final
Sin City ha sido, con diferencia, el mayor y más sentido homenaje que el cine haya rendido al cómic, a la vez que reivindicación de la literatura pulp y del cine B, caros ambos a Rodríguez y Tarantino.
Es una película que solo puede ser hecha por alguien que no se avergüenza de lo que ha leído ni de aquello con lo que se ha formado, cuando muchas grandes producciones actuales parecieran esconder con pudor sus cómics de origen para ajustar el producto a un público más amplio y menos familiarizado con las viñetas. Sin City no da concesiones ni cede ante la demagogia de la industria y, aun así, fue éxito de taquilla.
Resulta casi lógico, pero no por ello menos indignante, que haya sido totalmente ignorada por los Oscar o los Globo de Oro. Cierto es que Rodríguez y Tarantino hacen todo lo posible por no ser nominados y han demostrado muchas veces que las ceremonias de premiación les importan bien poco, pero no deja de ser un despropósito que el filme no estuviera nominado en fotografía, efectos visuales o dirección artística (en su sentido amplio y no como escenografía). Ha tenido, sí, premios Satellite, Saturn, Critic´s Choice, MTV y hasta estuvo nominada a la Palma de Oro en Cannes.
En 2014 hemos tenido una secuela que, a diferencia de la primera película, se basó en una única historia: Una Dama por la que matar, segunda en publicarse. Sin ser mala cinta, no alcanzó la misma excelencia y no funcionó en taquilla: ya habrá momento para hablar de ella…
Existe también un proyecto de serie televisiva largamente aplazado y que volvería a involucrar a Rodríguez y Miller: ojalá lo veamos concretado.
Sin City es una joya que no ha envejecido un solo día desde su estreno y, en mi modesta opinión, la mejor película jamás hecha sobre un cómic (no dije adaptación). No sé cuántas veces la habré visto, treinta o más sin exagerar: si aún no lo han hecho, no esperen más.
Hasta pronto y sean felices…
Hola Rodolfo.
Por cortesía hacía ti, por haberme mandado tu artículo vía WhatsApp para leerlo, te escribo un comentario.
En lo referente a la forma, extenso y elaborado. De los que a mí me gusta. Se aprenden muchas cosas y te entran ganas de leer Sin City. Y hasta de ver su adaptación.
En su momento recuerdo que lo empecé a leer y no avancé mucho. No me llamaba. Pero no deja de ser una asignatura pendiente dada la popularidad de la cabecera.
Es bueno leer que los implicados en la peli de esforzaron por no mearse en el cómic. Es algo que es bueno escuchar.
Un abrazo.
Hola Adrián!! Muchas gracias por leer y por comentar. Te recomiendo tanto la lectura del cómic como el visionado de la película que, en efecto, no niega sus orígenes ni se avergüenza de ellos sino que los reivindica. Creo que no hay otro caso de tal dimensión. Espero que, llegado el momento, te guste. Un abrazo y muchísimas gracias por tu aporte!!