¿Cómo negarse a leer un libro con el que te vas a partir de risa? Tres enanos y pico, de Ángel Sanchidrián, se ha hecho famoso por su excelente sentido del humor y fantasía más desenfadada en la que, inevitablemente, evocaremos al genial Terry Pratchett.
Un joven estudiante humano se va un año de estancia a una ciudad enana para comprender a esta raza y se ve envuelto en una guerra entre elfos, orcos y trolls, todos ellos siendo parodiados con acierto. El motivo de este estudio es, además de equilibrar una estantería de su universidad a la que le faltan libros de enanología por un lado y se vence hacia el otro –donde está la elfología-, tratar de encontrar un sentido a la sociedad de los pequeños barbudos. Y de esto va gran parte del libro, pero todo ello descrito con un humor excelente. La caricatura llevada al máximo lo hace especialmente entretenido: tienen una tecnología muy avanzada pero no saben para que usarla si no es para beber o comer (por ejemplo unas catapultas que usan para pasarse carneros de un pueblo a otro pero no para la guerra), tienen una biblioteca llena de cabras que comen viejos manuscritos y donde los habitantes de la ciudad enana van a dormir cuando están borrachos. Y esto marca la tónica de la novela. Las descripciones, entre párrafo y párrafo, todas ellas, incluyen varios gags, lo que hará que disfrutes de cada parte del libro.
Da igual la trama: es humor y crítica
La trama en sí no tiene mucho: una guerra en la que el estudiante, miedoso e inútil, se ve envuelto. Pero nos sirve para conocer a los trolls, que hablan como idiotas pero intentando usar palabras excesivamente rebuscadas e inteligentes; los elfos, que son especialmente afeminados y se cabrean porque cuando dan un golpe en la mesa la rompen ya que es de cristal fino, y también hablan de sus churumbeles de ciento y pico años; las dríades, que no soportan hablar de veganismo y comer plantas. Y todo ello con múltiples referencias a los diálogos más míticos de las películas de El Señor de los Anillos… y eso que todo el arco argumental tarda en arrancar e incluso puede que se alargue innecesariamente. ¿Pero qué más da si te lo estás pasando genial? El autor ha apostado por el no descanso, por mínimo una reflexión o diálogo hilarante por página, y son casi quinientas.
– ¿Qué me decís? ¿Venís conmigo?
– ¡Cuenta con mi hacha! –vociferó Riñas.
– ¡Y con mi hacha! –aulló Robusta.
– ¡Y con mi hacha! –clamó Follón.
– Genial, un montón de hachas. ¿Y nadie tiene, por ejemplo, un arco?
– ¿Un arco? –preguntó Riñas en tono de guasa. Los tres rieron con ganas-. ¡Claro, un arco y un ramo de flores, princesa!
– ¿Qué arma arrojadiza usáis entonces los enanos?
Los tres se miraron entre ellos. Follón y Robusta asintieron. Riñas miró a Wifo:
– El hacha.
Por supuesto si te quedas en la superficie te llevas una novela de humor y fantasía, pero ojo a las críticas que hay detrás. El problema de hacer una crítica velada, entre risas, es que no siempre llega a su destino, pero somos muchos los que pensamos que es la mejor manera de hacerlo. Y aquí se crítica mucho la guerra, cómo te cambia la vida de golpe y no puedes hacer nada, la indiferencia por la desgracia ajena e incluso las crisis de refugiados. No es poco teniendo en cuenta el buen rollo imperante en estas páginas.
Es imposible no pensar en Terry Pratchett, algo que visto las críticas de este libro es algo muy manido. Muchos dicen que Ángel Sanchidrián es el Terry Pratchett español, o que Terry Pratchett es el Ángel Sanchidrián inglés. Pero da lo mismo ese título. Lo importante es tener referencias para saber captar al lector que va a disfrutar de tu novela, y si te gusta el mítico autor británico vas a volver a tener las mismas sensaciones con Tres Enanos y Pico.
Con este libro sí que vais a ser felices.