Bienvenidos, auténticos creyentes, a La Tapa del Obseso, la sección de Raúl Sánchez.
Fue en este sacrosanto blog en el que hablamos de la mítica etapa de George Pérez en los cómics de Wonder Woman. También hemos dedicado la entrada que se merece al personaje. Cuando un autor destaca tanto con un personaje que su etapa suele tener consenso de llamarse mítica o clásico suele haber un problema detrás. Es decir, que el brillo artístico suele cegar a los que vienen detrás: los hay que intentan ser continuistas como pueden, los hay que intentan romper con todo y apuestan por diferenciarse lo más posible…pero en realidad suele pasar que las etapas brillantes y clásicas marcan a un personaje de cómic, le dejan cosas casi talladas en piedra, que dirían los anglosajones. El tono que puso Frank Miller a Daredevil ha hecho difícil que el enfoque pueda cambiar mucho a partir de entonces. El tono que Garth Ennis puso a su maravillosa segunda etapa en El Castigador ha hecho que sea complicado no pensar siempre en ella al leer el personaje. Qué podemos decir del eterno problema de los X-Men de Claremont y Byrne. Hacer las cosas muy bien con un personaje dejan a éste, en parte, definido de una manera muy concreta. Continuar a partir de ahí suele ser un reto complicado.
De ahí que cualquier cómic de Wonder Woman posterior siempre ha tenido como primera pregunta si la comparación con la espectacular y mítica etapa de George Perez no echa abajo la historia. La experiencia de John Byrne en la serie no fue precisamente la mejor del mundo, por citar a uno de tantos. Innovar es complicado y más con personajes e historias que tienen literalmente décadas de argumentos y personajes. Pero es posible que el cambio de siglo haya traído ideas nuevas y etapas fantásticas de muchos personajes, como ha pasado en Spider-Man, Green Lantern, Batman, ahora mismo en la serie de Hulk (que va más en la línea de un cómic de miedo) o con el Castigador de Ennis.
En este caso hablamos de la etapa de Phil Jiménez que hemos podido disfrutar en España gracias a la editorial ECC en tres tomos. Se encarga del guión y en muchas ocasiones del dibujo. Y lo primero que salta a la vista es esto, el dibujo. Hablamos ya de cómics hechos en el siglo XXI, dejando muy atrás la etapa de George Pérez, pero el estilo visual, el trazo y el estilismo de los personajes es tal cual George Pérez los dejó. Es decir, Phil Jiménez derrocha detallismo en los pelos, los atuendos, los fondos, todo ello a niveles casi obsesivos dignos del mejor George Pérez. Se saca de la manga toda una capacidad casi comparable a su maestro para mostrar a montones de superseres en viñetas y en páginas, rescatando a la vez una forma de narrar gráfica que es deudora de la de Perez pero adaptada muy sutilmente al nuevo siglo. Es muy meritorio cómo consigue rescatar el legado de la mejor Wonder Woman y hacerlo de modo que no parezca anticuado ni desfasado en la época en que se hace. Es más: donde George Perez destacaba en los mil y un personajes, en la acumulación de personajes Phil Jiménez lo iguala y no se acobarda. A lo largo de la historia hay ambientaciones mitológicas, se va a Gotham, hay ambientes urbanos, ambientes espaciales, ambientes interiores no muy grandes más informales y más íntimos, con sus correspondientes personajes, expresiones faciales y corporales más comunes y etcétera. Es común centrarse en los ambientes y expresiones emocionales que uno maneja mejor, es inevitable, pero aquí Phil Jiménez dibujando hace una maravilla que yo he visto pocas veces: queda al mismo nivel en todos los muy diferentes ambientes de su etapa. No desentona ningún ambiente, se desenvuelve de maravilla en todos ellos.
Dentro de las cosas que yo siempre recordaré de las primeras veces que leí a George Perez es la sensación de que tenía talento y no era vago. Quiero decir: es de las primeras veces que yo veía que los personajes tenían diferente complexión física, altura, forma de la cara y demás. En tantos y tantos para diferenciar personajes tenían que recurrir al disfraz, a distintos peinados y poco más. Pero con George Perez veías que quienes eran hermanos compartían rasgos en la cara. Phil Jiménez recupera esta tradición para mostrar los parecidos de la protagonista, Diana, su madre y su hermana. Usa distintos planos dentro de un clasicismo narrativo, arriesgandose aún más que George Perez. Por no extendernos más: hace lo que hizo Perez en la obra de referencia del personaje pero en más ambientes posibles, arriesgandose más aún y durante más tiempo. No todo en la vida es cuantificable, pero quizás haya que reconocer que o se ha quedado a la altura del mito o puede que no sea tontería decir que lo ha superado en cuanto a dibujo.
¿Qué podemos decir de la historia? Pues que retoma gran parte de los temas, personajes y sentido de la etapa de George Perez, siendo una continuación muchos años después de ésta. En todo momento Diana se ve envuelta y en permanente contacto con su parte mitológica, los dioses, las diosas, las criaturas fantásticas, los mitos. El dibujo de Phil Jiménez o de George Perez no puede sentar mejor a elementos sobrenaturales de la mitología griega, con su esfuerzo por la proporción y la belleza clásicas. Pero Phil Jiménez no hace simplemente un ejercicio de nostalgia, sino que continúa a partir de mucho de lo que dejó Perez. El conflicto con Ares va más allá, las diferencias ideológicas entre las amazonas y su relación con el mundo son tratadas con esmero y cuidado, hay personajes del pasado que han madurado y otros que es doloroso ver en qué se han convertido. Es decir, entre los dos autores han pasado muchas cosas y la solución del autor es tirar del espíritu de la protagonista, es decir el espíritu de la Verdad. Argumentalmente Phil Jiménez extrae de Diana su esencia, que es la Verdad, la piedad y la justicia a toda costa, nos hace querer y admirar a un personaje de ficción. Es una alusión permanente a lo mejor del ser humano frente a toda adversidad, más allá de los superpoderes fisicos y místicos de Wonder Woman. En ese sentido la pone como uno de los más que merecidos estandartes de la luz en el universo DC. Consigue de manera estupenda transmitirnos el sentido de la maravilla ante un personaje fuerte pero sensible, sin caer en cursilerías. Esto es complicadísimo de hacer, porque la línea que separa ambas cosas es muy delgada.
En definitiva, la etapa de Phil Jiménez nos lleva de aventuras por la mitología, por guerras interestelares, por disputas filosóficas sobre cómo debe ser una sociedad ideal o por cosas más íntimas como el historial sentimental de Diana, tanto amoroso como amistoso. En todos los acercamientos hay una idea de puzzle que encaja con el resto de piezas. Da la sensación en todo momento que no se ha limitado a ir tirando cada mes o cada seis meses para sacar un tomo que cuente una historia: respeta cada número de la colección como si fuera valioso por sí mismo. Se dice todo lo que se tiene que decir, y casi nunca es paja o sobra. Es, en ese sentido, un cómic extraño en su época pero que no se siente desfasado. Phil Jiménez lo ha hecho, vaya. Ha igualado, como poco a George Perez. Y no es tontería decir que a todos los niveles puede haberle superado en Wonder Woman. La vida sigue dando sorpresas y las cosas clásicas son igualadas o superadas. Me parece maravilloso.
Sed felices.