En el día de la fecha y a los 88 años de edad, nos dejó el querido y entrañable Joaquín Lavado, más conocido como Quino. Gloria absoluta del humor gráfico, se lleva el honor de ser el autor más internacional y traducido del idioma español en tal categoría.
Su nombre era Joaquín Salvador Lavado, pero para todos y por siempre será recordado como Quino. Había nacido en Mendoza, Argentina, un 17 de julio de 1932. Hijo de padres inmigrantes malagueños, su pasión por la historieta nació cuando solo tenía tres años y por influencia de un tío que era diseñador gráfico. Ya crecido, estudió Bellas Artes en la Universidad de Cuyo, aunque no llegó a terminar la carrera debido a su mudanza a Buenos Aires; de todos modos, le sirvió para adquirir los fundamentos básicos del dibujo.
En Buenos Aires, sus primeros pasos no fueron fáciles. Así y todo, consiguió, a partir de 1954, publicar sus primeras tiras humorísticas en la revista Esto Es para luego seguirlo haciendo en otras de mucha tirada en la época, como TV Guía, Panorama o Atlántida y terminar llegando a dos emblemáticas publicaciones argentinas, como Rico Tipo y Tía Vicenta, esta última creada por Landrú, otro gran humorista gráfico argentino, y más claramente orientada hacia la sátira política. Ya para ese entonces se había ganado un cierto prestigio e, inclusive, llegó a publicar su primer álbum recopilatorio en 1963, llamado Mundo Quino.
Paralelamente a ello, fue introduciéndose en el dibujo publicitario e, increíblemente, allí estaría el origen de lo que sería su personaje más famoso, pues para una campaña de la marca de electrodomésticos Mansfield de la firma Siam Di Tella, creó a la niña Mafalda, quien, junto a su familia, eran consumidores que disfrutaban las bondades de los productos de la marca: de hecho, el nombre Mafalda estaba asociado, fonéticamente, al de la misma, aunque Quino también se inspiró en el nombre de una niña bebé que aparecía en Dar la Cara, película argentina de 1962.
La campaña, sin embargo, terminó cayendo en saco roto, pues los periódicos de la época se negaron a incluir un material que pudiese ser confundido con las tiras propias además de funcionar como una forma de publicidad encubierta. Pero el personaje ya estaba creado y Quino no iba a rendirse: ya alejado de cualquier campaña publicitaria, reinventó el personaje para la revista Primera Plana, en donde aparecería publicada por primera vez el 29 de septiembre de 1964 (ayer justamente se cumplieron 56 años) y, desde ese momento, la historia sería otra.
Mafalda era una niña de clase media, cuya familia reflejaba los cánones de vida y consumo propios de la época. Sus comentarios, generalmente mordaces, estaban siempre cargados de un fuerte pesimismo o nihilismo pero, a la vez, un profundo humanismo. Por encontrar un referente contemporáneo, se la podría comparar con Lisa Simpson, pero bastante menos ingenua e idealista: la crítica contenida en Mafalda es mucho más escéptica que militante.
Hacia 1965, se fue gestando su grupo de amigos con varios personajes nuevos que también se volverían icónicos, entre ellos su mejor amigo Felipe, de buen corazón pero pésimo alumno en el colegio; Susanita, siempre soñadora pero muy conservadora, siendo sus objetivos de vida casarse y formar la familia perfecta; o el cejijunto Manolito, siempre materialista y ávido de hacer dinero como sea.
En 1966 se incorporaría el egocéntrico Miguelito, a quien Mafalda conocerá en la playa y que se va a decepcionar enormemente cuando sepa que no es el único amigo que ella tiene. Hacia 1967, la madre de Mafalda se aparecería con la novedad de que estaba embarazada y ello daría lugar a la irrupción del pequeño Guille. Ya para 1970 se incorporaría al grupo Libertad, otra soñadora pero mucho más combativa e idealista (su nombre lo decía todo), que representaba bien el espíritu de muchos movimientos de la militancia de la época. Como curiosidad, hay que decir que nunca supimos el nombre del padre de Mafalda; sí el de su madre: Raquel.
Mafalda se publicó hasta 1973. Desde 1965, ya había comenzado a aparecer en el diario El Mundo y ello le significó la puerta grande para ingresar al mercado europeo, siendo la tira muy exitosa en España, Francia, Grecia o Italia, en donde fue editada nada menos que por Umberto Eco, fan incondicional del personaje al cual, según él, había que entenderlo para poder entender Argentina. El personaje, además, dio lugar a películas animadas y álbumes recopilatorios, siendo traducido a más de treinta idiomas.
En la segunda mitad de los setenta y tras la llegada de una nueva dictadura a Argentina, Quino se exilió en Milán y continuó dedicándose al humor gráfico por el resto de su vida, por lo menos hasta 2006, mientras su salud se lo permitió. En 2014 fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Quino nunca tuvo hijos; fiel a su ácido pesimismo, decía no ver bueno “traer a alguien aquí sin haberle preguntado”. Después de los noventa su salud fue en deterioro: en los últimos años se movía en silla de ruedas y fue perdiendo la vista hasta quedar ciego en 2019. Ayer, a los 88 años y por causas naturales, nos dejó en su Mendoza natal, pero su aporte permanecerá imborrable en la memoria colectiva con esos personajes queribles que nos hacían reír a la vez que reflexionar y que se convirtieron en íconos culturales, al punto que en Buenos Aires, una serie de murales en las estaciones de los trenes subterráneos los evocan e incluso una plaza lleva el nombre de Mafalda, además de tener una estatua en Parque Saavedra.
Es que los personajes de ficción, al volverse tan icónicos, terminan por tener no solo personalidad sino también existencia propia y, como tal, no hace falta tener registrado el nacimiento para, por ejemplo, dar nombre a una plaza.
Hasta siempre, querido Quino. Gracias por todo, gracias por tanto…
Rodolfo gracias por tu reseña de la vida de Quino y de la vida de Mafalda. De más está decir que soy una porteña del 65 y Mafalda me representa totalmente. Me hiciste emocionar en las últimas líneas. Una estrella más hacia el cielo partió con Quino. Gracias de nuevo por la nota.
Hola Analía:
Al contrario! Gracias a ti por leer y por comentar. Tu sentimiento lo compartimos muchos de quienes hemos crecido con la obra de Quino. Un saludo!
Gracias Rodolfo por tan interesante artículo, Mafalda siempre vigente ,Quino un visionario como ninguno , que nos dejó su sonrisa eterna.
Hola Mónica:
Al contrario, gracias por leer. Totalmente cierto lo de la sonrisa eterna. Este sitio se llama “las cosas que nos hacen felices” y Quino, como pocos, contribuyó a ellas. Un saludo y que estés bien!
No sabía que había quedado ciego.
Bueno. Como siempre, lectura veloz, fácil y digerible.
Hola Ricardo:
Gracias por leer, por comentar y por el concepto. Así es: había perdido la vista; quizás el más cruel destino para un dibujante. Un abrazo y que estés bien!
Rodolfo:
Muy lindo artículo, creo que Mafalda representó y representa a la clase media argentina y sus vaivenes. De hecho hay una tira muy interesante al respecto que justamente Quino, a través de Mafalda se pregunta qué es ser clase media. Pero, más allá de esto, Quino no sólo fue Mafalda y dejó un montón de viñetas que siempre están en las bibliotecas esperando para un nuevo lector o para der disfrutadas una y otra vez.
Un abrazo!
Hola Vick:
Gracias por leer y por el aporte. Desde ya que Quino no es solo Mafalda si bien, por supuesto, es su personaje claramente más icónico. De hecho, en algún momento requeriría un artículo más amplio al respecto. Un saludo y gracias nuevamente!