Bienvenidos, hijos de los destructores de serpientes, a este rincón del Nuevo Mundo, en el que bebemos vodka, leemos libros de Danielle Steele, y lloramos por las estrellas caídas. Bienvenidos, a los Análisis de American Gods. La aventura de hoy viene de la mano de Thomas Carter, un hombre que ha dirigido, por ejemplo Espera al último baile; o su versión para adultos (y es que dirigió bastantes películas para adultos bajo el pseudónimo de Mr.X). Al guion, tenemos a Anne Kenney, cuyos últimos trabajos incluyen algunos episodios de Outlander. Y sabiendo quien nos guía en este oscuro camino, metámonos de lleno entre ceniza y demonios. Vayamos al análisis de American Gods, tercer capítulo de la tercera temporada.
Como siempre, aquí podréis encontrar la hoja de ruta que hemos seguido hasta ahora.
En reposo
Da igual cuando, o dónde. En momentos de gran necesidad, todos estamos tentados y recurrimos a la sabiduría ancestral. En 1765, en Pensilvania, por ejemplo, una mujer invoca a Demeter. Pero todos conocemos ya a los Dioses, Viejos y Nuevos; y pocos, o ninguno, dan sin recibir.
El Padre de Todos conoce la deuda que tiene con sus adoradores, pero no todos le preocupan por igual. Aquel viejo grupo de Metal con el que abría la temporada ha sido diezmado, y aunque todos sabemos que la Señora Mundo está en esto, a Odín le preocupan mas otro asuntos. En concreto, conseguir flores (o tripas de cerdo) para su reconciliación con Deméter.
Deméter, Diosa Madre de la agricultura, de todo lo verde, joven y puro; de los eternos ciclos estacionales y de la vida y la muerte; es solo una paciente de un sanatorio mental, para el absoluto perplejo del Señor Miércoles, que esperaba algo más… Espectacular. Pero loca no es tonta, ojo. Y Demeter sabe. Sabe que quizá la única opción de ser adorada es por locos. Sabe que Miércoles quiere el dinero… y algo más.
En un reposo menos relajado, Bilquis sigue pensando en su último e indigesto adorador, y está bregando con las consecuencias de un acto que fue poco adecuado desde el principio. Pero ahora las cosas empeoran para ella, y va a recibir una visita, no inesperada, pero si poco deseada.
En la zona muerta
La Esposa muerta murió, pero tampoco era la primera vez. Y ahora va camino a ninguna parte, en un viaje poco cómodo y tranquilizador. Un viaje que acaba en una burocrática aceptación de la realidad, cosa que todos sabemos que no es la especialidad de la Esposa Muerta. Y es que la paciencia no es una de las (poquísimas) virtudes de Laura Moon, y perpetra un póstumo robo que la lleva a una desconcertante situación.
Y es que el purgatorio es algo que no le sienta bien a Laura Moon. La esposa Muerta ha estado muerta tanto tiempo, que Aceptar la Realidad es quizá imposible para ella. Los mejores momentos de Laura Moon son tan desconcertantes e insípidos como ella misma, y no van a descubrir nada nuevo a nadie sobre la Esposa Muerta. Y es que Laura Moon se conoce muy bien, y se acepta a si misma como lo que es: una perdedora, no muy buena persona, psicológicamente dañada y muy enfadada.
O tal vez no. Tal vez es simplemente una persona. Una cualquiera, que ha cometido errores, pero también ha sufrido los de otros. A veces nos jodemos la vida, y a veces nos la joden otros. Y a eso, amigos, se le llama Aceptar la Realidad.
En Lakeside
Shadow Moon sigue intentando integrarse, aunque la forma de hacerlo sea buscando en el bosque el cadáver de una chica desaparecida. Y en todo esto, Ann Marie, la amable vecina, sigue siendo demasiado amable, y la investigación un tanto… rústica. Shadow intenta ser comprensivo con las disculpas del Sheriff basadas en la corrección política. Después de todo, Lakeside sigue siendo América ¿Es así?
En su intento por encajar, Mike sigue acercándose a su vecina, la periodista. A estas alturas os habréis dado cuenta de que está emparentada con la señora Ann Marie, ya que su hijo es el nieto de esta. También os habréis dado cuenta de la gran cantidad de allanamientos que se están cometiendo en Lakeside ¿verdad?
Shadow vuelve a soñar con el supermercado, pero esta vez, es Bilquis la que le pide ayuda. No hay bisontes, pero si nieve, danzas africanas, y una sensación de pertenencia muy extraña. Pero los sueños no son solo sueños si eres Shadow Moon, y aunque los periódicos tampoco sean solo periódicos, decide que Bilquis le necesita… aunque eso pase por hablar con su padre. Por desgracia, al llegar al apartamento, no es Bilquis la que espera, sino un malherido Technical Boy. Puede que sea un tocapelotas, pero ¿Lo dejará dolerse Shadow Moon?
La Opinión de Sofía
Me ha gustado mucho este capitulo. He de admirar la dirección de Thomas Carter, ya que me parece que, siguiendo la estética de la serie, es un tipo que sabe dirigir actores, y nos ha regalado algunos de los mejores planos de los personajes hasta la fecha. Hemos visto a unos personajes más personas, y eso me ha encantado. Bravo por Thomas Carter. Alabar también la decisión de seguir adelante con la historia, y no mirar atrás en cuanto a Shadow Moon y a Odin, comenzando a adentrarnos en la desaparición de la niña, adentrándonos en Lakeside; y hablando un poco más de Odín y su vida antes de la Guerra.
Hablando de Odín, es cierto que El Padre de Todos parece algo perdido esta temporada. Acostumbrados a un Miércoles casi omnipotente y todopoderosos, ahora lo vemos continuamente asombrado y descolocado. No es algo que me moleste, pero tampoco estoy segura de como tomármelo.
Y como no hablar de Laura, a la que he conseguir coger cierto cariño ahora que parece no ser un estorbo para el arco argumental de Shadow Moon y se ha convertido en un personaje por si misma. Me ha encantado su arco, y creo que es, a nivel técnico, el mejor del capítulo. Que transiciones tan bonitas, y que guion mas delicioso.
En general, me ha gustado muchísimo más este capítulo que el anterior, y me gustaría que la serie siguiera esta línea esta temporada, sabiendo como sabemos que volveremos a ver a los Dioses americanos en una cuarta entrega. Detenerse a hablar de las personas me parece un acierto ¿Seguiremos así? Eso solo lo sabremos la semana que viene. Hasta entonces… sed felices.