Continuamos analizando Los Amos del Aire, miniserie que, producida por Steven Spielberg y Tom Hanks, retrata los eventos y personajes ligados al 100° Grupo de Bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial, tocándonos hoy el séptimo episodio, cuyo título es simplemente Parte 7. Creada y desarrollada por John Shiban y John Orloff, la miniserie es emitida semanalmente por Apple TV+.
Bienvenidos nuevamente para analizar otro episodio de Los Amos del Aire y por cierto que el séptimo, que hoy nos ocupa, es una gran entrega y cierra mejor que la anterior sus diferentes arcos, que en este caso son dos…
Ello no quiere decir que no haya alguna deficiencia y hasta alguna incongruencia que ya hablaremos, pero la dirección y el guion se las han apañado para que tanto el arco de John y Gale en el campo de prisioneros alemán como el de Rosenthal y Crosby en la base de Thorpe Abbotts mantuvieran el interés a lo largo del capítulo, permitiéndonos incluso el segundo de ambos ver ahora al 100° (o a lo que queda del mismo) atacar el corazón de la Alemania nazi.
Pasemos pues a ver qué nos ha dejado este episodio no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
Cartas y Noticias en la Reclusión
Comenzamos en Stalag Luft III, el campo de prisioneros de la Luftwaffe al cual, entre otros, han ido a parar John y Gale. Siendo todos colegas del aire, el trato es algo más humanitario que en otros campos administrados por la Gestapo o las SS y, por lo menos, se les permite recibir correspondencia. De hecho, Gale le ha propuesto matrimonio a su novia y le ha respondido afirmativamente, lo cual genera argumentalmente una pequeña incongruencia: si se venía intercambiando correspondencia con ella, ¿cómo es posible entonces que su propia fuerza aérea no supiera que estaba vivo?
Más allá de ello, la situación crea una diferencia de percepción por momentos antagónica entre Gale y John, pues mientras este último quiere pensar en salir de allí aun cuando en ello les vaya la vida, el segundo es cada vez más partícipe de permanecer en reclusión hasta que el conflicto termine y así quizás poder regresar a su casa y a su Marge. Gale, en cambio, dice haber hecho en su vida todo mal y, por lo tanto, no tiene nadie que le envíe cartas…
Los días son duros: la dieta puede incluir sopa de gato y no tienen noticias del exterior acerca de los frentes de lucha. Un receptor de onda corta montado de manera clandestina les permite, sin embargo, captar emisoras aliadas y así es cómo se enteran del fracaso de la acción británica en Montecassino, los enfrentamientos en Anzio y la paliza soviética que los alemanes están recibiendo por el este. Pero el receptor es descubierto y habrá que abocarse a la tarea de armar uno nuevo aun cuando haya que sacrificar el reproductor de discos de pasta.
Se nota que no les está yendo bien a los alemanes, pues se los ve cada vez más nerviosos y ello deviene en hechos desagradables, como que un prisionero norteamericano reciba un disparo simplemente por no estar en su lugar.
Lo peor, sin embargo, llega con las noticias de la famosa “gran evasión” de la que habláramos en el análisis del capítulo anterior. La operación que dio lugar a la fuga de ochenta prisioneros por un sistema de túneles fue, en efecto y como se sabe, montada por los británicos, lo que hace que los americanos solo sean puestos al tanto por los guardias a su cargo…
No solo se les informa que los presos recapturados han sido ejecutados, sino que además se anuncian condiciones de seguridad más rigurosas, mencionándose incluso que el campo pueda pasar a manos de la Gestapo o las SS, además de separados los prisioneros judíos. Nos alegramos en ese momento de que Rosenthal no esté allí…
Lunes Negro y Misión N° 25
Rosenthal, como habíamos visto sobre el final del episodio anterior, ha regresado a la actividad y encuentra que, en sus pocos días de ausencia, el 100° se ha plagado de rostros juveniles y nuevos, lo que va en consonancia con los reemplazos por las pérdidas sufridas. El relato en off de Crosby nos dice que ya no hay siquiera esfuerzo en conocerles ni trabar amistad con ellos, porque lo más probable es que en pocos días no estén.
Por otra parte y contrastando con ello, todos ven con alegría regresar a la base sanos y con vida a Quinn y Bailey, de quienes así nos enteramos que han logrado finalmente escapar de Francia. Algo apresurado y en off el cierre de su arco…
Contrariamente a lo que parecía, volvemos a tener noticias de la “subalterna” Westgate, quien cada tanto tiene aventuras entre sábanas con Crosby y la relación pareciera, contra todo pronóstico, no quedar trunca. Sin embargo, hay algo extraño en ella, pues no sabemos la causa de sus largas ausencias ni tampoco dice palabra a Crosby cuando le pregunta al respecto. Creo que su verdadero papel en la historia puede darnos alguna sorpresa: lo bueno es que no hayamos perdido al personaje…
Apenas regresado Rosenthal, su cuerpo recibe una misión de lo más suicida sobre Berlín. Se trata del famoso “lunes negro” (no confundir con el del desplome bursátil de 1987), tal como se conoce a la operación aérea del 6 de marzo de 1944 en la cual los americanos perdieron nada menos que quince aviones, consiguiendo solo dieciséis regresar a Inglaterra y uno de ellos en pésimas condiciones.
Pero si no bastara con ello, ya al otro día se les anuncia una nueva misión… que es la misma. En efecto, el coronel Bennett, reemplazo momentáneo de Harding que se halla en Londres, les pone al tanto de que nuevamente deberán volar sobre Berlín, en este caso para dar cuenta de una fábrica de rodamientos. El hecho de que la ruta de navegación sea exactamente la misma que la del “lunes negro” siembra desolación entre todos, lo cual Bennett busca calmar parcialmente al comunicarles que él mismo estará al frente de la acción.
El panorama no puede pintar menos pesimista, pues solo les quedan quince bombarderos disponibles, cifra exactamente igual a la de los que fueron derribados en la anterior misión sobre Berlín: la sensación general entre los hombres del cuerpo es que son solo piezas intercambiables y no hay ningún complejo ético en mandarlos a la muerte a todos.
Afortunadamente, sin embargo, hay algo que cambia bastante las cosas al momento de partir y es que son escoltados por un escuadrón de cazas P-51 Mustang , los cuales, llegado el momento del encuentro con los cazas alemanes, logran abrirles paso para bombardear el objetivo y regresar a la base con la pérdida de un único bombardero.
Rosenthal ha regresado con éxito de su vigesimoquinta misión y ello significa que tiene habilitado el retorno a casa. Hay fiesta en la noche, pero a la vez llegan desconcertantes y devastadoras noticias: los altos mandos han decidido estirar a treinta el número de misiones necesarias para regresar. Ello no afecta a Rosenthal, pero sí a otros que están esperando el momento y deberán esperar aún más, lo que genera incluso que alguno de ellos increpe al propio Rosenthal y condene el “cambiar las reglas del juego durante el juego mismo”.
La culpa, una vez más, hace mella en Rosenthal, que va a ver a Bennett para pedir ser reenlistado y este, en efecto, le adjudica el mando del 350° que él mismo ha dejado vacante al pasar a hacerse cargo del 100°.
Balance del Episodio
Está bien claro que las acciones aéreas ya no tienen el protagonismo de los primeros episodios al estar fuera de las mismas los dos principales personajes de la serie, pero ello no significa que no importen en cuanto a sus consecuencias humanas ni que la trama de Stalag Luft III carezca de interés, sino que por el contrario, se convierte en la primera incursión de las series de la dupla Spielberg-Hanks en los campos de prisioneros de guerra.
Es en ese sentido un punto interesante el de las diferencias de percepciones y experiencias. Para John puede ser necesario e imperante salir de su reclusión, pero para Gale lo es todavía más regresar a casa y contraer matrimonio con Marge: las historias personales de ambos, con afectos o sin ellos según el caso, son claramente el punto de conflicto. Y las noticias sobre la fuga de los británicos, con las consecuentes ejecuciones de los recapturados, pareciera dar a Gale un argumento a favor.
Algo semejante se vive en la base con la noticia de que el número de misiones para ser desafectados ha sido estirado a treinta. La alegría del triunfo y de una nueva misión exitosa crea sensaciones opuestas entre quienes regresan de inmediato a casa y quienes deben seguir esperando para hacerlo. Pero Rosenthal es coherente con la decisión que tomara al final del episodio anterior y si algo ha aprendido de su paso por la finca de descanso es que no va a abandonar a los suyos cuando le consideran tan importante. Es sin duda un gesto valiente y habrá que ver hacia dónde le conduce (no voy a espoilear con lo que la historia misma nos cuenta al respecto).
Una buena noticia es que no hayamos perdido a Westgate, quien se había revelado en el episodio anterior como un personaje interesante pero, como fue dicho en la reseña, habrá que ver ahora cuál es el secreto que encubre, pues está claro que a Crosby no le cuenta todo. Su repentina e inoportuna convocatoria en el episodio anterior ha sido bastante misteriosa, aunque en ese momento quizás lo tomamos como otra más de las historias sentimentales que no lograban cerrarse. Pero ahora salta a la vista que había algo más y que el arco entre ella y Crosby no estaba cerrado…
Particular nostalgia me ha despertado la pesca de transmisiones en onda corta, algo que los más jóvenes quizás nunca hayan experimentado, pero que forma parte del pasado de muchos de los que ya tenemos una cierta edad. En lo particular, me hizo recordar a mí mismo buscando captar transmisiones de radios extranjeras durante la dictadura argentina de los setenta y primeros ochenta o, ya durante la guerra de Malvinas, buscando oír qué decía el bando británico desde la BBC. Ya sé que son sensaciones puramente subjetivas y personales, pero en definitiva qué no lo es…
Con respecto a la oportuna intervención de los cazas P-51 Mustang puede sonar para muchos a la caballería interviniendo en el momento justo, pero es un dato históricamente avalado que los mismos fueron justamente decisivos como escolta de los bombarderos durante la etapa final de la segunda guerra mundial y se les adjudica, en principio, el derribamiento de cerca de cinco mil aviones alemanes.
En el balance, ha sido un gran episodio y mejor cerrado que el anterior (más aún: lo revaloriza al reabrir alguna subtrama que creíamos mal cerrada). Lo bueno es que ya la serie pareciera haber definido quiénes son sus personajes principales además, claro, de John y Gale, algo que se hacía difícil en los primeros episodios.
El mayor problema que ha mostrado esta entrega, no obstante, es el de resolver en off y tan apresuradamente la subtrama que involucraba a Quinn y Finley que, de hecho, reaparecen tan rápido como vuelven a desaparecer. No se condice ello con el desarrollo que, particularmente Quinn, adquiriera algunos episodios atrás ni con el de algunos personajes secundarios de la resistencia que parecían haber pasado a tener importancia, como el caso de las dos muchachas. Una pena que se haya pasado por encima de todo ello de modo tan desabrido…
Quedaría por ver, desde luego, si Quinn y Bailey reaparecen del mismo modo que lo ha hecho Westgate o si algún flashback nos ilustra acerca de la historia faltante, pero a primera vista la impresión es que no y solo quedan dos capítulos por delante, lo que hace pensar que poco lugar quedará para ello en la medida en que las definiciones comiencen a llover de manera más copiosa.
Hasta la próxima y sean felices…