Bienvenidos, una semana más, adoradores de Humpeerdoo, a este nuestro humilde espacio de oración. Esta semana llegamos tarde, pues el auténtico mesías nos ha maldecido con problemas técnicos. Pero, por supuesto, los hemos superado para traeros el análisis del penúltimo capítulo de esta tercera entrega de Predicador. El final se acerca, y nosotros estamos ansiosos por conocer el destino de nuestros mesías. Así que nos ponemos manos a ello. Y recodad, que en este ya cansino enlace, podéis encontrar todos los análisis de capítulos y temporadas anteriores. Ahora, conozcamos Schwanzkopf.
Génesis y Apocalipsis
Tras una lucha a los Custer, hemos de despedirnos del Gran Padre. Me resulta una lástima, porque me parecía un buen villano, y servía de contraparte a Herr Starr pero, seamos sinceros, estábamos todos deseando que Jesse se saliera con la suya y recuperara a Génesis. Por cierto, dejadme decir que la cantidad de Gran Padre que queda después de su experiencia con Génesis me parece realmente decepcionante. Tan decepcionante, como asquerosa me parece la pelea entre Herr Starr y Jesse para recuperar su alma. Predicador se ha caracterizado siempre por no escatimar en detalles insalubres, pero absolutamente todo lo que ocurre en esa escena me ha revuelto el estómago. Pero para compensar, alabemos al señor, porque ¡Génesis ha vuelto!
El fin del mundo se acerca. Y Humperdoo está ocupado…emm… bueno, tocándose. ¿No os parece que él y T.C. harían buena pareja? La escena donde Herr Starr explica a Jesse el plan del Grial me parece, con diferencia, una de las mejores de la serie. Creo que es la esencia misma de Predicador: macarra, desagradable, y directo. Ni mujeres, ni discapacitados, ni liberales, ni daneses. La iglesia tiene claro a quien quiere de su lado. Y Jesse Custer tiene claro del lado de que Iglesia quiere estar. Jesse no es un asesino cualquiera, pero eso no le excusa de ser un psicótico peligroso. Y un psicótico peligroso con una máquina de clonación, ya os lo adelanto, no es una buena idea. Y mientras él vuelve al mundo, Hoover vuelve a casa.
Una bomba en el autobús
En la parada del bus tenemos a la alegre troupe infernal. Hitler, Eugene y Lara, custodiados por el Santo de los Muertos y el Ángel de la Muerte, aguardan al transporte hacia la condenación eterna. Pero Tulip necesita el maletín y allí que aparece, tentando a la suerte. Demasiado, porque para no tener boca, Eugene habla de más, y acaban cogiendo a Tulip para el camino. Y aquí me surge una duda, ¿Desde cuando Eugene es tan entusiasta de Tulip? Apenas se dirigieron tres palabras la primera temporada. Y ¿Desde cuando Tulip tiene esa bondad estúpida? Un pelín cogido por los pelos.
El viaje al infierno es lo más parecido a una excursión escolar que se haya visto en esta serie. Tulip quiere irse, Eugene es el plasta santurrón de siempre, y Hitler solo quiere ver el mundo arder (Oh, que sopresa). Además contamos como carabinas con El Pistolero y la perra de Satán, que hablan sobre la anarquía normativa en el infierno mientras el extraño trío trata una y otra vez de escapar, sin mucho éxito. Hasta que Tulip recuerda que es la maldita jefa de todo este cotarro, y que nadie salvo ella sabría como salir del bus al infierno. Está a punto de volver a fallar cuando, y os juro que nunca pensé que diría o escribiría esto, los nazis aparecen para salvar el día.
El adiós y el retorno al hogar
Cassidy intenta acabar con el Rey Pringado a su manera. Pero Eccarius lleva demasiado tiempo acumulando poder para dejarse ganar por un yonki sin fuerza. Y, mucho me temo, a Cass le espera algo peor que la muerte. Tras señalarlo como el culpable de todos los males delante de su corte de pringados, Eccarius quiere darle una lección al bueno de Cassidy. Así que aquí tenemos a Cassidy, dolorosamente atado a una mesa de billar, esperando ver como la luz del sol lo abrasa poco a poco, mientras Eccarius se ocupa de sus movidas. Pero puede que la dulce ancianita de la que ton poco me fiaba al principio, tenga un último papel.
Hoover y Lana han vuelto con Herr Starr que se prueba pelucas tras la prohibición de Jesse de usar sombreros ¿Un toque divertido? Sin duda. Y algo más. Un recordatorio sutil de que siempre hay una carretera secundaria por donde transitar, cuando la principal está cortada. Sin sombreros, aún quedan pelucas.
La opinión de Sofía
Mira, no os voy a engañar, porque no estoy aquí para eso. A mí el capítulo me ha parecido flojo. Si me hubieran colado este capítulo la temporada pasada, me lo habría tragado con patatas. Pero una temporada tan hilada, y bien llevada como esta, un pre climax tan flojito como este me sabe a poco.
Y no es que no sepa ya a que juega Predicador. Sabemos que aún quedan tramas por resolver, que prefieren dejar para futuro. Pero es que me parece que no han sabido aprovechar el potencial de las tramas que tienen abiertas, y que han querido jugar demasiado al despiste, dejando abiertas las tres tramas de los protas.
Si esto acabará bien o mal, lo sabremos pronto. Hasta entonces… sed felices.