Hoy hacemos repaso de Réquiem por un Sueño (Réquiem for a Dream, 2001), filme provocador y perturbador que, dirigido por Darren Aronofsky y protagonizado por Ellen Burstyn, Jared Leto y Jennifer Connelly, ofrece de modo descarnado y desgarrador el retrato de una sociedad americana decadente y cruzada por adicciones en el sentido más amplio del término.
Bienvenidos sean a un nuevo retro-análisis, hoy para hablar de Réquiem por un Sueño, película del año 2000 tan difícil de ver como de olvidar dirigida por Darren Aronofsky. Basada en la novela homónima de Hubert Selby Jr. de 1978, el propio escritor venía desde hacía años dándole vueltas a una posible adaptación cinematográfica y hasta había escrito un guion provisorio, pero Aronofsky, quien venía de ganarse a la crítica con su largometraje debut Pi, Fe en el Caos (1998), quedó prendido al leer la novela y, como fan de la obra de Selby desde sus días de estudiante secundario, se abocó a la idea de trabajar en el suyo propio.
Junto con el productor Eric Watson, adquirieron los derechos y, al comparar el guion con el que Selby había escrito, la primera diferencia era la edad más juvenil de los personajes. A los productores no les gustó la idea por lo inquietante y sórdido de la trama, pero terminaron llegando a un acuerdo para que Aronofsky y Selby trabajaran juntos en un guion intermedio que diera protagonismo compartido jóvenes y adultos. A la larga fue una ganancia porque ello dio al planteo de la película mayor alcance generacional a pesar de estar los personajes unidos por un mismo denominador común.
Faye Dunaway rechazó el papel de Sara y también lo hizo inicialmente Ellen Burstyn, pero esta última reconsideró su posición tras ver el trabajo anterior de Aronofsky y acabó por aceptar un rol que, en propias palabras, era “más difícil que el de El Exorcista” (aquí retro-análisis).
Jared Leto, que venía de La Delgada Línea Roja (1998) y El Club de la Lucha (1999), fue el elegido para el papel de Harry tras ser rechazado el mismo por Giovanni Ribisi. Otro tanto ocurrió con el de Marion que, después de la negativa de Neve Campbell (ya para ese entonces estrella de la saga Scream), recayó en una Jennifer Connelly que tenía desde adolescente una profusa carrera cinematográfica jalonada por varios éxitos, pero que aún no había ganado el Oscar como lo haría dos años después por Una Mente Maravillosa (2001).
El rodaje se realizó en Brooklyn (barrio natal tanto de Selby como de Aronofsky), que es donde, contada a lo largo de tres estaciones (verano, otoño e invierno), la historia transcurre. Los actores se comprometieron con sus personajes al punto que Leto perdió deliberadamente peso a los fines de verse como un adicto consumido y Connelly se instaló durante meses en el mismo edificio en que vive la protagonista. Y a los fines de dar un mayor realismo, se recurrió incluso a adictos reales como extras.
La Historia
Harry (Jared Leto) es un joven adicto que, para comprar drogas, le roba siempre el televisor a su madre Sara (Ellen Burstyn), quien a su vez lo vuelve a comprar una y otra vez en la casa de empeños a la que sabe que él lo lleva.
Es que así como él no puede vivir sin la heroína, tampoco ella puede hacerlo sin su aparato, del cual es igual de dependiente y en particular de un programa de juegos conducido por una especie de gurú de la buena alimentación (Christopher McDonald). Además, es tan adicta a las pastillas como Harry, solo que a las anfetaminas y a los fines de bajar peso para que le entre el vestido rojo que quiere llevar puesto cuando le toque, como espera, participar del programa que mira.
Al igual que Baby Jane en aquella clásica película de Robert Aldrich, Sara sueña con un pasado en el que fue hermosa y vivía felizmente con su pareja, además de esperar todos los días ese golpe de éxito que, en su caso y a diferencia del personaje interpretado por Bette Davis, ni siquiera tuvo nunca.
En cuanto a Harry, tanto él como su amigo Tyrone (Marlon Wayans) pueden caer en el delito para conseguir drogas, de las cuales son traficantes (de muy medio pelo) a la vez que consumidores. Y Marion (Jennifer Connelly), novia de Harry, es capaz hasta de vender su cuerpo para conseguir dinero y satisfacer su adicción, tal como lo hace con su propio psiquiatra (Sean Gullette) o en orgías al servicio de un proxeneta que le consigue drogas.
Al igual que Sara, los jóvenes tienen sueños. Marion es diseñadora de ropa y aspira a tener su propio local junto a Harry, mientras Tyrone solo piensa en dejar atrás la vida marginal de New York, lo cual nunca podrá hacer, ni siquiera cuando el cuenta kilómetros le marque estar a mil de la ciudad y en camino a la Florida.
Descenso a los Infiernos
Réquiem por un Sueño es lo que dice su título y lo es en más de un sentido, pues hace referencia tanto a los irrealizables sueños personales de los protagonistas como al propio sueño americano y su brutal decadencia. Hay, desde ya, puntos en común con Trainspotting (1996), como cuando los personajes parecen estar haciendo algo que en realidad imaginan, pero a diferencia del filme de Danny Boyle, no hay humor en ningún momento: el tono es siempre asfixiante y depresivo, al punto que no es una película fácil de ver y, sin embargo, uno se queda en el final con la sensación de que era necesario verla.
Y a pesar de que el filme da lugar a una lectura opuesta al consumo de drogas, está lejos de caer en la moraleja cursi o el discurso aleccionador. No hace falta poner ningún mensaje en palabras de los protagonistas porque las propias imágenes (a veces lindantes con el regodeo pero, una vez más, necesarias) alcanzan para que sepamos hacia dónde apunta la cosa. Los quince minutos finales son terriblemente impactantes y la frenética sucesión de imágenes golpea de un modo tan desgarrador que, aun cuando uno sepa que está viendo una gran película, ruega que aparezcan los créditos cuanto antes.
Hay, desde el punto de vista cinematográfico, interesantes manejos de cámara, como Sara caminando por la calle a paso normal mientras todo pasa a su lado a alta velocidad, o las imágenes aceleradas de encendedores o pupilas dilatadas en primer plano. La vida de los protagonistas pareciera discurrir a un ritmo y velocidad diferentes que la de su entorno: Sara no puede seguir la marcha del mundo y los jóvenes, por el contrario, van demasiado rápido.
A veces, como hemos dicho, los personajes parecen hacer algo que en realidad imaginan, como cuando Harry y Tyrone le roban a un policía su pistola y juguetean con ella. También se echa mano del recurso de pantalla dividida a lo Brian De Palma, pero con el detalle original de que los personajes se cruzan de una mitad a la otra o incluso, ya con la película muy avanzada, la pantalla se divide verticalmente.
Las sucesiones de imágenes suelen ir acompañadas rítmicamente con bases de hip-hop y los insistentes violines dan un tono trágico a la espiral en que los personajes van cayendo. La música a cargo de Clint Mansell proporciona en ese sentido el clima justo.
Valoración y Legado
La película recibió al momento de su estreno una calificación para mayores de diecisiete años y eso fue prácticamente una sentencia de muerte no exenta de controversias, pues se cae en la paradoja de considerarse el contenido como no apto para jóvenes, que son justamente las más frecuentes víctimas de adicciones. Aun así, Aronofsky no se amilanó y se mantuvo firme en su negativa de cortar escenas como se le pedía. La cuestión es que, a pesar de las excelentes críticas, el filme no funcionó en taquilla y apenas llegó a recuperar lo invertido.
Réquiem por un Sueño es un verdadero viaje al infierno, lo cual explica en parte el llamativo dato de que en los premios Saturn haya sido nominada en la categoría de mejor película de terror: en cierto modo lo es…
En cambio, resultó prácticamente ignorada tanto en los Premios Oscar como en los Globo de Oro, llevándose en ambos casos una única nominación a manos de Ellen Burstyn que, de todas formas, no ganó finalmente. No sorprende: es harto sabido el prejuicio de las premiaciones contra filmes provocadores o rupturistas y más todavía de parte de la Academia de Hollywood.
El trabajo de Burstyn es sencillamente descomunal (incluyendo un monólogo inolvidable), además de haber también una entrega consagratoria por parte de Connelly que la instaló definitivamente como actriz y le abrió el camino al Oscar que le llegaría poco después, pero la verdad es que todo el elenco está a la altura.
A la larga , Réquiem por un Sueño es una película en la cual todos son adictos de algún modo y en la que también entran en juego la indiferencia social, un sistema de salud casi asesino y una policía represora. Y las drogas no son el problema principal, sino parte del mismo, pues el réquiem, como hemos dicho, es para el sueño americano…
Hasta la próxima y no lo olviden: sean felices…