El título del último capítulo de esta temporada, The Rickchurian Mortydate, es un guiño al título original de la película El mensajero del miedo, en la que un candidato a la presidencia está siendo controlado por los comunistas. Con este nombre, muchos pensaron que la trama del mismo estaría relacionada con el retorno del Morty malvado. Sin embargo, los creadores de la serie han decidido dejar a este villano para la próxima temporada, sin renunciar por ello a un antagonista a la altura de la pareja: el mismísimo presidente de los Estados Unidos de América.
El episodio comienza cuando este mandatario, que ya recibió la ayuda de Rick y Morty contra las cabezas voladoras de Get Schwifty en la segunda temporada, les pide que eliminen a un alienígena que ha infectado los túneles sexuales de Kennedy (uno de los vergonzosos secretos que esconde esta administración), algo a lo que Rick accede con su desidia habitual. Morty le pide un selfie al presidente, quizás para impresionar a su compañera Jessica, pero este lo rechaza por estar demasiado ocupado, y les ordena que se pongan a trabajar. Sin embargo, lo que al comienzo de sus aventuras podría ser algo emocionante acaba por aburrirles, por lo que prefieren hasta ponerse a jugar al Minecraft. Algo lógico, por supuesto, en cualquier ficción serializada de estas características que se extienda por tanto tiempo, desde Doctor Who hasta los cómics de superhéroes: después de tantas amenazas a las que se han enfrentado, una tarea emocionante para cualquier mortal se convierte en algo rutinario.
A pesar de que fingen continuar con su misión, el dirigente tiene un as en la manga: sus intrusivos sistemas de vigilancia, que llegan a la casa de la familia Smith. Al ver que sus dos mejores aliados han decidido desafiar su autoridad, decide cortar toda relación con ellos y resolver sus extraños problemas por su cuenta. Sin embargo, dada la tendencia del dúo a meterse en situaciones relacionadas con elementos de ciencia ficción, no tardarán en cruzarse en su camino, por ejemplo, logrando la paz con una liliputiense raza del Amazonas que ha conseguido desarrollar la energía atómica. El conflicto irá escalando hasta que sea demasiado tarde para detenerlo, y ningún adversario cederá ante el otro. Llama la atención el rechazo de Rick a la figura del presidente: aparte de una evidente pulla política por parte de los guionistas, se trata de otra muestra de su aversión a la autoridad, que le puso en contra de la Federación Galáctica. En cualquier caso, las cosas van a ponerse feas.
Mientras Rick se atrinchera en la Casa Blanca hasta que el presidente se haga un selfie con su nieto, Beth tiene preguntas sobre lo que vimos en el capítulo anterior: ¿se trata de un clon o es la original? No se fía de la respuesta ambigua de su padre, por lo que se dirige a casa de su exmarido porque necesita apoyo emocional. Cuando habla con él, este le relata una experiencia de sus primeros años de relación, en la que se puso nervioso delante de ella. Esto enternece a Beth, por lo que besa al pobre Jerry y decide volver con él, sin saber todavía si se trata o no de un clon.
Mientras tanto, Rick pelea contra el dirigente de los Estados Unidos de América a través de las habitaciones secretas de la Casa Blanca, en una divertida persecución. Durante este enfrentamiento, cada uno de los dos combatientes saca sus armas secretas para acabar con el otro, mientras Morty escapa del edificio para volver a su familia. Resulta curioso cómo, tras derrotar sin esfuerzo a todo tipo de seres, tiene problemas para enfrentarse a este mandatario. De nuevo, algo lógico en un mundo con estas amenazas: un hombre tan importante tiene que estar protegido a la fuerza. Pero, en este final de temporada, lo importante no es la historia de Rick, sino la de su hija y su marido, que se ha extendido durante parte de estos diez capítulos.
En cuanto se entera de que que esta pareja ha vuelto, se dirige a su escondite con una ametralladora. Beth, aterrorizada, piensa que ella es el clon y que va a matarla. Sin embargo, Rick (al que ni siquiera nosotros sabemos si creer) le dice que no hizo ningún clon, sino que es su hija. Ha traído el arma para matar a Jerry, quizás porque, a pesar de la continua cantinela que sostiene que nada importa porque hay infinitos universos alternativos, se preocupa realmente por su familia. A su manera demencial, pero se preocupa. Por eso, acaba cediendo y deja con vida a su yerno para volver a un núcleo familiar en el que parece no hacer falta. El capítulo, tras una escena en la que la que todos vuelven a comer juntos, termina con la perturbadora imagen del científico mirándoles con rencor.
Se trata de un buen episodio, pero ha decepcionado a muchos por esperarse un final de temporada mucho más espectacular y por utilizar la trama del clon de Beth demasiado pronto. Esto tiene una sencilla explicación: los responsables de la serie creyeron que serían capaces de hacer catorce episodios para esta temporada, y comprendieron demasiado tarde que solo podrían hacer diez, por lo que las líneas argumentales se cierran de forma demasiado apresurada. Han prometido una mayor cantidad para la temporada siguiente, por lo que es posible que lo que ha pasado en este capítulo tenga consecuencias en los próximos: al fin y al cabo, se ha cerrado la trama del divorcio y es poco probable que los creadores vuelvan al statu quo sin que esto tenga repercusiones sobre las relaciones entre los personajes.
En definitiva, se trata de un final algo decepcionante para una buena temporada, pero aun así nos morimos por ver lo que están cocinando para la siguiente… según el Sr. Ojetesucio, dentro de mucho, mucho tiempo…