Y llegó el final de Riverdale. Tras siete temporadas y ciento treinta y siete episodios, nuestros queridos personajes se han despedido con un final tremendamente emotivo que hace que ya los estemos extrañando: el título de la entrega es precisamente Adiós Riverdale. La serie, creada por Roberto Aguirre-Sacasa y basada en los cómics de Archie, se ha emitido por The CW y para España por Movistar+.
Hola otra vez, riverdaleros. Triste saber que es la última vez que los saludo de esa forma y a la vez satisfactorio haber llegado juntos al final del camino. Parece mentira, pero Riverdale terminó y ya no volveremos a ver a Archie, Jughead, Betty y Veronica, como tampoco a Cheryl, Kevin, Reggie, Toni, Pop y todo el resto de quienes nos han acompañado en este viaje. Tampoco volveremos a escuchar la cortina musical de los créditos finales rematada por el “Greg, move your head” tan clásico de las producciones de Greg Berlanti.
Como no podía ser de otro modo, el final ha sido altamente conmovedor y no necesariamente feliz, sino más bien agridulce y lleno de nostalgia. Pero la vida es eso y si hubiéramos tenido uno demasiado rosa en el cual todo terminase bien, para estas horas nos estaríamos seguramente quejando.
Pasemos ya a analizar lo que nos ha dejado este último episodio de Riverdale (vigésimo de la séptima temporada) y esta vez cumplo en advertir no una sino dos cosas: la primera, como siempre, que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA; la segunda, que no me pidan demasiada objetividad cuando la carga emocional es tan alta: supongo que a ustedes les pasa lo mismo… Si lo desean, desde ya, pueden echar ojo aquí a nuestros análisis anteriores.
Recuerdos que duelen
Como ha sido casi siempre, era de esperar que el relato inicial en off correspondiera a Jughead, pero esta vez con carácter especial y distinto. Nos cuenta que han pasado sesenta y siete años de los sucesos del episodio anterior, lo cual nos deja en la actualidad, pues nuestros personajes, recordemos, habían sido arrojados al inicio de temporada a unos alternativos años cincuenta y allí quedaron al fusionar Tabitha todas las líneas temporales en una sola.
Con ochenta y seis años de edad, una anciana (Michele Scarabelli) mira un obituario en el periódico mientras pasa en su habitación lo que parecen sus últimos días. Su nombre es Elizabeth Cooper: sí, nuestra Betty… Cuando su nieta Alice (Cecilia Grace Deacon) le pregunta por el fallecido, lo recuerda como una persona maravillosa y caemos en la cuenta de que es Jughead: vaya golpe al corazón, pues significa que hace su relato ya fallecido…
Betty afirma tristemente que es la última que queda viva y siente el pesar de estar olvidando todo cada día, por lo cual quiere regresar a Riverdale una última vez. Se duerme mirando las fotos de un viejo anuario y cuando despierta, se encuentra a Jughead sentado en la habitación.
Lejos de sorprenderse, lo toma con naturalidad, como si siempre hubiera estado, y le cuenta que volverá a Riverdale porque teme estar olvidando, pero le gustaría que fuera al Riverdale que conoció en aquellos tiempos y específicamente al día en que no pudo asistir a la graduación por haber estado con paperas.
Como si fuera un fantasma, un ángel o un espíritu del pasado salido de Dickens, Jughead le dice que no es imposible e, invitándola a cruzar la puerta de su cuarto, se ofrece a llevarla a ese día no sin antes advertirle que algunos recuerdos pueden ser dolorosos…
Su Pasado la espera
De pronto, Betty vuelve a ser joven y se encuentra con su antiguo cuarto, inalterable como si el tiempo no hubiera pasado. Al borde de las lágrimas, se sorprende al verse en el espejo y recordar cómo era mientras dice no entender por qué no estaba en su juventud conforme consigo misma. Asomándose a la ventana, recuerda cada amanecer y cada vez que espió a Archie que, justamente y también juvenil, está en su casa vistiéndose y a punto de comunicarle a su madre una importante decisión…
Desde ese momento y con Jughead como guía, vemos las historias personales de cada uno y cómo se han desarrollado después de que les dejáramos…
Archie, por ejemplo está anoticiando a su madre de que parte por tres meses con una cuadrilla de caminos para recorrer el país y empaparse de historias sobre las que escribir. Promete regresar, pero Mary está convencida de que no volverá a Riverdale una vez que vea el Océano Pacífico. Y así será…
El Destino de los Cooper
Betty salta de alegría al ver nuevamente a Alice y Polly. Su madre se divorció y cumplió su sueño de ser azafata, pero no por mucho tiempo ya que Jughead cuenta que le tocará aterrizar de emergencia un avión por infarto del piloto y terminará casándose con un agradecido pasajero que la llevará a recorrer el mundo hasta que un día… las postales dejen de llegar. En cuanto a Polly y al igual que en la línea temporal anterior, acabará teniendo mellizos que, una vez más, se llaman Juniper y Dagwood.
De Vuelta al Instituto
Alto momento emotivo toca vivir a Betty cuando Jughead la lleva al colegio y ve a todos como si no fueran conscientes de lo fugaz y especial del momento que están viviendo. No puede ocultar su alegría al ver a Veronica, quien no solo se sorprende porque la hacía en casa y con paperas, sino que además no entiende por qué se comporta como si no la viera desde hace años: en realidad no sabe que justamente es así…
Por los parlantes se oye la voz de Toni llamando a los estudiantes a recibir sus anuarios y recitando un poema de Langston Hughes que llama a aferrarse a los sueños: siempre, reflexiona Betty, ella se preocupó por traer al colegio temas candentes que afectaban al país…
Fangs ha logrado finalmente colocar un sencillo de éxito y los padres de Midge han aprobado el casamiento. Está pronto a salir de gira y le espera una gran carrera, aunque, una vez más, por corto tiempo: Jughead nos pone al tanto de que un accidente en la ruta acabará con su vida convirtiéndolo en el primero en fallecer. Momento desgarrador, pues ni ella ni nosotros imaginábamos ese final y solo queda el consuelo de que los royalties de sus canciones permitirán a Midge y su hija llevar una vida sin necesidades.
También tiene Betty un encuentro con Kevin y Clay, cuya historia, según nos enteramos, no acabará tan mal. Se mudarán juntos a Harlem, el primero fundando una compañía teatral y el segundo dando clases en la universidad. Llegarán a ancianos y bien: Kevin fallecerá un día durmiendo y Clay, semanas después, al sol y alimentando a las palomas en Central Park.
Betty se entera de boca de Kevin de algo que había olvidado: que durante el último año de la secundaria ella formó un cuarteto amoroso con Jughead, Veronica y Archie. Impactante noticia para ella y para nosotros que termina con las especulaciones sobre Bughead, Varchie y tantas otras combinaciones, pues finalmente los cuatro protagonistas principales acabaron en poliamor aunque, a decir verdad, tampoco ese fue su final…
En el gimnasio, Betty se encuentra con Reggie, quien se queja de que no le hayan invitado para un eventual quinteto. Jughead cuenta que él acabará siendo jugador de baloncesto profesional e incluso jugará en los Lakers, sin por ello desatender la granja familiar hasta que sus padres mueran. Ya retirado, será entrenador y tendrá dos hijos que se encargarán de la concesionaria de autos de su padre. No sabemos cómo ni cuando muere Reggie, pero sí que será enterrado en Duck Creek junto a su esposa y padres…
¿Y qué pasa con los Blossom? Pues después de ver a Cheryl exponer sus pinturas, nos enteramos que hará una gran carrera como artista y se mudará al oeste con Toni, desempeñándose ambas allí como activistas hasta que, simplemente, morirán en paz…
A su hermano Julian no le irá tan bien: se enlistará en el ejército y perderá la vida en Vietnam. Y en cuanto a Nana Rose, Jughead nos anoticia de que “reencarnó varias veces”, gran humorada al seguir Barbara Wallace viva y activa a sus cien años, además de venirnos a confirmar que, efectivamente, es eterna…
Peor suerte tocará, en cambio, a Tom y Frank, asesinados por “un vividor llamado Chic”, lo cual nos hace pensar en alguna versión alternativa del psicópata que se hiciera pasar por hermano de Betty.
La Última Reunión
En su visita al Babylonium, Betty se entera que Veronica, siguiendo el consejo de Josie McCoy, recurrió a sus contactos en Los Angeles y se marcha allí para producir películas y dirigir su propio estudio. Betty se alegra, pero a la vez lamenta lo lejos que está California, a lo que su amiga replica que, por lejos que estén, siempre estarán “cada una en la vida de la otra”…
Jughead nos pone al tanto de que ella terminará haciendo gran carrera en la meca del cine, ganando incluso dos Oscars y estampando sus manos en el Paseo de la Fama. Y Betty, a cuya memoria va regresando todo, recuerda que se halla enterrada en el cementerio de Hollywood…
Volviendo al día de graduación, el grupo está triste de saber que ella se va, lo que virtualmente significa el fin del cuarteto. Betty les alienta con que no van a pasar su última noche con las caras largas y dice que le alegra haberles conocido en dos vidas. Archie invita al grupo a un último y emotivo paseo en su “bólido”.
Todo está listo para reunirse por última vez, pero Betty rompe en llanto y no quiere entrar. Jughead la convence de que debe hacerlo y que, en definitiva, eso es la vida: “dices hola, caminas un rato al lado de alguien y luego te despides”.
Con todos ya reunidos, Jughead lee uno de sus poemas en uno de los pocos, pero grandes momentos humorísticos del episodio. Si algo ha sabido siempre Riverdale es reírse de sí misma y el poema hace referencia a los momentos más absurdos que hemos visto a lo largo de la serie: Betty y su gen asesino, Veronica como máquina de diálisis, Jughead haciendo que su profesor se suicide, Cheryl guardando el cadáver de su hermano en el sótano, Kevin buscando sexo por los bosques, Fangs vendiendo órganos…
Es una gran escena y trasciende la ficción, porque parecen ser los propios actores quienes se ríen de los disparates que les ha hecho hacer el guion. Sus risas se oyen genuinas y volvemos a lo dicho: Riverdale siempre supo reírse de sí misma y está bien que se vaya de ese modo…
“Estas son algunas de nuestras aventuras – remata Archie -, pero nuestro tiempo juntos llegó a su final. Ha sido un enorme placer en mi vida poder llamarlos mis mejores amigos… para siempre”. Todos aplauden y se abrazan. Sus lágrimas corren y las nuestras también…
El Legado que dejamos
Archie y Betty tienen su propia despedida a solas y es otro momento de intensa emoción. Él cree que terminarán juntos porque así fue como todo empezó, pero ella sabe que no será así y una vez que él esté en California no habrá vuelta atrás: será constructor profesional y escritor amateur, formará una familia feliz y algún día pedirá que lo sepulten en Riverdale junto a su padre. El beso final lo dice todo…
Antes de regresar, Betty quiere hacer una última visita y es al bueno de Pop Tate, que está en el cementerio por haber fallecido cuando comenzaban su último año en el instituto. Ella se interroga adónde va uno cuando muere y Jughead dice imaginar a Pop haciendo lo que siempre le hizo feliz: cocinar hamburguesas, preparar batidos y regalar sonrisas por toda la eternidad.
Se acerca para Betty el momento de partir y la despedida final, claro, es con Jughead, de quien nos enteramos que tendrá una carrera como editor y fundará una publicación de mucho éxito entre niños y adolescentes para terminar falleciendo a los ochenta y cuatro años, como rezaba el obituario. En cuanto a Betty, fundará una revista llamada Ella dice, que será referente para feministas y progresistas.
Ambos reflexionan sobre el legado que dejan y coinciden en que podría haber sido mucho peor. Ella no se arrepiente de no haberse casado y celebra haber adoptado una hija y conocido a sus nietos: ese es su legado… Y al repreguntar a Jughead si se arrepiente de no haber ido al altar, este responde con un lacónico “ a veces”…
Betty dice que le gustaría que todos quedaran por siempre allí, en aquel Riverdale que conocieron, pero sabe que no es posible y, de hecho, Jughead le recuerda que es hora de regresar…
Por Siempre Riverdale
De vuelta en la actualidad, la anciana Betty viaja en el asiento trasero de un auto cuando descubre que están entrando en Riverdale. Le dice adiós al cartel de la entrada, al río Sweetwater, al bosque Fox, al instituto, a las pijamadas del Pembrooke, a los partidos de baloncesto, a los shows de animadoras, a las cápsulas del tiempo, a su habitación, a la de Archie, al cine, a la música, al arte: a Riverdale…
Y a Pop´s claro, que luce abandonado y adonde su nieta le anuncia que han llegado. Betty no responde y la muchacha piensa que se ha quedado dormida, pero su pareja se da cuenta de que no es así…
Y apenas después, vemos otra vez a la Betty juvenil descendiendo de un auto de época y volviendo a subir al porche de un Pop´s ahora luce iluminado y pletórico de vida mientras en su interior y como ella quería, están todos los que se fueron y que amó, riendo y divirtiéndose por siempre…
Llena de felicidad, estrecha un abrazo a cada uno hasta llegar, obviamente, a la mesa que ocupan Archie, Veronica y Jughead, en donde la espera un batido de fresa. Un instante después y en una imagen llena de recuerdos, los vasos se juntan en un brindis compartido…
Afuera, el otro Jughead nos dice que allí es donde quedarán por siempre y con eternos diecisiete años. Y nos recuerda que cada vez que veamos el cartel de Pop´s al final del camino, nos detengamos y entremos porque seguramente seremos bienvenidos. Riverdale, remata antes de dar las buenas noches y mientras suena de fondo la máquina de escribir, siempre será nuestro hogar…
Balance Final de la Serie
Y un día Riverdale nos dijo adiós. Me costó mucho hacer esta reseña, no saben cuánto. O quizás sí lo saben porque a ustedes también les habrá costado leerla. Como si no fuera suficiente con la avalancha de emociones que tuvo en sí este último capítulo, volvemos a revivirlo y desbrozarlo parte a parte.
Una de las cosas que llamó mi atención al llegar a esta web hace ya tres años y medio fue la ausencia de artículos sobre la serie, apenas una reseña general escrita por una ex redactora. Desde ese momento, me propuse que Riverdale tuviera en Las Cosas que nos hacen Felices la presencia que merecía, primero con una reseña de las cuatro primeras temporadas que al día de hoy sigue teniendo a diario muchas visitas, y después analizando episodio a episodio las temporadas quinta, sexta y séptima. Es una satisfacción muy grande haber llegado al final del camino, más allá de la lógica tristeza de la despedida.
Desde que la serie fuera estrenada en 2017 hemos pasado de todo: nos hemos reído, hemos llorado y a veces disgustado; hemos visto amores y desamores, viajes en el tiempo, asesinos psicóticos, triángulos o cuartetos amorosos, sectas, comedias musicales, alienígenas, homenajes al cine B, muñecos poseídos, funerales vikingos, robo de órganos, cómics, universos paralelos y todo cuanto uno pueda imaginar: no sé si le habrá quedado a la serie tema por tocar.
Hemos tenido también montones de altibajos y detalles que nos han hecho chirriar por bordear el ridículo y el surrealismo. Pero seamos sinceros: ¿son muchas las series que logran mantener interés después de siete temporadas? Habrá, desde ya, unos cuantos que se hayan bajado por el camino, pero quienes hemos seguido hasta el final sabemos que, con todo lo que pudiéramos decirle, Riverdale jamás dejó de ser entretenida y los personajes a los que aprendimos a querer terminaron siendo partes de nuestras vidas. De no ser así, no dolería tanto la despedida…
Esperaba algo más de luz y optimismo en este episodio final escrito por el propio Roberto Aguirre-Sacasa. A su manera los tuvo, pero en un contexto agridulce que no imaginaba: jamás se me hubiera ocurrido, por ejemplo, pensar en el final de las vidas de nuestros personajes y, sin embargo, el contexto hace que tenga sentido, como también que Jughead haya sido nuestro guía en esta entrega final o Betty la última en irse y nuestra compañera en este particular viaje.
Por cierto, gran trabajo el de Lili Reinhart en esta entrega final y se nota que sus lágrimas son reales. Algo de eso puede hacerse extensivo al resto: al igual que en aquel intenso inicio de la cuarta temporada en que lloraban la muerte de Fred Andrews en coincidencia con la del actor Luke Perry, la sensación fue que a veces no estaban actuando, sino dejando simplemente salir lo que tenían dentro. Quizás sea simplemente idea mía, pero me pareció que cuando Archie leía el poema en que repasaba los momentos absurdos de la serie, no estaba ensayado y el resto lo oían por primera vez…
Seguramente muchos de nosotros hacíamos apuestas sobre quién se quedaría con quién en el final y la realidad es que todos estuvieron con todos, pero a la vez nadie se terminó quedando con nadie. Algunos verán en ello cobardía de los guionistas y otros osadía por atreverse a incluir el poliamor como solución, aunque fuera temporaria. Pero ya lo dijo Jughead: la vida es caminar junto a alguien y un día despedirse: exactamente lo que a nosotros nos toca hacer con Riverdale…
Y si bien nos entristece el ver a nuestros personajes ya envejecidos o saber de sus respectivos fallecimientos, a la vez nos pone bien que algunos no hayan terminado mal: nos alegra saber que Kevin y Clay llegaron plácidamente a la vejez y lo mismo Cheryl y Toni, o que Veronica y Jughead triunfaran respectivamente en lo suyo. Nos duele, desde ya, saber que algunos de ellos no regresaron a Riverdale o, como Archie, que recién lo hicieron muertos. Y desgarrador enterarnos de la temprana muerte de Fangs o que Tate nos dejó apenas un año después de los sucesos de la entrega anterior.
Pero creo que la serie ha tenido un gran cierre y eso era, para esta altura, lo mínimo que le pedíamos. Estamos de acuerdo en que podría haber sido más alegre, pero a no dudar que en ese caso no hubiera sido tan memorable: va a ser difícil olvidarnos de este final…
El momento en que Betty, ya anciana, se despide de la ciudad y de todas aquellas cosas que formaron parte de su vida es realmente conmovedor porque también formaron parte de la nuestra. Y verla, ya nuevamente joven, ingresar en Pop´s para reencontrarse con todos tal como eran, nos está diciendo que ninguno de ellos ha muerto y siempre habrá un lugar en el cual estén todos juntos.
¿Será lo que llaman cielo? Puede ser y no se me ocurre mejor imagen que la de Pop´s para representarlo. Pero es también un lugar que, como dice Jughead sobre el final, está en todos nosotros, en quienes hemos amado Riverdale más allá de que alguna vez nos enfadáramos, como nos puede pasar con cualquier ser querido.
Nos queda el recuerdo de aquellos maravillosos episodios musicales, el último de ellos hace muy poco, o el de aquella primera ocasión en que los chicos y chicas interpretaron las versiones juveniles de sus propios padres. Nos queda habernos reído cada vez que la serie jugaba al absurdo o se tomaba el pelo a sí misma, lo cual siguió haciendo hasta la última entrega. Nos quedan la tristeza, la alegría, la nostalgia y la felicidad, porque después de todo de eso se trata la vida.
Es por ello que este es el momento de mandar al diablo cualquier análisis técnico o muy racional y dejarse llevar por los sentimientos para decir “gracias, Riverdale”. Gracias por haber sido una parte de nuestras vidas porque nadie nos va a convencer nunca de que todo lo que hemos visto en la serie no ocurrió en la realidad. Para nosotros ocurrió y es bien real…
Me queda, por supuesto también, dar las gracias a ustedes que durante todo este tiempo estuvieron acompañando mis análisis desde ese lado. Han comentado muy poco, es verdad (pueden hacerlo ahora, je), pero me consta por el registro de visitas que fueron muchos, pero muchos, quienes han leído los artículos y es un honor para mí que hayan llegado a este final acompañándome.
Gracias entonces por todo y sean felices, pues vaya que Riverdale ha contruibuido a que así sea. Adiós Riverdale. Hasta siempre Riverdale…