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Análisis de Shogun. Temporada 1. Episodio 3: Mañana será mañana

Bienvenidos a un nuevo análisis de Shogun, la serie de la que todo el mundo habla en Disney+. Tras los dos primeros episodios, algo más contemplativos, en este entramos de lleno en la acción durante gran parte del metraje. Os dejo con el enlace a los análisis anteriores y vamos al lío.

Mañana será mañana

Tras el intento de asesinato de John Blackthorne en el episodio anterior, este se inicia con un personaje que cada vez nos cae mejor, el gran Kashigi Yabushige (Tadanobu Asano). Es un tipo que sirve a Toranaga pero que no tendrá empacho en hacer lo que sea por sobrevivir. Y lo sabe. Por eso hace testamento antes de ir a ver a su señor, porque el día menos pensado pasará a ver a Buda.

Pero como él dice, no será hoy o por lo menos en este episodio. Yoshi Toranaga (Hiroyuki Sanada) le pide que lleve a Blackthorne, a Mariko, a su esposa y a su hijo de regreso a Ajiro. En realidad es una treta para escapar de Osaka, cambiándose con su mujer en el último momento y delante de las narices de Lord Ishido. A punto está de irse todo al traste de no ser por Blackthorne (Cosmo Jarvis, cada vez más sobreactuado), que finge un ataque de nobleza ofendida para que no hurguen en la litera donde se esconde Toranaga.

Por el camino son asaltados por los japoneses católicos de Lord Kiyama y tienen que huir a toda prisa al puerto, perdiendo por el camino al marido de Mariko, que ya veremos si está muerto o de parranda.

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En el puerto se encuentran con un bloqueo de pequeños barcos pesqueros, plagados de guerreros de Kiyama y Toranaga se ve obligado a negociar con el barco negro de los portugueses. Estos le dan su apoyo a cambio de algo de dinero, el establecimiento de una iglesia en su feudo de Edo y que Blackthorne se quede en Osaka. Pues bueno, dice Toranaga.

Blackthorne demuestra que es un buen  marino pilotando la galera japonesa y escudándose en el barco negro para escapar, compitiendo con Vasco Rodríguez (Nestor Carbonell) quien al final le devuelve el favor que le hizo al rescatarle. De esta forma, Blackthorne se gana el respeto de Toranaga, que obvia sus aventurillas como piratilla. De momento.

En en castillo de Osaka, Tora Hiromatsu (Toshi Toda) presenta ante el Consejo de Rengentes la dimisión de Toranaga, lo que les deja con un palmo de narices ya que, según la voluntad del difunto Taiko, deben ser cinco si o si y no pueden tomar decisiones si falta uno.

La sociedad de los Amida

Son quienes intentan asesinar a Blackthorne en el episodio anterior, supuestamente contratados por Lord Kiyama y/o Lord Ohno, los regentes católicos. Aunque he investigado por internet, no he podido constatar si se basan en una sociedad real.

A lo largo del episodio, Mariko le cuenta a Blackthorne que se trata de una secta de asesinos de élite que se entrenan toda su vida para un único asesinatos, a lo que Blackthorne contesta que contratarlos debe ser caro, por lo que Kiyama, vendido al oro portugués, parece el principal candidato.

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Hatamoto

Hatamoto es título con el que Lord Toranaga honra a Blackthorne al final del episodio. Se trata de un gran honor, un título de alto rango que, históricamente, nombraba a los samuráis al servicio directo de shogun durante el Shogunato Tokugawa. La palabra hatamoto significa literalmente “en la base de la bandera”, por lo que comúnmente se traduce como “abanderado”. O eso pone en Wikipedia.

Así se empezó a llamar a estos samuráis en el Periodo Edo, es decir en el Shogunato Tokugawa (1603 – 1868) y es en Edo, posteriormente Tokyo, donde Yoshi Toranaga tiene su castillo, su principal feudo, donde promete a los jesuítas que les dejará construir una iglesia.

Valoración del episodio

Shogun sigue adelante, a toda vela, en un episodio que muestra algo más de acción pero que, en conjunto, está mal ejecutada. Tanto la escena de la emboscada en el bosque como la lucha de Buntaro (Shinnosuke Abe), marido de Mariko, se solucionan de forma algo desganada. Al igual que la persecución entre la galera portuguesa y el barco negro, centrándose más en las manos de los pilotos que en mostrar la tensión del momento.

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Por contra, las escenas intimistas y las de conspiración están mucho mejor ejecutadas y hacen que la serie suba enteros. Como muestra, la escena en la que el médico cura a Blackthorne y acaba hablando con Mariko de “nubes y lluvia”, metáfora nada sutil del orgasmo, plagada de indirectas y de la insinuación de que lo que Blackthorne necesita es un buen polvo, ya sea con una o con uno o con dos a la vez.

Igualmente resulta emotiva la escena en la que se le entrega a la nieta de Hiromatsu los restos de su marido y su hijo o cuando Toranaga insiste, una y otra vez, en que Blackthorne le enseñe a tirarse de cabeza, para terminar nadando a la orilla, haciéndose amigos cuando horas antes estaba a punto de abandonarlo a sus enemigos.

Ay, pero es que los amigos no existen en la vida de Yoshi Toranaga. Tan sólo puede uno fiarse de uno mismo, como le cuenta a su hijo.

Pero no nos quejaremos. Pese a algún defectillo en cuanto a la dirección del episodio, Shogun resulta una serie compleja y apasionante y, por el momento, la mejor en lo que llevamos de año. Nos leemos en el siguiente episodio. Un saludo, sed felices.

Pedro Pérez S.
Pedro Pérez S.
Aficionado también al cine, las series de televisión, la literatura fantástica y de ciencia ficción, a la comida, la cerveza y a todas las pequeñas cosas que nos hacen felices.
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