Tras una larga espera de dos años con pandemia en el medio, Prime Video ha estrenado la esperada segunda temporada de Star Trek: Picard que, de acuerdo a lo que ha mostrado el inicio, se anuncia prometedora. La serie, recordemos, sigue al personaje que Patrick Stewart interpretara en Star Trek, the Next Generation y en cuatro películas de la franquicia.
Bienvenidos después de tanto tiempo. Entre la pandemia y el tono crepuscular que ya de por sí Star Trek: Picard tiene, habíamos en algún momento temido no tener segunda temporada, pero los miedos han sido infundados.
La primera gran novedad es que Terry Matalas (responsable de la excelente serie 12 Monos) ha pasado a oficiar de showrunner y no solo de productor ejecutivo, lo cual se me ocurre que puede ser bueno. La otra, más doméstica, es que, como habrán notado, no soy Mario, que es quien ha hecho los análisis de la primera temporada y que, por problemas de tiempo, no está, al menos de momento, disponible para cubrir la segunda: espero suplirlo a la altura, aun cuando ignoro si será momentáneo o permanente.
Star Trek: Picard, recordemos, es la serie que sigue, ya en edad avanzada, al querido capitán Jean-Luc Picard que, como siempre, es interpretado por el no menos querido Patrick Stewart. La primera temporada había terminado con algunas incongruencias en la historia pero con varios golpes emotivos muy fuertes que compensaron sobremanera y, de acuerdo a esta primera entrega que hemos visto de la segunda, ese último rasgo se mantiene.
Pasemos ya mismo a analizar este primer episodio, cuyo título es La Stargazer, advirtiendo desde ya que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y recordándoles que pueden echar ojo aquí a los análisis anteriores de Mario. Sin más dilación, al lío…
Mirar hacia las Estrellas
Si una temática sobrevuela todo este primer episodio de la segunda temporada es el tiempo. De hecho, Time is on my Side (El Tiempo está de mi Lado) es la canción que, a poco del inicio, suena en un viejo reproductor de vinilo en casa de Jean-Luc Picard, no en la versión más conocida de los Rolling Stones, sino en la anterior de Irma Thomas. Toda una contraposición con la tecnología futurista que, afuera, está cosechando las vides y produciendo el vino de la finca.
Picard, justamente, está preocupado por el paso del tiempo y las decisiones que ya no se pueden volver atrás. Así se lo expresa a Laris (Orla Brady), la romulana que lleva un año y medio viviendo en la Tierra y ayudándole en la administración de la finca. La conversación, inevitablemente, gira hacia por qué él ha elegido la soledad sin darse chance de formar pareja o familia.
Ella, de hecho, viene de enviudar y le comenta que los romulanos tienen una forma diferente de vivir el duelo, que es mantener vivo el viejo amor a través de uno nuevo: más claro, echarle agua, pues si eso no es una propuesta, no sé qué lo es. Hay clima de intimidad y parecen a punto de besarse pero, coherentemente con su actitud de vida, él escapa a la situación y mantiene silencio cuando ella le pregunta si marchó al espacio para buscar algo o escapar de algo.
Los recuerdos, en forma de flashback, nos llevan a su infancia y al día en que su familia se instaló en esa misma finca y su madre le enseñó la terraza con cristales que él suele visitar para contemplar el cielo nocturno. La violencia familiar, al parecer, fue parte de esa etapa, tal como lo muestran al pasar algunas escenas de maltrato de su padre hacia su madre. Señalando hacia lo alto, ella le decía que mirara las estrellas cada vez que no quisiera escuchar gritos. Volviendo a la pregunta de Laris, vamos entendiendo de qué escapó.
La Frontera Final
Vueltos al “presente”, vemos a Picard pronunciar un emotivo y encendido discurso a los nuevos reclutas de la Academia de la Flota Estelar: de manera contrapuesta al famoso parlamento oficial de Star Trek, les dice que la frontera final no es el espacio sino el tiempo, que no nos da la posibilidad de volver sobre nuestras elecciones.
Luego hace especial mención al recluta Elnor (Evan Evagora), al que destaca como el primero de sangre completamente romulana en formar parte de la flota. De hecho, en conversación posterior con él, le regala un libro de memorias de Spock que, según le dice, le será importante a los efectos de ver cómo se las arregló un vulcano para calzar en el mismo ambiente en que está entrando.
Una Vieja Amiga
En el espacio, ha sido descubierta una anomalía que ha requerido que Cristóbal Ríos (Santiago Cabrera), capitán de La Sirena, sea asignado nuevamente a la flota y específamente a una nave Stargazer que ha sido readaptada por Siete de Nueve (Jeri Ryan). Entre la tripulación está también Agnes Jurati (Alison Pill) y la tirantez que se percibe en su relación con Ríos revela que han roto como pareja. Es ella quien, tras un sordo sonido y un aumento de energía en la anomalía, logra descifrar un mensaje como “Ayúdanos, Picard”…
Entretanto, en la Tierra, este sigue con sus cuestionamientos de vida y ha decidido transportarse a Los Ángeles para visitar a una vieja amiga que más de una vez le diera consejo: nos referimos, claro, a Guinan (Whoopi Goldberg), que es allí propietaria de un bar, generándose un momento altamente emotivo con el encuentro y con volver a verla en el universo Star Trek tras veinte años de ausencia (última vez en Star Trek: Nemesis, de 2002).
A ella se la ve, claro, con varios años más encima, lo cual en principio no se condice con el más lento envejecimiento de los elaurianos que, recordemos, llegan a vivir más de quinientos años. En un buen giro para justificarlo, argumenta que ha cambiado deliberadamente su aspecto porque “a los humanos les molesta que les recuerden su mortalidad”.
Mesa de por medio y con una botella de Chateau Picard que él le ha llevado de regalo, se entabla una conversación cargada de nostalgia que nos devuelve a los tiempos de Star Trek: the Next Generation. Ella le pregunta por qué decidió ir al espacio y Picard comienza con aquel parlamento inicial de la serie, ante lo cual le detiene y le dice que él siempre buscó respuestas que no estaban en las estrellas, además de percibir que hay algo que se guarda para sí. No volvemos a saber de Guinan en el episodio y todo parece quedar en un cameo fanservice pero la forma en que termina el mismo me hace dudarlo. Ya llegaremos…
Un Viejo Enemigo
De regreso a Francia y anoticiado del mensaje descifrado en la anomalía, Picard parte una vez más al espacio mientras Loris le ve partir. Ya a bordo de la Stargazer, no puede evitar emocionarse al recordar que su carrera espacial comenzó, justamente, a bordo de una, aunque de diferente modelo, con lo cual se nos disipa la duda acerca de si se trata de la misma.
En otro momento emotivo, se vuelve a encontrar con Siete, quien le pone al tanto de que han adaptado la nave de acuerdo a los datos obtenidos en las investigaciones del cubo borg. Ello, no obstante, ha generado resquemores y prejuicios entre una tripulación que tampoco termina de aceptarla a ella por su pasado borg.
Agnes, en tanto, le informa que ha continuado descifrando los mensajes y que, al parecer, se trata de una entidad capaz de abrir agujeros en el espacio-tiempo que quiere sumarse a la Federación.
Llegados a la anomalía, la energía vuelve a aumentar de modo importante y aún más que antes. Una vez más, vuelven a comunicarse con Picard pero, ante la sorpresa y estupor general, lo que emerge es una nave borg. La aparición divide al equipo: mientras Ríos y Siete quieren dispararle sin dar lugar a chance alguna, Picard y Agnes consideran la posibilidad de que puedan estarse presentando en son de paz.
Reclaman, justamente, que Picard se presente a bordo de su nave y, como garantía, ofrecen que su reina permanezca a bordo de la Stargazer durante el encuentro. Ríos no quiere saber nada con la propuesta pero a regañadientes termina aceptando la moción de Picard y así es cómo la reina se transporta a la nave.
Se presenta enfundada en negro de la cabeza a los pies, incluido rostro, y espeta que vienen buscando paz, pero primero poder: dos largos tentáculos emergen de su espalda y se clavan en los controles comenzando así una transferencia del control del puente de mando que, una vez realizada, no solo le permitirá controlar la Stargazer sino también toda la flota que ha ido en custodia apenas aparecida la nave borg
Sabiendo que está en peligro la galaxia misma, Picard y el resto entienden que la única opción es ordenar la autodestrucción de la nave antes de que la transferencia se complete y, en efecto, así lo hacen…
Tras una explosión, Picard está de regreso en la terraza de su finca francesa, pero todo está extraño: los cristales se ven rotos, el lugar luce abandonado y en lo alto se ven paneles de energía. De uno de los muros, inclusive, cuelga un retrato de él, pero se le ve bastante diferente.
Llama a Laris, pero le responde un androide desconocido que se hace llamar Harvey y, un instante después, un viejo conocido suyo que no es otro que Q, ese ser omnisciente, omnipotente y molesto que tantas veces fuera un dolor de trasero para él e inclusive para capitanes de otras series de la franquicia. Es otro golpe fuerte para los fans, además, el volver a ver a John de Lancie interpretarlo.
Q le recuerda a Picard que “el juicio no termina” y hace referencia a las opciones de que hablaba Picard al replantearse la vida y de las que, por supuesto, está al tanto. “Bienvenido al mismísimo final del camino que nadie eligió”, sentencia en el cierre…
Balance del Episodio
La segunda temporada ha tenido un arranque prometedor con un episodio cargado de emoción y nostalgia. Subyace, por supuesto, la duda acerca de si esta serie puede ser disfrutada por alguien que no conozca en profundidad el universo trekkie y allí reside, creo, su principal diferencia con Star Trek Discovery, la otra serie de la franquicia en emisión, cuyos análisis pueden leer en esta web (en breve la cuarta temporada, que analizaremos en forma integral y no episódica).
Que se entienda: no estoy diciendo que alguna sea necesariamente superior a la otra, sino que apuntan a franjas de público diferentes y mientras Star Trek Discovery puede ser perfectamente seguida por alguien sin idea de la franquicia, Star Trek Picard es una serie casi exclusivamente para fans, lo cual no excluye que haya quienes disfrutemos de las dos.
¿Pero cómo puede analizarse a la luz de la objetividad una entrega como la que vimos?: reapariciones de Guinan y de Q, citas a Spock y a los parlamentos iniciales de las dos primeras series e, inclusive los temas leit-motiv de ambas sonando en diferentes momentos del episodio. Es mucho para el corazón de cualquier fan y encaja, por supuesto, en una serie crepuscular como esta, con un Picard ya octogenario y despidiéndose. Sin ir más lejos, recordemos que pareció que lo perdíamos en la temporada anterior hasta que su conciencia fuera rescatada en un avatar sintético que le daría algunos años más de vida.
De hecho, el tipo de preguntas que le afligen son las de alguien que se halla al final de un camino y eso quizás valga tanto para Picard como para Patrick Stewart, pues más allá de que deseemos a este una larga vida aún por delante, se percibe una fuerte identificación entre personaje y actor, mucho más que en Star Trek: the Next Generation.
La trama, como dijimos, tiene al tiempo como factor principal y el final nos lo termina de confirmar, pues las palabras de Q nos hacen pensar que estamos en un mundo alternativo que se desprende de alguna decisión diferente en algún momento de la vida de Picard.
¿Y por qué dije que quizás lo de Whoopi Goldberg no se limite a un cameo? Pues porque quienes hemos seguido aquella ya mítica serie, bien sabemos que entre Guinan y Q hay no solo un viejo conflicto, sino también una cuenta pendiente. ¿Habrá llegado la hora de arreglarla?
Lo sabremos en los próximos episodios, pues una característica que tiene esta serie, a diferencia de todas las otras de la franquicia, es que las entregas componen una única historia en lugar de tener un carácter más o menos autoconclusivo amén de cualquier continuidad.
Será hasta nuestro próximo encuentro y tengan larga vida y prosperidad, que es casi como decir sean felices…
Muy buen análisis. Lo esperaba con ganas, aunque me he quedado pensando en en cual la cuenta pendiente de Picard y Guinan ya que yo vi en su momento La Nueva Generación y las películas y no la recuerdo. Aunque no me queda muy claro lo del consumo de alcohol. Juraría que bebían algo similar pero sin alcohol, sin embargo en la película Star Trek la próxima generación botan el Enterprise B con una botella de Dom Perignon.
Hola Juan Carlos: Primero que nada, muchas gracias por leer, por comentar y por el concepto.
A ver, vamos por partes: ¿recuerdas que en un episodio de STNG, Q entró en la Enterprise y se sorprendió de encontrar allí a Guinan? Dos cosas llamaban la atención de eso: una, que, omnisiciente como es, no hubiera sido capaz de preverlo, lo cual da la pauta de que Guinan tiene un poder o habilidad que escapa a él. Otra: luego de la sorpresa, le pregunta: “¿ahora te llamas Guinan?” Eso dejaba en claro que se habían conocido en el pasado y consultada después Guinan al respecto, dijo que había hecho “algunos negocios” con él durante el siglo XXII. Nunca quedó en claro cuáles eran esos negocios, que no solo los había hecho con él sino también con otros miembros del Continuum, pero Guinan decía que todos eran honorables menos él. Algo, evidentemente, le hizo él que la llevó a perderle la confianza para siempre. Y la antipatía es mutua: cada vez que a Q le nombran a Guinan se pone como loco y la define como “un diablillo”.
Jamás en la serie se explicó qué había pasado o por qué se guardaban tanto rencor del pasado, pero la sensación es que Q le hizo algo muy poco ético a Guinan y, quizás, a él no le gustó saber que ella se haya dado cuenta.
A eso apuntaba con una cuenta pendiente: hay algo entre ellos que nunca se terminó de saber pero que al haber ahora aparecido ambos en esta serie y en un mismo capítulo, me hace pensar que quizás pueda ser retomado o explicado y, tal vez, incluso, querer Guinan tomarse alguna revancha.
Con respecto al alcohol, lo que bebían era Syntehol, que tenía el mismo sabor y producía efectos semejantes durante un rato, pero no era tóxico ni adictivo. En este caso, al haberse retirado Picard y dedicado a los viñedos de su familia, es posible que lo suyo sea el alcohol verdadero.
En fin, si no he sido claro en las respuestas o sigue persistiendo alguna duda, házmelo saber y espero poder evacuarla o, quizás, sea compartida. Gracias una vez más por leer y por el aporte. Que estés bien!
Muchas gracias por tu respuesta. Me queda todo claro y tendré que ver ese episodio en cuestión porque seguro que se me pasó esa referencia. Y perdona porque leí mal y no era cuenta pendiente de Picard con Guinan sino con Q. Supongo que por eso la cerveza Romulana era ilegal porque si era alcohol verdadero.