Penúltimo episodio de la segunda temporada de Star Trek: Picard y, por lo tanto, correspondiente análisis del mismo: es el noveno y su título, como el clásico juego infantil, es El Escondite (Hide and Seek). La serie tiene como showrunner a Terry Matalas y puede ser vista en Prime Video.
Bienvenidos, trekkies y no tan trekkies, a un nuevo análisis de Star Trek: Picard, ya próxima a concluir su segunda temporada y a esperar al menos un año para la tercera que, al parecer, está en gran parte ya filmada y será la última.
Hay mucha emoción y momentos desgarradores en esta entrega, pero también algunas inverosimilitudes en la trama, así que a meternos de lleno en este noveno episodio de la segunda temporada, advirtiendo que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA y recordando que pueden leer aquí nuestros análisis anteriores.
El Juego del Escondite
Como vimos en la anterior entrega, Ríos ha advertido que ya no controla el sistema de transportación de La Sirena, sino que el mismo ahora responde a la reina borg. Confirmándolo, la nave comienza a ser abordada por los sujetos armados que la reina ha conseguido gracias a Adam Soong.
A toda prisa, logra escapar a tiempo junto a Teresa y Ricardo, con quienes se disculpa por haberlos metido en el lío. Afuera, se encuentran con Picard, Siete, Raffi y Tallinn, los cuales han llegado valiéndose del transportador de esta última que, a diferencia de los que conocemos, despide vapores violáceos (?).
El pequeño ejército no solo está a bordo de la nave sino también desparramado por los viñedos en una danza de miras láser: no sé por qué, pero al frente de ellos y dirigiendo el operativo se encuentra Soong (si están asimilados, no cumple función alguna y si solo lo están los jefes, tampoco).
Un explosivo cae cerca del grupo de Picard obligándoles a cubrirse los ojos y ese gesto reaviva en él un recuerdo (qué momento…) que lo muestra de niño jugando al escondite con su madre. Bajo fuego, logran introducirse en la mansión mientras Tallinn les protege disparando un impagable fusil “futurista retro” que parece sacado de las viejas y entrañables viñetas de Buck Rogers o Flash Gordon.
En el entrevero, Ríos (¿quién otro?) resulta herido y Picard pide a Tallinn que le saque de allí junto a Teresa y al niño. Accede a ser transportado para poner a madre e hijo en sitio seguro, pero planea regresar apenas lo haya hecho. Sin embargo, se encuentra con que no puede hacerlo por estar inhabilitado en el sistema, resultando así obvio que lo sacaron de la batalla por el estado en que se encuentra.
La mansión es rodeada por el equipo de Soong, quien exhorta a Picard a aceptar el futuro que se avecina: no tiene éxito, desde ya, por lo que ordena continuar con el fuego aunque, afortunadamente, los atacantes tienen muy mala puntería.
Siete propone dividirse: mientras Tallinn dispara, ella y Raffi se abrirán camino al exterior e intentarán llegar a La Sirena para tomar el control. Picard acepta el plan y permanece junto a Tallinn, a quien pone al tanto de que por debajo de la finca existe una red de túneles que fueron utilizados por la resistencia francesa durante la ocupación nazi y que llevan más allá de los viñedos.
Una vez más, los recuerdos afloran en forma de flashbacks y vemos que su madre, junto a él, intentó en algún momento escapar de la violencia familiar por allí.
El ingreso está detrás de una biblioteca (¿dónde más?) y se abre girando una flor de lis en relieve (muy francés): acceden entonces a los túneles, pero ellos viene Soong, que también logra ingresar (si quieren hacerme creer que es un genio por haber pensado que la entrada estaría tras la biblioteca, no lo acepto).
Agnes vs. Reina
La reina ha tomado el control de La Sirena o, al menos, eso cree, pues discute permanentemente con Agnes: las vemos por separado, pero es un debate interno y la reina afirma que siempre la sintió hablando por debajo (recordemos aquel “¡no!” del episodio anterior). Su plan consiste en dirigirse al cuadrante delta para desarrollar el colectivo borg cuatrocientos años antes de tiempo y prepararlo para cuando la Federación constituya una real amenaza. “El tiempo está de nuestro lado”, sentencia.
Sin embargo, fracasa al intentar poner en marcha la nave pues Agnes, que siempre un paso adelante, le ha extraído un código para inutilizarla. Cuando la reina amenaza con quitárselo compulsivamente, Agnes la anoticia de que no lo memorizó sino que, dado que la nave es capaz de replicar un holograma de cada tripulante que haya estado a bordo, lo ha escondido en un lugar seguro: una copia de Elnor…
Este da cuenta de algunos de los guardias pero, perseguido por el resto, llega hasta el depósito de armas y su rostro se ilumina al reconocer una espada tan qalang como las de las monjas Qowat Milat que le criaron.
Estrella Moribunda
Mientras Picard y Tallinn corren por los túneles intentando alcanzar la escotilla de salida y llegar a la nave, pasan por un sitio que ella reconoce por haberlo visto en su mente. No es buen momento para detenerse pero algo terrible ocurrió en ese lugar y Picard solo nos dice que allí buscó a su madre como parte del juego del escondite. Un flashback nos la muestra hablándole sobre las estrellas cuya luz nos sigue llegando aun cuando puedan estar ya largamente muertas: haciendo analogía consigo misma, le pide que la recuerde por su luz y no como estrella moribunda y apagándose.
El pequeño Picard no entiende demasiado, pero se ven obligados a huir al aproximarse su padre que, no obstante, les alcanza debido a que él atora uno de sus pies y, tras ello, su madre acaba encerrada en una habitación.
Un Nuevo Colectivo
Mientras se abren camino hacia La Sirena, Raffi le dice a Siete que debería ser capitana: esta responde que lo intentó tras dejar la Voyager y que la capitana Janeway le apoyó en tal sentido, pero su solicitud fue desaprobada, obviamente, por su pasado borg.
Una vez que logran introducirse en la nave, se llevan la sorpresa de encontrarse con Elnor, aunque este pone rápidamente al tanto a Raffi de que es solo una reproducción holográfica. Ella, de todos modos, no deja pasar la oportunidad para confesarle, con remordimiento, que fue su temor a la soledad lo que la llevó a impedirle que se marcharse; él le comenta que guarda los últimos pensamientos de Elnor hacia ella antes de morir (¿cómo?) y que “no fueron de culpa, sino de amor”.
Logrando llegar hasta los transportadores, Siete consigue desbloquearlos en el preciso instante en que llegan los esbirros de la reina e, instantáneamente, les transporta a la mansión pero… dentro de un muro, como lo delatan los medios cuerpos asomando por entre los ladrillos.
Elnor dice aún detectar un único borg a bordo y, un instante después, se presenta la reina, siempre bajo el aspecto de Agnes. Siete no logra transportarla como al resto porque, al parecer, tiene un inhibidor.
Haciendo gala de su destreza con la tan qalang, Elnor la derrota en singular combate, pero cuando están a punto de rematarla, Siete recuerda que Agnes está dentro de ella. Vacilación fatal: extendiendo sus tentáculos, la reina deshace el holograma de Elnor, desarma a Raffi y deja gravemente herida a Siete.
Situación ahora inversa: es la reina quien está a punto de rematar a Siete, pero se sorprende a sí misma llorando. Hablándole en su interior, Agnes le informa que los componentes químicos ligados a sentimientos como tristeza, pérdida o desolación están ahora presentes en su cuerpo por la asimilación. La reina dice que es imposible, pero su mano queda paralizada al intentar clavar un cuchillo a Siete.
Lo que sigue es muy extraño: Agnes le propone colaboración recíproca para crear un nuevo y mejor borg, basado en la cooperación y no en la dominación. A su vez y como ha estado dentro de su mente, le enrostra que tiene miedo a un final en el cual su especie termina derrotada invariablemente en cada universo y, en lo que ya parece una terapia, le recrimina que todas las conquistas borg han tenido por objeto escapar a la soledad (analogía con la culpa de Raffi con respecto a Elnor): propone un colectivo borg diferente, que aproveche la singularidad de los miembros en lugar de anularla.
La reina encuentra la propuesta absurda pero interesante y termina salvando la vida de Siete al precio de volverle a colocar sus odiados implantes borg. Consultada Agnes sobre si realmente es ella, responde primero que sí, luego que no y, finalmente, dice que ella y la reina han dado lugar a algo nuevo. ¡Wow! ¿El universo tendrá borg buenos?
Reversible
En más de una oportunidad, Picard y Tallinn son alcanzados por sus perseguidores, pero siempre logran zafarse: en una de ellas gracias a una pistola del antiguo almacén de armas de la resistencia que… ¡funciona! La realidad es que no hay arma de fuego que funcione sin más tras setenta años sin uso ni tampoco puerta que se abra con un disparo como ocurre a continuación, pero… en fin, el cine y las series ya han naturalizado que sí, aunque, creo, nunca antes en la franquicia. No lo intenten: romperán la cerradura y la puerta seguirá cerrada…
Durante la fuga, tienen tendencia a detenerse cada vez que Picard es alcanzado por un recuerdo (tampoco lo recomiendo) y así llegamos al punto nodal del trauma infantil cuando, al entrar en la habitación de los cristales y las plantas, el niño se encontró con la triste y siniestra imagen de su madre pendiendo sin vida del techo…
En ese momento, se dispara una interesante secuencia en reversa, desandando él sus pasos y bajando su madre de la horca. Vemos que, tras haber sido encerrada, ella rogaba desesperadamente al pequeño Jean-Luc que la liberara, cosa que hizo tras dar con la llave maestra que abría todas las puertas. Una vez liberada, ella se acostó a su lado pero en la noche abandonó el lecho con destino al lugar en que terminaría entregándose a su trágico final. En su furia, él destrozó los cristales cuyo estado, por lo menos yo, adjudicaba a vandalismo o a la guerra misma.
Una Vida por una Nave
Siete se lamenta de sentir sus implantes borg nuevamente y dice que fue lindo sentirse normal; Raffi la consuela con que, borg o humana y aún cuando haya siempre querido escapar de su pasado, es la persona más extraordinaria que haya conocido: buena analogía con Picard, que también ha vivido haciéndolo.
La reina les recuerda su parte del trato: una vida por la nave. Antes de partir, les encarga que le digan a su almirante que ya no será necesario cazar borgs en el futuro y que, además, para que la misión sea completada, se necesitan dos Reneé, una que viva y otra que muera. Nunca voy a entender por qué en las ficciones dan pistas tan crípticas cuando quieren ayudar…
Beso y Despedida
Mientras Picard lidia con su pasado y mantiene clavada la vista en la llave maestra que ha hallado en el piso, el grupo de Soong les alcanza pero Ríos, entretanto, se las ha ingeniado para rehabilitar el transporte. Teresa le ruega que se quede con ella pero él, a su pesar y en emotiva despedida, argumenta no pertenecer a su mundo ni a su época en una escena que remite a la decisión de Kirk en La Ciudad al Borde de la Eternidad, episodio más icónico de la serie original y quizás de toda la franquicia.
Logran transportarse a tiempo para salvar a Picard y Tallinn. Neutralizados los militares, Soong toma un arma del suelo, pero Ríos le informa que nunca funcionará si no reconoce su ADN. Dicho de otra forma: su arma se autodestruirá en cinco segundos. Soong la arroja hacia lo alto y echa a correr…
Una vive, la otra muere…
Transportadas fuera de La Sirena por la reina, Siete y Raffi ven la nave elevarse sobre los viñedos mientras llega el resto. Picard se alegra de ver a Siete bien y esta dice ahora ser “ella misma”. “Perdimos una amiga, pero nos reencontramos a nosotros mismos”, remata él.
Soong está suelto y ello hace temer que buscará sabotear la Misión Europa, por lo que Siete informa a Picard del enigmático mensaje de Agnes: una vive, la otra muere… Picard dice no estar dispuesto a aceptar algo que aún no ocurrió y el grupo se pone en marcha mientras Ríos, con tristeza, ve su nave partir hacia el cosmos…
Balance del Episodio
A solo una entrega de acabar la temporada se incrementan las sensaciones encontradas (un correlato de lo sucedido en la anterior). Hay una intensa carga emocional y un gran manejo de simbolismos y analogías, pero la trama acumula puntos débiles difíciles de subsanar en un único episodio.
Entre los aciertos, se destacan las analogías cruzadas: la soledad afecta a la reina al igual que a Raffi, así como la no aceptación (y posterior aceptación) del pasado hace mella por igual en Picard y en Siete. Muy bueno, asimismo, el paralelismo entre las discusiones Agnes/reina y Picard/ Soong.
Impactante la revelación del suicidio de la madre de Jean-Luc y sobrecogedora la escena en que él la halla sin vida. Gran recurso el de la secuencia en reversa: no solo nos pone al tanto de lo que pasó, sino que, además, cuadra con aquel planteo de Q sobre caminos que no se tomaron o decisiones que pudieron haber creado futuros: a Picard lo atormenta la culpa de haber liberado a su madre y no puede evitar pensar en cómo serían las cosas si no lo hubiera hecho.
Pero las incongruencias saltan en el entretejido de la trama, tanto en relación con el canon como con la misma lógica de lo que nos cuentan. Aclaro que no soy fundamentalista del canon: no tengo objeciones en que se elija un camino propio (el que nadie tomó, diría Q), pero la serie, por el contrario, apela permanentemente a referencias de la franquicia y debería, por lo tanto, respetar sus propias reglas de juego…
Que se entienda: me encanta que, como en ninguna otra serie, se interactúe en esta con el universo trekkie sin dejar prácticamente nada afuera. Eran previsibles los puentes con la serie original y, sobre todo, con Star Trek: the Next Generation, pero también los hay con Star Trek: Voyager, con Star Trek: Espacio Profundo Nueve o con Star Trek: Enterprise, la menospreciada cenicienta de la franquicia. Hasta se toca con Star Trek: Discovery (la otra serie actualmente en emisión) en las referencias a las Qowat Milat.
El problema es que, al querer abarcar un universo tan vasto, es también fácil cometer errores de continuidad (para muestra alcanza el MCU) y volvemos a las sensaciones encontradas: emociona y es poesía pura pensar la vida de Picard como un buscar en las estrellas la perdida luz de su madre, ¿pero es posible que tan terrible trauma haya tardado tanto en salir a flote?
Por otra parte: ¿no tenía Jean-Luc tenía un hermano mayor? Según nos contaron en Star Trek: the Next Generation y en los filmes Star Trek: Generations y Star Trek: Nemesis, Robert vivía molestándolo y, al partir él hacia el espacio, se quedó a cargo de los viñedos hasta que perdió la vida en un incendio. ¿Por qué no hemos sabido nada de él entre tanto flashback de infancia?
Y ya que hablamos de los flashbacks, hay que decir que son muy reveladores pero están puestos en momentos inoportunos. Ya había pasado dos episodios atrás con aquel viaje por la mente de Picard y ahora también al sacarnos del clima de la batalla por La Sirena.
Y ya que hablamos de La Sirena, salta a la vista que no es una nave tipo Enterprise o Voyager sino, haciendo analogía con otras ficciones, del estilo de la Serenity (Firefly), la Rocinante (The Expanse) o la Raza (Dark Matter): una nave más bien pequeña y para una tripulación reducida. No está mal: es original en la franquicia, pero cuando en su interior hay corridas, luchas o persecuciones, pareciera tener infinidad de corredores, salas, depósitos y habitaciones. De hecho, el holograma de Elnor se encierra y se aísla por completo de sus perseguidores e, insólitamente y sin que se sepa cómo, se le aparecen Siete y Raffi…
Y ya que hablamos del holograma, vamos a aceptar que pueda tener recuerdos de la persona homologada, lo cual supone alguna transferencia previa: ¿ pero cómo puede tener recuerdos de Elnor al morir? ¿Transmisión telepática?
Y en cuanto a Soong, más allá de lo improbable de verle como jefe táctico de operaciones, ¿qué clase de influencia tiene como para que con solo un llamado telefónico le envíen una fuerza militar de por lo menos quince hombres sin siquiera preguntarle para qué? Y si realmente la tiene, no me voy a creer que no pudiera utilizarla para no ser expulsado de la comunidad científica.
Veremos qué nos depara el próximo episodio. Por lo pronto, parece que vamos hacia un colectivo borg diferente, así que mientras, en la Tierra, Picard y los suyos luchan por salvar la línea temporal, en la galaxia está a punto de cambiar por completo. No creo, de todas formas, que La Sirena esté perdida para siempre y esa mirada final de Ríos parece anunciarnos algo; tampoco que esté concluida la historia con Teresa ahora que las circunstancias le dejan a él por algún tiempo más en el siglo XXI.
Se ha extrañado a Q en este episodio y es una pena, no solo porque debería ser decisivo en este tramo final de la temporada sino porque la serie tiene sus puntos altos en las interacciones entre Picard, Soong y él: ojalá tengamos un triple momento en la entrega de cierre.
Hasta entonces y sean felices…
Huy, tengo un buen de no ver nada de Star Trek.
Hola Alexander, muchas gracias por comentar. Si lograra entender la oración, contestaría con gusto. Un saludo!
Buen capitulo, pero como cuentas lo lia todo un poco. No entiendo que sean tan importantes los recuerdos de Picard para la historia y que sus recuerdos salieran tan tarde me parece extraño. También aunque toca el tema de 7 y que Janeway intermedió con ella para que entrara en la flota, se han olvidado de su relación con Chakotay que fue tan importante y que fue una de las causas de que la Capitana Janeway mayor retrocediera en el tiempo para cambiar la historia. También tiene el tópico de que un viajero del tiempo se enamore de una persona del pasado como en el caso de Rios. Lo de Data, perdón Soong no hay por donde pillarlo, pero bueno y no se como terminará la temporada, pero sabiendo que la tripulación clásica como dije volverá para la siguiente temporada esperemos que bien.
Hola Juan: gracias por comentar una vez más! Buen punto lo de Chakotay, pues aquí Siete se comporta como si nunca hubiese existido. Es loable querer unir a toda la franquicia pero, claro, es muy fácil incurrir en problemas de continuidad. Yo también estoy muy entusiasmado con el regreso de la tripulación clásica de TNG aunque, por otra parte, me da pena la posibilidad de que dejen archivada a esta cuando se venía consolidando. Ojalá encuentren la forma de que ambas coexistan. Un saludo y gracias por el valioso aporte de siempre!
Me parece bastante infantil olvidarse del episodio de la primer tenporada de TNG donde el Enterprise probando un nuevo propulsor llega a cierra parte del universo donde los pensamientos se plasman en reales y El capitan Picard tienen una charla con su madre anciana.
Hola, gracias por comentar y por el concepto: no llego a entender la relación; de hecho, ese episodio que mencionas no es el único en el cual aparecen referencias a la infancia o el pasado de Picard, pero jamás se mencionó una historia tan traumática como todo lo que aquí se cuenta y que, se supone, debería haberlo marcado de por vida. La relación con su madre o la de esta con su padre está aquí cargada de psicosis y eso jamás se nos había dicho. ¿No es un poco tarde para que aparezca siendo tan importante? No he olvidado el episodio (todavía) y si así fuera, en contraposición con la calificación que das, olvidarse algo no es infantil; más bien todo lo contrario. Un saludo