InicioSeriesAnálisis de The Walking Dead: Daryl Dixon. Temporada 1. Episodio 3

Análisis de The Walking Dead: Daryl Dixon. Temporada 1. Episodio 3

Hemos llegado a la mitad de la primera temporada de The Walking Dead: Daryl Dixon y analizamos lo que nos ha dejado un tercer episodio que por fin nos ha mostrado a la París del apocalipsis zombie, junto con alguna escena surrealista de lo mejor de la franquicia. Creada por David Zabel, la serie es emitida por AMC+.

Hola otra vez, caminantes del apocalipsis. Aquí estamos para analizar una nueva entrega de The Walking Dead: Daryl Dixon que, en este caso, nos deja en mitad de la temporada. El episodio, tercero de la misma y siguiendo la regla de los títulos en francés, se llama Paris sera toujours Paris (París siempre será París), lo cual no solo deja entrever la llegada de Daryl y el resto a la otrora orgullosa capital gala, sino también que, por debajo del apocalipsis, ciertas cosas no cambian.

Además, y cuando creíamos haberlo ya visto todo con el rey caminante que nos mostraron en The Walking Dead: Dead City, ahora tenemos un orquesta zombie. Pero pasemos mejor a ver qué nos ha dejado esta entrega no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden, en los correspondientes links, echar ojo a nuestros análisis de esta y demás series de la franquicia.

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Concierto de Horror

Comenzamos en Angers, lo cual nos dice que el grupo ha escogido finalmente el camino que quería Isabelle. Allí hay un teatro abandonado que me trajo reminiscencias del de New York en Dead City. Y un conocido de Isabelle, cuyo nombre no sabemos, pero que al parecer tiene un equipo de radio que puede ayudar a Daryl a regresar a su hogar.

La escena que sobreviene es de lo más surrealista que la franquicia ha mostrado, pues el sujeto ha utilizado piezas de dicho equipo para construir un amplificador a los fines de reproducir a todo volumen el Bolero de Ravel. Pero eso no es aún nada y si creías ya haberlo visto todo en la franquicia, además ha montado… ¡una orquesta de zombies!  En efecto y totalmente orate, el hombre ha atado caminantes a los instrumentos y acompaña la música con sus gruñidos mientras los dirige batuta en mano: delirante, brillante y demencial…

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La escena, de hecho, está totalmente desconectada del resto del episodio, pero eso suele ocurrir con muchas de las mejores de la franquicia. El bizarro espectáculo, que parece combinar Grand Guignol con actuación de Ghost o Slipknot, convence a Daryl de que fue mala idea ir por Angers y que, por poco que guste a Isabelle, el camino es por París…

La Gente es Extraña

Y llegamos a la “ciudad luz”, título que ya le ha quedado lejos. La desolación y devastación en las calles es total y se leen inscripciones que rezan “pouvoirs des vivants” (poder de los vivos). Isabelle explica que son grupos armados de discurso ultra nacionalista, cuya presencia se justifica en la desesperación, que lleva a las personas a aferrarse al orden. “O a Dios”, replica Daryl en devolución directa…

Mientras atraviesan el cementerio, Laurent va repasando las tumbas de Molière, Proust y La Fontaine, de cuyas fábulas Daryl jamás ha oído hablar, pero sí reconoce la tumba de Jim Morrison (recordemos que murió en París) mientras de fondo y muy alegóricamente suena People are Strange, de The Doors, aunque en francés y versionada por alguien que no aparece acreditado en el soundtrack.

Como ya viene siendo costumbre desde que Daryl pisara Francia, les salen al cruce sujetos armados, en este caso liderados por un tal Fallou (Eriq Ebouaney), que parece calmarse cuando Isabelle se identifica como miembro de la orden del padre Jean e infiere entonces quién es el niño que les acompaña.

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Les lleva a su comunidad, desde donde puede verse mocha a la Torre Eiffel, según se dice, por un accidente de helicóptero a poco de iniciado el apocalipsis. Crían palomas mensajeras y ello hace que puedan comunicarse con El Nido (suena lógico, je) y ponerles al tanto de que el Mesías está en camino. Habida cuenta de que ya pueden venir a buscarles, significa para Daryl el fin del viaje junto a los demás aunque la cosa, le informan, demora alrededor de un mes…

Isabelle aprovecha la estadía en París para visitar su antiguo apartamento en compañía de Daryl. Mientras él se queja de los “vecinos ruidosos” (obviamente caminantes), ella busca drogas y objetos de valor que puedan servir para negociar por un barco. Al hacerlo, encuentra una foto de su hermana Lily que decide llevar a Laurent.

En el patio trasero, hay una niña caminante en la que reconoce tristemente como Aimeé (Naia Pichler), la hija de los vecinos a quien en su momento dejara atrás después de decirle que no saliera de su casa: imagen impactante, para ella y para nosotros. De pronto comienzan a caer caminantes desde los tejados y otra vez la escena nos remite a Dead City, pero la novedad es que esta vez son del tipo “quemadores”, que habíamos visto atacar a Daryl en el primer episodio. Este, de hecho, consigue usar el ácido que despiden para quemar una hiedra y logra así la pareja escapar.

Experimentos

Codron, entretanto, ha llegado al cuartel general de los guerrilleros de Genet presentándose a ella como parte de los mismos aunque no le conozca. Le hace escuchar la grabación de Daryl, con lo que la anoticia de que, en efecto, no se ha ahogado y, por el contrario, está en Francia. Ofrece sus servicios para encontrarle: el motivo, dice, es que prometió alguna vez cuidar a su hermano y, “por culpa del americano”, no pudo hacerlo…

Nos enteramos, además, que en el lugar, y bajo supervisión de la propia Genet, están experimentado con caminantes que, tal como viéramos en la escena post-créditos del final de World Beyond, se mueven rápido pero, por lo que se aprecia, duran poco después de la reanimación (dieciocho segundos, según manifiesta el científico a cargo). La sensación es que están queriendo utilizarlos como armas y las nuevas variantes parecerían entonces ser producto de la experimentación en tal sentido. ¿Será así también con los “quemadores”?

La Vie de Bohème

Fallou dice que les puede ayudar con lo de la radio y, en pos de ello, les guía por las catacumbas parisinas en las cuales, según dice, han sobrevivido a varios apocalipsis. Les lleva así a un club nocturno llamado Demimonde, en el cual, entre travestidos, juerga y alcohol, sobrevive un extracto de la “vie de bohème” de antaño.

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Sobre el escenario actúa una tal Anna Valery (Lukerya Ilyashenko), mientras los asistentes bailan tango y Emile (Tristan Zanchi), uno de los muchachos de Fallou, invita a Sylvie a hacerlo con él mientras le explica que su abuela era argentina. Lo cierto es que parece arrastrarle el ala y habrá que ver a qué conduce esto siendo ella monja.

Llegan hasta un tipo llamado Bernard (Michaël Erpelding), a quien Isabelle ofrece drogas, pero la cosa se complica y se pone violento. Hay conflicto, pero interviene entonces el verdadero líder detrás de él y resulta ser Quinn (Adam Nagaitis), el novio a quien Isabelle dejara en el camino tras escapar con Lily.

La sorpresa es mutua, desde luego. Ella le pone al tanto de que ahora es monja, así como también del amigo americano y su intención de regresar a casa. Él quiere saber quién es el niño y cuando Isabelle le cuenta que es hijo de Lily, su rostro cambia de expresión y le recrimina no haberle avisado… porque también es suyo…

La noticia, desde ya, causa fuerte impacto en ella, pues ahora entiende la razón por la cual quería aquel día dejar a Lily. Quinn quiere llegar a un arreglo, pero Daryl busca convencer a Isabelle de que no negocie nada con él.

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La escena, de todos modos, es interrumpida cuando Codron cae al lugar con un grupo armado y buscando al americano. Hay lucha y disparos, dando Daryl cuenta de algunos de los guerrilleros mientras escapa hacia la azotea y se produce un enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre él y Codron. Está a punto de asfixiarlo, pero llegan efectivos de este al rescate y debe escapar. Lo último que vemos es el piso resquebrajándose bajo sus pies para, finalmente, dejarle caer…

Balance del Episodio

Creo que en lo que lleva la temporada (y por lo tanto la serie) hemos visto lo que es hasta el momento la mejor entrega. Un episodio mucho más sólido, aun cuando en lo personal me siga haciendo chirriar que todos hablen inglés en cualquier lugar al que vayan: hasta el director de orquesta. Alguien debería anoticiar a los estadounidenses de que no necesariamente es así.

Más allá de eso, repito, ha sido una entrega superior a las anteriores y es posible que ello se deba en parte por la diferente perspectiva que ofrece la ciudad de París, donde las farolas rotas o la Torre Eiffel con la punta trunca otorgan una estética diferente y particular. Se podrá objetar que la visión romántica y bohemia de la capital francesa luzca algo estereotipada (digamos Emily en París en versión zombie), pero no negar que el presentar una cultura negándose a morir da identidad a la historia.

Lo del club nocturno fue genial y ese submundo por debajo del apocalipsis me trajo recuerdos de la excelente película Underground (Emir Kusturica, 1995), en que una comunidad de carácter familiar hacía algo parecido en un subsuelo de la ciudad de Belgrado y no se privaban de festejar ni seguir con sus vidas aun cuando arriba arreciaba la guerra en cualquiera de sus versiones. O el famoso relato La Máscara de la Muerte Roja, de Edgar Allan Poe, donde el príncipe Próspero y su corte vivían de fiesta mientras, puertas afuera, la peste asolaba el país.

Interesante también la idea de la resiliencia de la sociedad francesa y particularmente parisina. “Hemos sobrevivido a varios apocalipsis” dice Fallou mientras recorren las catacumbas y es imposible no relacionar ese pensamiento con cada invasión que el país ha sufrido sin necesidad de zombies. Y la proliferación de grupos fundamentalistas captando la desesperación popular no puede ser despegada de lo que hoy ocurre con grupos neonazis o similares.

Ha habido buenos diálogos, particularmente entre Daryl e Isabelle cada vez que la religión, la fe o la esperanza son puestas sobre la mesa. La relación, por cierto, parece cada vez más estrecha y nos hace preguntarnos si Daryl decidirá finalmente regresar a América o cómo se reencontrará en con Carol, ya que Melissa McBride aparece mencionada en el elenco de la serie, al igual que Cailey Fleming (Judith).

El cruce por el cementerio ha sido otro gran momento, homenaje a Morrison incluido. Y no deja de ser extraño pero fascinante que un lugar como ese se transforme en muestra del mundo anterior, uno en el cual la muerte era muerte y los muertos recordados, pues hacía falta estar vivo para visitarles o rendirles tributo.

Pero la gran perla del episodio fue, ni falta hace decirlo, la orquesta de caminantes. Ni por asomo se nos ocurría que podíamos llegar a ver algo así y la escena es todavía más genial por su carácter independiente dentro de la trama: de hecho, podría haber buena idea para desarrollar en algún episodio de Tales of the Walking Dead. En algún punto me hizo acordar al filme Ensayo de Orquesta (Federico Fellini, 1979), en el cual un director intentaba mantener funcionando y tocando a una anárquica orquesta mientras los muros del lugar se sacudían con estruendo y hasta el final de la película no sabíamos qué estaba pasando afuera.

Y aun en su locura, no deja de ser interesante la lectura que el sujeto hace acerca de que, aun en medio de la muerte, la música sigue viva: quizás, después de todo, sean nuestras obras lo único que algún día logre sobrevivir a un eventual colapso de nuestra civilización y alcanza con ver que la música de Bach seguirá viva en la sonda Voyager cuando el Sol haya muerto y la Tierra sea un recuerdo.

En fin, la serie se ve ahora mucho más encaminada y, por lo que se ve, la segunda mitad de temporada apuntará a desarrollar más los villanos. Ya hemos tenido algún atisbo sobre los traumas que, desde lo familiar, aquejan a Codron y sospecho que pronto sabremos más de Genet, hasta ahora un gran misterio por los pocos minutos en pantalla. También está por verse el rol que espera al niño Laurent, cuya presencia parece en muchos despertar esperanza en medio de la desesperanza.

Veremos hacia dónde se siguen definiendo las cosas en el próximo episodio. Hasta entonces y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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