Nuevo análisis de The Walking Dead: World Beyond , serie que, creada por Matthew Negrete y Scott N. Gimple, transcurre diez años después de los sucesos que dieran nacimiento a la franquicia. El octavo episodio de esta primera temporada lleva por título El Cielo es un Cementerio. La serie puede verse para Latinoamérica por AMC y para España por Movistar+.
Bienvenidos a una nueva entrega semanal de The Walking Dead: World Beyond, en la que vemos crecer la intriga con giros y elementos disruptivos que hacen que el grupo comience a disgregarse. Los conflictos que se venían anunciando han comenzado a estallar, pero también tenemos un inesperado giro al final.
https://www.youtube.com/watch?v=_d0w-13bmT4&ab_channel=DarylDixon-Topic
Cumplo en advertirles, si aún no han visto el episodio (octavo de la primera temporada) que SE VIENEN VARIOS SPOILERS DE LA TRAMA.
Si desean echar un vistazo a nuestros análisis anteriores de la serie, pueden hacerlo aquí.
Para los de la serie principal The Walking Dead, aquí.
Y para la precuela Fear the Walking Dead, aquí.
Columpios y Flashbacks
Quedamos, la semana pasada con Silas habiendo, presumiblemente, asesinado a Tony y puesto en fuga a Percy tras uno de sus ataques de ira. El nuevo episodio comienza con una muy buena escena en la cual lo vemos, en la noche, sentado en el suelo y atado contra unos columpios en medio de un patio de juegos vallado. Resulta evidente que, a la luz de lo ocurrido, el grupo ha tomado precauciones. Al estilo Hitchcock, vemos su turbado rostro mientras, en off, oímos a los demás debatir acerca de sus actos.
El grupo está algo dividido: Felix y Huck, obviamente más marciales, plantean que Silas debe ser detenido y llevado al Campus para ser sometido a juicio, aunque no se ponen de acuerdo en cuanto al modo de hacerlo y ya están demasiado cerca de New York (y, por lo tanto, de Leo Bennett), como para pensar en volver. Felix llega a plantear que Huck regrese con Silas, pero ella se niega a cargar con la peor parte y tener que marchar a campo traviesa con un detenido tan peligroso.
El resto se preguntan qué puede haber ocasionado en Silas tal comportamiento e, incluso, se especula con la posibilidad de que el asesino no haya sido él sino alguien que se acercase al campamento con intención de venganza: a fin de cuentas, Tony y Percy vivían embaucando y robando a otros supervivientes; seguramente, se habrían ganado enemigos.
Huck, sin embargo, da por tierra con cualquier presunción de inocencia al mostrar unos dibujos que encontró revisando su mochila: son los que hizo Iris, incluyendo el del tigre y algunos retratos, lo cual demostraría que el interés particular de Silas por ella habría devenido en una crisis de celos con resultados a la vista. El argumento parece contundente, pero quien más se niega a aceptarlo es Elton, quien, siempre más lógico y racional que el resto, argumenta que no hay prueba física que lo condene y además, desde lo más emocional, se niega a verlo como un asesino.
Afuera, en el patio de juegos, los flashbacks del pasado atormentan a Silas, lo que nos permite reconstruir la parte de su historia que no conocíamos, haciendo que la trama, por momentos, se mueva en tres líneas temporales.
Su padre, siendo él pequeño, le introdujo en la escucha de hard rock y heavy metal, enseñándole a subir el volumen de los parlantes para experimentar la sensación de estar en un concierto y recrear, al menos, parte del mundo que se terminó: vamos así entendiendo su obsesión con la música o los auriculares, que lo aíslan de un mundo exterior esquivo y adverso.
Pero, por encima de todo, su padre fue un hombre violento en perjuicio de su madre y del propio Silas, a quien incluso, un día, casi estranguló, pero este último, ya un adolescente, respondió a la agresión con un retrato familiar que encontró a mano golpeándolo en el rostro una y otra vez hasta dejarlo gravemente herido. La imagen del retrato en el piso, con el cristal roto, funciona como perfecto ícono de una familia destruida.
Tras ese incidente, Silas queda en una especie de vacío mental, casi como un autista. Una vecina llama a la puerta para preguntar si su padre está, otra vez, agrediendo a su madre, cosa que él niega: queda claro que la violencia familiar viene siendo un problema reiterado.
Una vez que cierra la puerta, escucha gritos y, corriendo presuroso, descubre que su madre ha regresado a casa y está siendo atacada por su padre, ya para esa altura un caminante revivido.
En este punto, el flashback deja un bache que, esperemos, rellene en alguno de los dos episodios que le quedan a esta temporada. ¿Qué pasó con el padre de Silas? ¿Murió por los golpes de su hijo o se introdujo en la casa algún zombie que lo mordió e infectó? De momento, queda una cierta nebulosa al respecto, pero ya sabemos que esta serie gusta de llenar las lagunas con cuentagotas.
Lo que sí sabemos es que Silas carga contra el zombie de su padre golpeándolo hasta destruirle el cráneo, todo ello ante los horrorizados ojos de una madre que, según habíamos oído en algún flashback del tercer episodio, terminaría declarando en su contra e incriminándole: un caso más, al parecer, de víctima que defiende al agresor. Y otra vez la duda: ¿Silas, entonces, mató a su padre “dos veces” o solo cuando ya era zombie?
Culpa y Mea Culpa
Volviendo al presente, Hope es quien tiene más sentimientos encontrados no solo con respecto a Silas, sino también a Tony a Percy; hasta pone sus reservas al momento de dar sepultura al primero por tratarse de alguien que les había engañado y robado. Huck logra convencerla y, entre ambas, finalmente, entierran el cuerpo.
Elton, apesadumbrado, sale al exterior para charlar con Silas y expresarle confianza ciega en una inocencia de la cual hasta el propio Silas duda, pues, como es habitual, no recuerda nada.
Cuando este queda nuevamente en soledad, un caminante se aproxima en la noche a la valla del patio de juegos y, ante la aterrada vista del maniatado Silas, empuja torpemente contra la misma hasta que cede. El joven hace vanos esfuerzos por liberarse de sus ataduras pero, por otra parte, no emite sonido alguno pidiendo ayuda: ¿ha enmudecido por el terror o se está entregando a una muerte que cree merecer?
Sea como sea y por fortuna para él, Hope llega a tiempo y elimina al zombie, tras lo cual (paradójicamente, por ser una de las que menos cree en su inocencia) le recrimina haberse quedado callado: está claro que Silas se considera a sí mismo como un peligro para los demás y entiende que estarán mejor sin él.
Una vez reparada la valla, es Iris quien tiene su conversación con Silas. A pesar de sus dudas, se aferra a la esperanza de que no sea el culpable, por lo cual le pide que diga exactamente qué ocurrió, pero él sigue sin recordar y, además, ya está entregado: no solo se autoincrimina por la muerte de su padre y la de Tony, sino también por la del desaparecido Percy. Iris, mortificada, sabe que ya no hay forma de evitarle la condena. Cuando vuelve a reunirse con el resto, les dice que Silas escapó, aunque es evidente que fue ella quien lo dejó ir.
No es la única pérdida para el grupo: el propio Elton, siempre convencido de la inocencia de Silas, anuncia que los deja y se va a buscarlo. Hope lo abraza e intenta detenerlo, pero él se mantiene firme y hasta confía en encontrar a su madre.
Es entonces cuando se produce el tan temido como anunciado quiebre de Hope que, entre lágrimas, le confiesa haber estado ocultando la verdad y le cuenta lo ocurrido en la fatídica noche en que terminara asesinando a la madre de Elton. Acto seguido, le entrega el collar que le perteneciera.
El rostro de él, desde luego, pasa a ser otro: está visiblemente golpeado y destrozado. Lejos de desistir en cuanto a marcharse, toma el collar sin decir palabra y, con más decisión que antes, parte hacia un mundo hostil en busca de su amigo, quizás ahora su única familia…
Tenemos un Topo
No hay escena post – créditos, pero sí una escena final en la que (¡por fin!) volvemos a ver a la teniente Kublek, quien está acariciando un reloj. Un guardia le anuncia la llegada de alguien y vemos que quien entra es… ¡Huck!
Con toda naturalidad y para sorpresa nuestra,la recién llegada brinda un informe de situación según el cual las cosas marchan de acuerdo a lo previsto y, al ser consultada acerca del “activo”, confirma que el mismo está en óptimas condiciones. Antes de retirarse, Kublek le entrega el reloj que instantes antes acariciara; visiblemente tocada, se queda mirándolo y pregunta si es “de papá”: su superior (o mejor dicho… su madre) asiente y Huck se marcha con el preciado objeto.
Balance del Episodio
Lo primero a destacar de El Cielo es un Cementerio es el trabajo actoral de Hal Cumpston, quien, aún más que en el tercer episodio, tiene que actuar, en el pasado y en el presente, todos los cambios y momentos de Silas, incluyendo sus “vacíos mentales”.
Lo segundo es el título que, estremecedor y conmovedor, hace referencia a una conversación que sostienen Iris y Elton mientras, echados sobre la hierba, miran al cielo nocturno. Ella recuerda que, en su niñez, Hope le contó que muchas de las estrellas que pueblan el mismo están muertas desde hace tiempo, lo que convierte al cielo en un cementerio: implícita y triste analogía con el mundo en que les toca crecer y vivir.
Elton replica que la mayoría de las estrellas visibles para el ojo humano están a una distancia como para que sus signos de próxima muerte fuesen perceptibles; al no ser así, están vivas. Otra bella analogía: la esperanza y la vida subsistiendo entre la muerte y la destrucción.
Los “objetos – fetiche”, en tanto, han tenido un papel clave. En contextos muy diferentes, el collar de su madre significa para Elton lo mismo que para Huck el reloj de su padre. Y se pueden agregar los auriculares de Silas.
Han ocurrido un par de cosas previsibles: la disgregación del grupo tras el “sincericidio”de Hope estaba al caer y era solo cuestión de tiempo, lo mismo que la “revelación” de que Silas mató a su padre, aunque, por otra parte, no la esperaba de ese modo, con este último convertido en zombie y un Silas que quizás, entonces, lo haya “matado dos veces”. Quedan, como dije, algunas dudas por aclarar sobre la forma en que se produjo el contagio.
En cuanto a la muerte de Tony, sigue siendo un gran misterio, pues no hay rastros de Percy y me sigue repicando en la cabeza el hecho de que Tony fuera ilusionista. Ya sé que vimos a Huck y Hope sepultarlo y ello parecería, literalmente, enterrar toda duda pero, en lo personal, sigo teniendo alguna y no termino de creerme que nos hayan mostrado el oficio de Tony para nada.
Pero la gran revelación final, sin duda, es Huck, quien termina siendo hija de Kublek y ha estado, obviamente, trabajando como topo de La República en el Campus. Es cierto que tenía actitudes sospechosas, como sus excursiones para “buscar suministros” pero, aún así, no lo imaginaba. Ahora no sabemos qué partes de las historias que contó eran realidad ni cuán cierta sería esa historia de la muchacha sin recuerdos flotando a la deriva en el río Missouri. Sin embargo, sus flashbacks del episodio anterior se vieron bastante reales y mostraron que, ya alguna vez, desobedeció órdenes que consideró injustas. La pregunta es: ¿lo hará entonces otra vez? Por otra parte, ¿a qué se refiere cuando habla del “activo”?
En el balance, sin ser memorable, ha sido un buen episodio, con algunas “revelaciones” bastante previsibles y otras no tanto. Por lo pronto, se abre un interrogante acerca del futuro ahora que el grupo está fragmentado. ¿Llegarán a unirse nuevamente en los dos episodios que nos quedan antes de cerrar la temporada? Veremos si el próximo nos va dando alguna respuesta al respecto…
Gracias por leer y por estar allí. Será hasta la próxima semana. Sean felices…