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Animación adulta II: Análisis de Archer

Continúo con los análisis de series de animación adulta que os traigo cada dos semanas. En la primera entrega hablé de Rick and Morty y de su habilidad para unir elementos a primera vista incompatibles en un conjunto sólido. Hoy comentaré por qué Archer, aparentemente más simple, es otra de las grandes series de animación del momento dentro de sus limitaciones.

¿Qué ofrece la serie?

Archer cuenta las aventuras en formato de comedia animada con duración de 20 minutos— de Sterling Archer, un agente “secreto” (y lo escribo entre comillas por su afición a contárselo a todo el mundo) que trabaja en una agencia de seguridad llamada ISIS, dirigida por su madre y en la que Sterling convive con su exnovia, un científico loco que resulta ser una copia genética de Hitler, un contable acomplejado, una adicta al pegamento y a la violencia emocional que tiene un ocelote por mascota, una directora de RRHH que no puede dejar de comer y tiene un pasado con la Yakuza, un agente de campo que pierde la movilidad cada dos por tres y otros cuantos personajes en la misma línea. Fue creada por Adam Reed en 2009 y acaba de renovar por su octava temporada, anunciando que los planes son llegar a 10 temporadas .

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Archer y la enésima deconstrucción de la familia americana

Archer sienta sus bases temáticas en el género de espías y en el elemento que estructura la mayor parte de las series cómicas (especialmente de animación) americanas: el núcleo familiar. Esta base se hace obvia en las series de Matt Groening (directamente en Los Simpson e indirectamente en Futurama) y de forma más simple en las de Seth MacFarlane. De hecho, Padre de Familia supone a menudo una ridiculización ácida del concepto de familia americana como recurso casi impulsivo, hasta el punto de perderse en su propio concepto y tirar por la borda toda función crítica que pudiera tener al principio para ser sólo un recurso humorístico recurrente y vacío.

Volviendo a Archer, esta serie comparte con Rick and Morty utilizar el núcleo familiar como un elemento muy reiterado pero sin basarse totalmente en él; así, la relación de Archer con su madre (y el desconocimiento de quién es su padre) es un elemento que aparece en todos los episodios porque marca muchas de las acciones del protagonista; pero esto lo sabemos por las alusiones sutiles que salpican el guión (sobre todo aquellas al pasado que comentaré más adelante) y que hacen que seamos nosotros quienes lo relacionemos. La serie alude a los malos padres como elemento vertebrador del desarrollo de personajes: quiénes son por lo que su infancia fue.

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A esto se le suma el concepto de la agencia como una gran familia disfuncional que deja entrever la serie. Al fin y al cabo, la profesionalidad se diluye en la relación tan cercana de los personajes (a pesar de sus conflictos).Y así es precisamente como Archer marca la diferencia: la serie funciona como comedia de espías pero, consciente de la sobreexplotación cómica del spy fiction, le da una vuelta de tuerca presentándola casi como una sitcom.

 Humor sin complejos

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El humor de Archer es retorcido, rapidísimo, paródico y ágil. La serie no se corta y recurre a las referencias sexuales, el humor negro y la incorrección política tanto como a alusiones a todos los elementos imaginables: en las afiladas y a menudo difíciles de seguir conversaciones que mantienen a toda velocidad sus personajes, encontramos juegos de palabras constantes, homenajes y comentarios de series (algunas contemporáneas), cine, cómics (Sterling Archer tiene predilección por los X-Men), literatura de todas las épocas, personajes famosos,  política, Historia y sociedad.

Uno de los puntos fuertes es que no hay situación temporal clara; es una ficción anacrónica con elementos de sociedad actuales, mezclados con la URSS aún en pie y tecnología noventera y post 2000 al mismo tiempo. También juegan con el uso de los silencios incómodos y alargados hasta el extremo de forma muy efectiva. Acompañan esto con revisiones de clichés, metahumor y un elemento concreto que hace que la serie tarde en arrancar toda su maquinaria: Archer es autorreferencial.

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Así, se construye un entramado de chistes y alusiones entre los personajes a los que aluden constantemente en todo tipo de situaciones, y que basan el golpe cómico precisamente en colocarlas en el lugar y momento adecuado. La serie sale fortalecida con este elemento al elaborar su propia base cómica. Sólo por poner un ejemplo, Sterling alude constantemente a la canción de Kenny Loggins Danger Zone, llevando la broma al extremo con un cameo del propio Loggins. Y no es el único en aparecer en la serie: por Archer se dejan caer varios iconos del cine en cameos que van más allá de una simple aparición y que sacan el máximo partido cómico.

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El conjunto de estos elementos hace de Archer una serie que parte de una idea convencional para convertirse en una frenética originalidad en la que las tramas siguen esquemas similares pero nunca se nos hacen repetitivas.

Archer y el desarrollo de personajes en la comedia

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Que la serie no dé descanso a sus personajes no significa que no les dé la importancia que necesitan. Más de una vez hemos visto series y películas que se olvidan de los personajes y los utilizan como marionetas para que “ocurran cosas”, haciendo que el resultado sea artificial u olvidable. Es uno de los problemas que acusa el cine de terror de los últimos años (y la sucesión de sustos mecanizados y vagamente repartidos que exige el tan en boga método James Wan tiene algo que ver) salvando honrosas excepciones. Y hablando de cine de terror no me estoy saliendo del tema: comedia y terror son los dos géneros que más se olvidan de desarrollar personajes últimamente, y supongo que ocurre por una tendencia al artificio y a quedarse en la superficie (el sketch y el susto, respectivamente) de sus propuestas.

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Al final, que una serie o película funcione del todo requiere que sus personajes sean alguien. La llamada factoría Apatow fue un giro influyente en la tendencia general del cine de humor que no todos los creadores han podido, querido o necesitado entender (y el fenómeno SuperBad parece haber llamado más la atención por la superficie, el humor facilón, que por su núcleo, la relación entre los protagonistas como retrato de una edad y un momento en Estados Unidos y su sociedad). Y es que es un problema de modas que justifican la falta de interés de los creadores, porque no es tan difícil.

No se exige una película de Mel Brooks, solamente atención a los personajes. Y Archer se la da. Al final, estamos viendo a personas y sus relaciones. Muchos de ellos con frustraciones vitales, si no todos, que sólo dejan ver lo que les ha llevado a ese punto muy de vez en cuando. La serie es tan reticente a mostrar su pasado como los propios personajes; y cuando lo hace, es desde la tragicomedia descarnada y sin juicios (lo que no quita cierta divertida crueldad de los guionistas).

ARCHER: Episode 6, Season 6 "Sitting" (Airing Thursday, February 12, 10:00 PM e/p) Archer's first weekend alone with baby AJ is soiled by a Pakistani intelligence officer. Pictured: (L-R) Sterling Archer (voice of H. Jon Benjamin), baby AJ, Lana Kane (voice of Aisha Tyler). CR: FX

Conscientes de que un exceso del componente dramático podría estropear el carácter humorístico del conjunto, este elemento aparece cuidadosamente medido. Sin embargo, la serie está siempre impregnada de este pasado caótico que hace que la confusión lleve a los personajes a una (intencionadamente) artificial imagen de control sobre sí mismos. De hecho, la rigidez de los personajes está formalizada en la animación: no es cuestión de avances técnicos que hayan escogido ese formato. No se cortan en hacer alardes de animación 3D en las escenas puramente de acción para demostrarlo. 

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¿Puede un conjunto así no cansar al espectador?

Sí…hasta cierto punto. Tenemos humor afilado, acción, personajes con desarrollo y tramas ágiles y variadas. Pero pese a la variedad de las tramas, conocer el esquema que van a seguir puede hacer  a la serie repetitiva si se ven varios episodios seguidos; defecto que consigue salvar, una vez más, por los detalles que consigue introducir poco a poco sobre los personajes. Con todo, esta fórmula no es igualmente efectiva a lo largo de toda la serie: la sexta y séptima temporada combinan inventiva que reaviva el ingenio de los guiones con una acumulación de las bromas de siempre que empiezan a ser molestas una vez sabemos exactamente qué camino seguirán las conversaciones. Las situaciones se hacen demasiado similares a pesar de esforzarse en cambiar el escenario en el que se desarrollan. Para depende de qué espectador, esto puede o no ser perdonable; para muchos la pérdida de frescura en cada capítulo puede acabar con una serie esencialmente cómica. Pese a esto, muchos espectadores seguirán encontrando detalles que sigan haciendo de la serie una opción divertida.

Una de ellas es lo vivo que mantiene su uso de la animación como recurso cómico y narrativo. En la mayoría de series de animación no se usan personajes tan humanos debajo de la exagerada inverosimilitud que siguen las tramas (el spy fiction nunca ha tenido problema en usar imagen real, pero a menudo evitando profundizar en los personajes… para que el conjunto no tenga altibajos de realidad que permitan que caiga en el ridículo). Archer usa su formato para tomarse ciertas licencias que justifican la decisión. Licencias como las constantes lesiones físicas de Sterling Archer olvidadas enseguida sin resultar un recurso molesto y poder cambiar de tema con facilidad.

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Otra es su adaptabilidad a situaciones absurdas, elemento que exprimen reinventándose en una quinta temporada que aprovecha que sus personajes siguen estando definidos fuera de la situación original de la serie para sacarles de su zona cómoda (spoiler: haciendo que dejen la agencia para vender una tonelada de cocaína en una temporada que renombran como Archer Vice). La temporada dividió a la audiencia. Para mí, es posiblemente la mejor en conjunto, en parte por prescindir de los episodios de tramas autoconclusivas para tener una base argumental que se desarrolla a lo largo de 13 episodios. Ya habían mostrado antes, con los episodios dobles y el triple con que arranca la tercera temporada, que cuando no tienen limitaciones de tiempo la serie se desarrolla de forma más fluida.

Al final, el conjunto no puede ser más sólido si pensamos en las limitaciones que tiene a nivel temático, al menos si quiere ser coherente (un gag de South Park no necesita estar contextualizado para ser efectivo, por ejemplo. Funciona como sketch independiente). Es verdad que la serie tiene bajones (el personaje de Barry se hace totalmente esquemático y predecible, y sus apariciones acaban siendo casi tediosas; esto sirve de ejemplo a lo dicho antes), pero ha sabido conseguir que no importen demasiado.

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Dónde seguirla

Netflix España tiene los derechos de la serie mientras que la séptima temporada está en Movistar+. Esto lleva a pensar que tienen los derechos de la primera ventana de emisión. En la próxima entrega de esta sección hablaré de una serie de animación (injustamente) poco conocida en España; mientras tanto, podéis leer la anterior aquí. Os dejo también un clip de la serie que sirve como spin-off con Bob´s Burguers.

https://www.youtube.com/watch?v=GFobb7n7AzE

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