Superman y Batman son, con permiso de sus compañeros de la Liga de la Justicia, los personajes más icónicos de DC Comics sin duda alguna. No solo encarnan arquetipos de héroe muy distintos, sino que surgieron en la misma época y sentaron las bases para el resto de personajes que vendrían después. Quizás por esta simplicidad primigenia, y por ser una hoja en blanco para las más variopintas interpretaciones, causan fascinación entre aficionados y profesionales del medio. Existen numerosas versiones tanto de la ciencia ficción optimista de Superman como del tono detectivesco y sombrío de Batman, y han inspirado a artistas de una repercusión indiscutible en el mundo del Noveno Arte. Por ello, los números redondos de sus longevas series son la ocasión perfecta para ofrecer una visión distinta de lo que estos dos personajes significan.
La editorial ECC ha publicado en un solo tomo los dos especiales que se hicieron para los números 400 de las colecciones Superman y Batman, publicadas en 1984 y 1986 respectivamente. ¿Se trata de una celebración a la altura de las circunstancias o resulta decepcionante? Repasemos los dos tebeos uno por uno para averiguarlo.
Superman#400
El número 400 de la colección del Hombre de Acero llegó en el momento justo, cuando el personaje acababa de vivir una segunda juventud gracias a las excelentes películas de Richard Donner, protagonizadas por Christopher Reeve. Además, durante los años 80, el cómic comenzó a ser tenido en cuenta como una disciplina artística respetable entre el gran público, gracias en parte a autores como Alan Moore. Por ello, se empezó a reconocer al Último Hijo de Krypton como la gran figura del folklore norteamericano en la que se había convertido. Y, como sucede con todo icono popular, había creadores de gran renombre que deseaban dar su visión particular.
Para este número de lujo, DC contrató a gran cantidad de artistas para que realizaran pin-ups sobre su primer superhéroe. Entre ellos se encuentran Jack Kirby, arquitecto gráfico del Universo Marvel, y Steve Ditko, cocreador de Spiderman y el Doctor Extraño. Sus ilustraciones son magníficas, pero lo realmente especial de este número son las colaboraciones de dibujantes ajenos a las dos grandes editoriales de cómics, como el cofundador de MAD Jack Davis, el europeo Moebius y el mismísimo Will Eisner, que revolucionó el lenguaje del medio con su Spirit. Sin duda, el hecho de que estos creadores participaran en este número especial es una prueba indeleble del impacto de Superman en la cultura norteamericana.
En cuanto al guión, el contenido de Superman#400 está compuesto por relatos cortos guionizados por Elliot S. Maggin, uno de los escritores de cómics más asociados al kryptoniano, y dibujados por diversos ilustradores. Estos suelen tener como eje central el efecto positivo de Superman sobre el mundo. Vemos cómo salva astronautas, cómo inspira a la resistencia contra un futuro régimen dictatorial… en historias algo irregulares, y en ocasiones poco arriesgadas, pero que nunca resultan tediosas. Entre ellas, destaca la participación del genial Jim Steranko como artista completo: a través de unas impresionantes páginas dobles, narra el futuro de nuestra civilización y de la leyenda del Hombre del Mañana, dando como resultado una odisea cósmica y psicodélica que ningún fan de este héroe se puede perder.
Batman#400
El caso de Batman es algo distinto: salió a la venta en 1986, coincidiendo con el 5o aniversario de la editorial y la publicación de Crisis en Tierras Infinitas, que reinició el universo DC. Por ello, la historia publicada en el número 400 de la serie del Caballero Oscuro no solo sirvió como celebración de este impresionante número, sino como epílogo al Batman Pre-Crisis, es decir, como lo que debería ser su aventura definitiva y un colofón satisfactorio. El guionista Doug Moench decide ir a lo seguro: el terrorista inmortal Ra’s Al Ghul ha liberado a los presos del asilo Arkham, y desafía al mejor detective del mundo a un combate final. Para salvar su ciudad, la Bat-familia tendrá que enfrentarse a sus más peligrosos villanos.
Si bien la historia supera con creces a la mayoría de las publicadas en el especial de Superman, los artistas no son tan versátiles, sino que provienen en su mayoría de la industria superheroica. A pesar de ello, la calidad gráfica de este número es increíblemente superior a la media. No solo cuenta con artistas hot del momento como John Byrne o George Pérez, sino que emplea a otros con un estilo más peculiar, como un soberbio Bill Sienkiewicz que ya había colaborado con Moench en su Caballero Luna, y que también realiza la portada. Brian Bolland se encarga del explosivo clímax contra Ra’s Al Ghul, y gigantes del dibujo como Steve Rude realizan las ilustraciones complementarias.
El argumento, como hemos comentado, resulta algo previsible. A pesar de que antecede a las innumerables fugas de Arkham que los lectores del personaje hemos tenido que soportar a lo largo de los años, no se llega a palpar la tensión en ningún momento, más allá del duelo final. Se trata de una historia decente en la que participan los secundarios más importantes de la colección, pero su espacio es demasiado reducido para esta aventura multitudinaria en la que ni el Joker brilla todo lo que debería. Aun así, es un entretenido y ameno tebeo de Batman, elevado por encima de la media gracias a su excepcional apartado artístico. Simplemente, podría haber sido un mejor punto final.
Conclusión
Las dos historietas incluidas suponen una muestra de buen hacer que, por desgracia, deja a la altura de un kandoriano a otros números como el Action Comics#1000 que, en teoría, son más excepcionales. Surgieron gracias al conjunto de varios factores que no se han vuelto a repetir en ninguno de sus aniversarios, y fueron dos especiales antológicos. Ningún aficionado a estos personajes debería dejar pasar la ocasión de degustar este tomo, un pasatiempo más que disfrutable y un auténtico festín para los ojos. Las introducciones de Ray Bradbury en el especial de Superman y de Stephen King en el de Batman no solo suponen la guinda del pastel, sino que nos confirman la importancia de estos dos gigantes en el ámbito de la ciencia ficción y del género negro.