Fences adapta la pieza teatral homónima escrita por el premiado con el Pulitzer August Wilson. Está ambientada en los años 50 y narra un episodio de la vida de Troy Maxon, interpretado por Denzel Washington (también director de la cinta) y su esposa, papel de Viola Davis; es un relato doloroso sobre la paternidad, la familia, la frustración y las relaciones rotas. También es una propuesta interesante, profunda y cuidada, que trata al público de forma inteligente y sabe manejarse en la narración. ¿Cuál puede ser entonces el problema de Fences, multinominada a los Oscars y con visos de ser un drama de altura? Pues un pequeño detalle: que no es una película.
¿Qué es esto, Denzel?
Pues no, Fences no es una película. Es una obra de teatro. ¿Otra vez? Sí, otra vez. Es una pieza de teatro filmado, un ejercicio de repetir lo que tenía éxito pero ahora con una cámara. Hasta el reparto principal lo encabezan los protagonistas de la re-adaptación de la obra en Broadway. Todo lo bueno de Fences está en su texto e interpretaciones. Y no es así porque toda la acción se desarrolle en un mismo espacio (podría haber aprovechado esta ambientación única para crear claustrofobia o acrecentar la sensación de encierro de sus protagonistas) o sus diálogos constantes. No, lejos de la claustrofobia de Gritos y susurros o la paranoia de Puro Vicio, en Fences sólo hay pereza narrativa. Una triste demostración de que para Washington la concepción de hacer cine se limita a que la cámara grabe lo que pasa de cualquier forma.
Denzel Washington tiene dos horas y diez para hacer algo con su composición de planos más allá de enfocarse a sí mismo cuando su personaje habla y de lanzar el correspondiente contraplano cuando es el turno de otro personaje para hablar. Y en esas dos horas y diez apenas diez minutos, la mayoría en el tramo final, aprovechan las posibilidades que da el cine. Y esas tres secuencias se pierden en el mar de verbalización incansable de sentimientos, actitudes y motivaciones de los personajes en una verborrea constante pero que por suerte no llega a hartar. Y es que las actuaciones consiguen levantar de forma prodigiosa la mayor parte del metraje, varado en la misma narrativa visual que el vídeo de un bautizo o un documental de sobremesa.
Viola Davis está inmensa. Su interpretación es cautivadora, sacando a relucir una gran cantidad de matices y una explosión de emociones contenidas en un personaje destrozado por dentro pero obligado a mantener las formas. Consigue no caer en el histrionismo ni la exageración, y encauza la película con su carisma y su temple. El Washington actor lo hace mucho mejor que el Washington director, brindando una interpretación sobre la que recae gran parte del peso de la cinta. El padre, el marido y el hombre, todos ellos aplastados por la idea de no haber llegado a ser ni una remota imagen de lo que querían haber sido. Conforman entre los dos un dúo interpretativo magnífico, sólido y llamativo, que hace de Fences un retrato del dolor aún más costumbrista y centrado en los personajes del que proponía la genial Manchester frente al mar. Pero, a diferencia de esta, aquí no hay cabida para explotar aún más esa exploración del sufrimiento con recursos visuales, sino que todo recae en el diálogo, forzando una sobrecarga narrativa que no se va sin consecuencias.
Cuando una decepción merece la pena
Pero, de alguna forma, Fences es disfrutable. Quizás es una buena forma de conocer la historia para quienes no tiene oportunidad de ver la obra sobre un escenario. Pero no deja de ser triste que el Cine acabe siendo un mero vehículo para trasladar otras artes. La secuencia en que Washington grita bajo la lluvia que deja entrar por su ventana, la separación formalizada por una pelota de béisbol que representa la presencia omnipresente del padre en la vida de su hijo y su esposa o ese último rayo de sol son ejemplos de que no es tan difícil para Denzel Washington dar una dosis de matices con la cámara que ahorren varios minutos de personajes diciendo cómo se sienten o por qué han actuado de tal o cual forma.
Completan la cinta una banda sonora modesta, casi sin presencia, tenue y de mero acompañamiento; una fotografía sencilla y efectiva, que no busca ser llamativa sino discreta, y un montaje cronológico, directo y no asociativo que se limita a dar orden a la incesante sucesión de planos clónicos que filman el diálogo constante. Al final, no queda la sensación de haber visto una mala película sino una buena obra de teatro. Y no sé si eso es una buena o una mala impresión para cuando pisamos la puerta de salida del cine.
El gran engaño del oscar es The Arrival, una pelicula pretenciosa y sobrevalorada, en serio, la primera vez que uno la ve no se nota tanto y parece una muy buena pelicula, pero luego la vez otra vez y otra , la analizas y solo encuentras que es una pelicula llena de sin sentidos y luego gente diciendo que es una obra maestra, yo siemplemente no puedo creer que este nomidada a mejor pelicula.
Simplemente con el inicio, el militar llegando con la doctora y que esta traduzca puros sonidos random de los aliens, en serio? y luego la doctora diciendole que necesita estar ahí para escuchar, neta? luego todo es manejado por militares random, donde quedaron los presidentes, primeros ministros etc,? los personajes de adorno, hawkeye (lel) no hace nada, solo esta ahí porque es el amor de la prota, luego los soldados rebeldes se cuelan a la nave sin que nadie los detenga, los chinos haciendo borlote pensando que pueden ganarle a alies que vinieron de quein sabe donde y que tienen tecnologia desconocida, y el hecho de que hicieron en menos de un mes un programa para comunicarse con los aliens siendo algo mucho más complicado que los jeroglificos egipcios los cuales se tardaron 23 AÑOS tendiendo la piedra rosetta, se entiende que es una pelicula, pero si se la fantasearon demasiado al hacerla.
Por cierto ya antes nos habian dado algo igual a la llegada, SEÑALES con Mel Gibson, es lo mismo pero con visiones del pasado, aliens hostiles, y los dilemás de un pastor, pero a esta nunca la llamaron obra maestra ni nada, la gente ahora se impacta con lo que sea antes de analizar las pelis para decir si son buenas o malas.
Mi comentario pudo sonar medio hater, pero así la veo yo, el tema del tiempo, la hija de la prota, todo eso es muy bien, pero todos lo detalles alrededor de eso no tienen sentido, sera ciencia ficción pero algo de realismo no le hubiera caido mal.
Entiendo tu postura. En la crítica de Arrival en esta web se abrió en comentarios un debate sobre el sentido de la película y hasta qué punto tenía fisuras, por si te interesa pasarte. Saludos
Hola, gracias por comentar. En primer lugar, “engaño” no hace alusión a “decepción” en mi entrada, sino al marcado carácter teatral. No puedo estar más en desacuerdo con tu visión de Arrival. Al valorar la película como obra maestra se toma en cuenta sus aportaciones en la dirección y su uso prodigioso de la narrativa para transformar la ci-fi en un relato sobre la maternidad, las decisiones, la responsabilidad, la comunicación y el lenguaje. Creo que valorar una película en base a hasta qué punto te crees lo que pasa en ella lleva inevitablemente a una terrible subjetividad. A mí me basta con que sea coherente en su propuesta. Un saludo.
A mi me gustó mucho como manejan las cosas dentro de la peli, pero al ver esos detalles como que me aguada todo, siempre me ha gustado que algo sea bien contado, que te haga pensar, pero tenga algo de realismo, en ese aspecto Interstellar me deja más satisfecho que The Arrival, lastima que Interstellar ni fue nominada en su tiempo.
Cristopher Nolan tiene menos ingenio narrativo, es un narrador de circunstancias bastante directo que tira de manual. En todo caso, Villeneuve ha sabido defenderse con el género con tantas películas a sus espaldas; podemos decir que también Interstellar supo desenvolverse.
Referetne a Fecers. No se necesitan escenarios impresionantes, ni efectos de cámara impresionantes ni nada de eso para decir que hay una buena película, será traída del teatro ( y que pasa? el 90% de las películas están traídas de libros)
los personajes están bien en sus diferentes papeles, el guion es excelente, y una historia tan sencilla con un escenario tan sencillo, y unos medios audiovisuales tan sencillos, llega a realizar una maravillosa película, y además me ha parecido de lo mejor que he visto en estos últimos años.
En efecto, no hacen falta escenarios ni movimientos de cámara impresionantes. Para hacer una buena película basta con una dirección hábil, una fotografía con talento y un guion sólido: Fences carece de todas salvo de la última, que curiosamente es una que no pertenece solamente al cine. Fences es una maravillosa obra de teatro y un fracaso como película: ni son incompatibles ni la segunda le quita mérito a la primera. Saludos