Después de mucho tiempo creo que podemos afirmar que igual que existe un “sello Netflix” que hace que todas las series de la plataforma parezcan muchas veces iguales, hay también lo que podríamos llamar un “sello Apple”. La mayoría de las veces, las series de Apple TV+ siguen un patrón similar: suelen estar basadas en novelas de cierto éxito, teniendo como protagonista a una gran estrella que es además productor, y por supuesto, con un gran nivel en cuanto a la producción en sí, demostrando un gran poderío económico.
Siguiendo esta pauta ya podemos ver completa en Apple TV+ la miniserie de La dama del lago, basada en la novela homónima de Laura Lippman y en la que Natalie Portman es la gran protagonista y también coproductora ejecutiva (siete episodios de más o menos una hora de duración).
Estamos ante un thriller que se basa en dos crímenes reales que sucedieron en Baltimore en los años 60. El asesinato de Esther Lebowitz, una niña judía de once años, y la misteriosa muerte de Shirley Lee Parker, mujer afroamericana cuyo cuerpo apareció en el depósito de agua de una fuente pública en medio de un lago. Lippman se dio cuenta del distinto impacto que tuvieron ambas muertes. La primera generó una fuerte indignación en la sociedad y tuvo un enorme seguimiento en los medios mientras que a la segunda apenas se le prestó atención. Por eso la autora escribió una historia de ficción donde una reportera inventada lleva a cabo una investigación que conecta ambas muertes. Esto permite a la escritora, más allá de presentar un thriller, profundizar en el entramado social y político de la ciudad en esa época, tratando temas como el machismo, el racismo, la corrupción, etc…
Natalie Portman encarna a esa reportera llamada Maddie, una ama de casa judía insatisfecha que decide dar un giro a su vida retomando su pasión de juventud por la escritura y el periodismo. Eso hace que encuentre el cadáver de la joven Esther Lebowitz, lo que la coloca en una situación de ventaja para lograr un pequeño trabajo en un periódico local, lo que la lleva, para estupefacción de su comunidad, a abandonar el hogar conyugal donde convivía con su marido e hijo.
Por otro lado, tenemos a Cleo Sherwood (Moses Ingram), una mujer negra que lucha por mantener a sus hijos y que se ve envuelta en los bajos fondos de Baltimore. Por eso acaba muerta y su cadáver es arrojado al lago, donde acaba siendo encontrada gracias a Maddie, lo que hace que la reportera empiece a ver relaciones entre los dos casos.
La serie está contada desde el punto de vista de Cleo que, después de su muerte, se dedica a ir contando la investigación de Maddie mientras vemos cómo se va desarrollando la vida de ambas mujeres. Maddie quiere dejar todo atrás y tener una nueva vida como periodista famosa que revela verdades ocultas. Pero detrás de tan altruista intención se esconde un afán de protagonismo, de querer demostrar lo que vale ante todo, que en muchas ocasiones tiene consecuencias, tanto para las personas que ama como para aquellas sobre las que investiga. La serie se preocupa en mostrar los defectos de un personaje que quiere ser perfecto pero que esconde secretos oscuros y tiene que aprender mucho de la vida ahora que quiere vivirla de verdad.
En cuanto a Cleo, es una mujer negra que trata de salir adelante de la manera más honrada posible y también tiene traumas pasados. El problema es que cuánto más honrada trata de ser, más difíciles se le ponen las cosas y las personas buenas, que en teoría deberían ayudarla, acaban al final dándole la espalda. Por eso no le va a quedar más remedio que buscarse la vida por su cuenta, aunque para ello tenga que recurrir a tratos sucios.
La serie es muy buena a la hora de retratar los distintos mundos que viven las dos protagonistas y cómo sus pasados repercuten en sus acciones del presente. Y todo mientras vemos el clima social de la época. Las mujeres son prácticamente un cero a la izquierda como pronto empieza a descubrir Maddie al separarse de su marido, pero el problema es aún mayor para la gente de color. Es cierto que los judíos también sufren racismo, pero, al fin y al cabo, no dejan de ser blancos, algo que los negros nunca podrán ser.
Da gusto ver lo bien que se tratan los problemas sociales de la época, sin adornos innecesarios y siempre buscando la verosimilitud. Y todo de la mano de la investigación criminal, complementándose ambas tramas de manera perfecta.
Pero la serie tiene un gran problema que la aleja de ser una gran producción: la estructura narrativa demasiado compleja. De un tiempo a esta parte parece que para contar una buena historia hay que romper el hilo argumental siempre que se pueda, algo que en La dama del lago se toman demasiado en serio.
No hablo de los muchos flashbacks que nos cuentan el pasado de las protagonistas, muy necesarios para profundizar en los personajes. Hablo más bien de una manera de llevar la trama que, rayando en lo experimental, juega con el montaje haciendo que las escenas no tengan muchas veces la continuidad entre sí que se necesita para seguir bien una historia. En ocasiones, el espectador se encuentra perdido y tiene que hacer un esfuerzo extra para poder seguir la trama. Eso sin contar los pasajes oníricos que pueblan el metraje y tienen su máximo exponente en el capítulo sexto, que prácticamente se lo podían haber ahorrado.
Al menos, el giro final es bastante bueno y cierra muy bien la historia. También hay que elogiar la recreación del Baltimore de los años sesenta. Es perfecta y se notan los medios de que la serie dispone. Y en cuanto a la labor de las protagonistas, solo puedo quitarme el sombrero. Tanto Portman como Ingram están soberbias dando vida a personajes muy complejos que esconden muchos traumas en su interior.
En resumen, La dama del lago es una buena serie que podría ser mejor si dejara ese tono experimental a la hora de contar la historia y se dedicara a ir al grano. Tanto la recreación del clima social de la época como la investigación de los crímenes están muy bien llevados, pero es una lástima que, debido al montaje tan extraño, el espectador se encuentre muchas veces perdido y se le exija, para seguir la historia un esfuerzo extra que tampoco lleva a mayores recompensas.