Este 29 de enero se ha estrenado La excavación, película sobre el mundo de la arqueología. Temática que me interesa. Desde pequeño, siempre quise ser arqueólogo.
En serio. De los de sombrero, barba y camiseta de 3 días. De los que viajan en avión con la única compañía de libros de épocas pasadas. De los de desierto e isla paradisiaca. De moto y todoterreno.
Obviamente, los arqueólogos no son como Indiana Jones (o sucedáneos) o Nathan Drake. Pero eso no implica que la esencia de la excavación, de la búsqueda de tesoros del pasado, no sea igual de fascinante.
Uno de los grandes descubrimientos de la arqueología del siglo XX fue el del tesoro de Sutton Hoo, la tumba altomedieval más importante de Europa. Un hallazgos fundamental porque permitió conocer la cultura y forma de relacionarse de la civilización anglosajona de aquella época, a la que se consideraban poco menos que bárbaros cuando habían desarrollado una gran cultura. Además de que encontraron fragmentos asociados a detalles del poema épico nórdico Beowulf.
El comienzo de la excavación coincidió con los inicios de la II Guerra Mundial. Edith Pretty, una adinerada viuda que vive con su hijo en la hacienda, contrata los servicios de Basil Brown, un excavador sin formación universitaria que ha aprendido de forma autodidacta y cuenta con una gran experiencia de campo. Y esta es la trama principal de La excavación.
La excavación está dividida en dos partes claramente diferencias y, desgraciadamente, desiguales. La primera mitad se centra en la preciosa relación entre Edith Pretty y Basil Brown, magníficamente interpretados por Carey Mulligan y Ralph Fiennes.
El director Simon Stone relata este inicio de la excavación de forma sosegada, con amplios paisajes y un desarrollo de la trama contemplativo a dos niveles. Por un lado, la rutinaria y fascinante dinámica de la arqueología, de la hipótesis, de la posibilidad mientras excavan un túmulo y no es hasta semanas después que encuentran el primer hallazgo. Un ejercicio de constancia a priori difícil de entender pero fácil de empatizar gracias al gran Ralph Fiennes.
Por otro lado, el bellísimo desarrollo de un amor platónico, únicamente intelectual, entre dos seres tan diferentes y, a la vez, complementarias. La frágil y elegante Edith y el rudo y campechano Basil. Ambos enamorados del fino hilo que conecta el pasado (las civilizaciones antiguas), el presente (la pasión por la arqueología) y el futuro (la reflexión sobre la muerte y el legado que dejamos). Es fascinante la escena en la que ambos se dedican miradas en silencio mientras, de fondo, escuchamos una de sus muchas conversaciones sobre su pasión mutua, aquello que les hace pensar que la vida, por si sola, no basta.
Es en la segunda parte cuando, de forma incomprensible, la trama de dispersa. Con la llegada del conflicto (la aparición de los hombres del Museo británico) llega una línea narrativa que aspiraba a mera subtrama y la elevan a trama principal. Me refiero, claro está, a la relación entre la pareja de arqueólogos interpretada por Lily James (sí, la del bodrio Rebeca) y Ben Chaplin. Es una lástima porque nos distrae del apasionante enfoque de la excavación y de los mejores personajes de la película e incluso diluye el mensaje principal de La excavación.
Por lo demás, La excavación es una película exquisita. En su fotografía, en el diseño de vestuario y en su banda sonora se nota el toque distinguido británico.
Pero la mayor valía de La excavación es la de dignificar el papel de la arqueología sin símbolos románticos. Porque no hace falta látigos ni pistolas para captar la apasionante búsqueda del pasado, para derrumbar nuestros prejuicios sobre formas de pensar de siglos pasados y construir un presente más coherente y, de ahí, un futuro luminoso.
En definitiva, La excavación es un notable drama de época con una magnífica ambientación y un reparto de primera que resulta ser un más que digno homenaje al mundo de la arqueología. Lástima que la película no mantenga el ritmo ni la temática de su sobresaliente primera hora, en la que el director hace de la contemplación, las miradas y la paciencia un arte. El cambio de tercio en la segunda mitad nos distrae y banaliza todo lo visto anteriormente para melodramatizar una historia a la que no era necesaria aportarle tal tono.
Ficha técnica de La excavación
Un saludo y sed felices!
