Empecemos por lo básico. Cada generación tiene su Mujercitas. Los más cinéfilos recordarán la de 1933. Nuestros padres, la de 1949, emitida en continuas reposiciones todas las Navidades. De universitarios a cuarentones, la de Winona Ryder del 1994. Y, ahora, una cuarta adaptación avalada por un reparto de absoluta y rigurosa moda (parafraseando al gran Cristobal Soria) y por Greta Gerwig, actriz directora que sorprendió a la crítica con su visión de la juventud femenina en Lady Bird. ¿Qué mejor que adaptar uno de los relatos más feministas de todos los tiempos para su segunda película?
La historia de Mujercitas, novela de Louisa May Alcott, es de sobra conocida. Cuenta la historia de cuatro hermanas: la independiente Jo, la dócil Meg, la caprichosa Amy y la bondadosa Beth y su vida durante la Guerra Civil Americana mientras viven con su madre a la espera de que vuelva su padre, voluntario en el ejército.
Por encima de todo, Gerwig busca hacer SU Mujercitas. Que sea un relato modelo para el feminismo no quiere decir que ya esté muy manido. Por ello, la directora busca romper la unidad temporal eliminando la trama continuista.
Mujercitas funciona entre dos líneas temporales saltando continuamente del pasado al presente. De la infancia y adolescencia de las chicas a su madurez. El resultado es interesante al confrontar continuamente los sueños de juventud con la adaptación a la realidad siendo adultas.
Se fortalece así el mensaje que busca Gerwig. Ten tu propia voz, dice el lema de la película. Por encima de los vaivenes amorosos de las personajes, lo que le interesa a Gerwig es reflejar las dificultades de una mujer para poder ser libre e independiente en la sociedad del siglo XIX y, por ende, en la sociedad actual.
Así , esta adaptación de Mujercitas no solo prescinde de la linealidad, si no de cualquier atisbo de “culebrón” o emocionalidad. La directora huye de los momentos lacrimógenos e incluso zanja de un plumazo el mayor giro romántico de la película porque, sencillamente, no le interesa.
Lo que busca son las distintas maneras en las que las mujercitas consiguen su hueco dentro de la sociedad. El problema está en la importancia que les da a muchas de ellas.
Jo es el personaje más destacado de la novela original, por lo adelantado a su tiempo. Además, es un papel caramelo porque refleja el ideal de la mujer de hoy en día: culta, solidaria y buscadora de su propio camino sin ayuda de nadie. Saoirse Ronan la encarna de forma ejemplar.
Florence Pugh es la Amy con más minutos de la historia del cine. Es el personaje que más evoluciona: su actitud pueril y caprichosa durante la infancia esconde una determinación clave para encontrar su lugar en la sociedad. Por mucho que Ronan cuente con el papel más resultón, la escena en el taller con Laurie es la más potente de la película. Sobrevivir con las armas sociales decimonónicas es tan feminista como luchar.
Beth cumple con su papel como punto de inflexión, como puerta de entrada al túnel del dolor por parte de las hermanas March. Sorprende el papel de Eliza Scanlen, sobre todo para los que la hayan visto en Heridas Abiertas.
Para redondear, Gerwig encontró al Laurie perfecto, al chico que aúna la pasión juvenil con el desencanto y la posterior caída en el lado oscuro (no precisamente de la fuerza). Thimotee Chalamet, uno de los actores de moda en Hollywood, interpreta su mejor papel desde Call me by your name. Está en las mejores escenas de la película. Por algo será.
El mayor pero de esta Mujercitas se centra en el resto del reparto. Especialmente sangrante es el caso de Emma Watson. Su interpretación no solo palidece frente a la de sus compañeras, si no que su papel es menos importante porque Gerwig la ningunea como modelo de feminismo. Una chica que se debate entre lo que es y lo que debe de ser cara a la sociedad, que se enamora locamente de un hombre que no tiene dinero y que forma una familia (porque quiere) cuando su aspiración inicial era ser actriz cuenta con los suficientes conflictos como para ser abordada con más exhaustividad por parte de la directora.
En cuanto Laura Dern y Meryl Streep, sus papeles tienen la suficiente enjundia como para que nos acordemos de ellas…pero poco más. Entiendo que la tía March tiene su propia limitación dentro de la trama pero, en el caso de Margaret March observamos un ejemplo similar al de Meg: una mujer que se amolda a la voluntad de su marido y debe cuidar a sus hijas a la vez que controla una solidaridad desbordante de la misma manera que ha debido ocultar un cabreo diario por su situación familiar.
En definitiva, Mujercitas es una película notable por la capacidad de la directora para dar su propio punto de vista de un relato feminista con más de cien años de historia y tres adaptaciones hollywoodienses a la espalda. Cuenta con una banda sonora espectacular y un diseño de producción deslumbrante, así como un reparto repleto de actrices consagradas y jóvenes promesas. Una adaptación actual que busca representar a las mujeres. Que todas tengan su voz. Es por ello que la Mujercitas de Gerwig cuenta con una visión sesgada. En una película que mira hacia las mujeres de la actualidad no solo deberían hablar las Jos y Amys. También debería haber hueco para más Megs y Margarets.
Un saludo y sed felices!