Bienvenidos, amantes de los más oscuros rincones del alma, a este pútrido rincón del universo, donde hasta el mismo demonio aparta la cara avergonzado de tanto en tanto. Como sabéis los más ancianos del lugar, mi única misión en esta impía web es descubriros a vosotros las cosas que me hacen feliz a mí. Cosas pertenecientes, normalmente, a los fondos más bajos y lodosos del mundo del arte. Hoy, para variar, os traigo algo que pertenece aún más abajo. Al mismísimo infierno. Hoy os traigo al mismo demonio, y os prometo que os va a encantar. Y, que conste, que no soy la única que lo piensa, que Mauro ya nos la recomendaba el mes pasado.
En las cosas que nos hacen felices hemos hecho una crítica POSITIVA y otra NEGATIVA de Las Escalofriantes Aventuras de Sabrina. Si quieres leer la crítica negativa de Las Escalofriantes Aventuras de Sabrina pulsa aquí.
Mismos orígenes…
A Sabrina ya la conocemos todos los que crecimos en los 90. Era una chica de instituto, encantadora y divertida, que a los 16 años adquiere sus poderes. Mitad bruja, mitad humana, Sabrina iba deambulando por el instituto, haciendo amigos, enemigos, y perdiendo el culo detrás de un chavalilllo atontado llamado Harvey. Durante 7 temporadas, la serie, basada en unos cómics de Archie Comics, siguió las aventuras de la joven Sabrina, su gato parlante Salem, y sus dos tías despistadas Hilda y Zelda. Y, cuando Netflix anunció Sabrina como una de sus novedades de octubre, muchos (ya no tan) adolescentes noventeros, dieron palmas con las orejas.
Pero la serie no se llamaba Sabrina, ni Sabrina cosas de brujas. La serie se llamaba Las Escalofriantes aventuras de Sabrina, y aunque compartía trama, personajes, y origen basado en una serie de Archie Comics, la serie que nos trae Netflix se basa en el tomo de 2014 “The Chilling Adventures of Sabrina” escrito por Roberto Aguirre-Sacasa, que nos contaba la vida de Sabrina Spellman y los suyos de forma un poco más… escalofriante.
¿Os suena Roberto Aguirre-Sacasa? Normal. Y es que Netflix no da puntada sin hilo, y ha contado con el mismo creador de los cómics para crear la serie. Y, precisamente por eso, la serie, cuya segunda temporada ya ha sido confirmada, es fiel al espíritu original de los cómics.
Una serie basada en los grises
Sabrina es buena… a veces. Es medio humana medio bruja. Pero, sobre todo, es un ser humano. Con sus fallos y sus virtudes. Igual que el resto de personajes. Toma decisiones por egoísmo, intenta ser buena, pero no siempre le sale bien. Igual que sus tías. Son creyentes de la iglesia de la noche, si, adoran a Satanás. Pero eso no las hace malas. Este tratamiento de los personajes hace que haya pocos a los que no acabes entendiendo, como mínimo, o incluso apreciarlos.
Salem, el gato que no habla, tiene un magnetismo animal increíble (y pido perdón por el chiste). Ambrosse, el primo en arresto domiciliario, encantador, pero sin idea buena. La tia Hilda, tan bondadosa como estúpida. La tía Zelda, anticuada en tradiciones que no entiende, pero con un instinto maternal que no puede ocultar. Hasta el mismo Satán presenta una dualidad en la serie que me parece encantadora. Y eso que la iglesia Satánica de la vida real no ha estado muy contenta con el tratamiento de Baphomet.
Los matices grises dominan la serie. Ni los malos son tan malos, ni los buenos tan buenos (aunque quizás, y eso en un punto negativo, los malos sean muy malos). Además, la historia atrapa, desde el primer momento la elección de Sabrina, la enorme atracción que han sabido crear con el entorno mágico, y las relaciones personales te llegan. Y eso que al principio me costó fiarme de Luke.
La opinión de Sofía
Al contrario que a mi querido compañero, a mí me ha fascinado la serie. Los diez capítulos se me han hecho cortos, me he encariñado con los personajes, hasta con la despótica señorita Mary Wardell, que nunca he tendido muy bien lo que quería. Sencillamente me ha enganchado mucho más de lo que lo ha hecho ninguna serie hasta la fecha.
Por supuesto, tampoco os voy a contar nada que no sepáis. La serie no será recordada como la gran obra de la humanidad. No es Lost, ni Los Soprano. Pero en un panorama saturado de series, donde, en mi caso particular, rara vez consigo pasar del segundo o tercer episodio, que haya conseguido dejarme pegada a la pantalla capítulo tras capítulo, lo considero un gran punto a su favor. Y ese toque tétrico, con los sustos justos para mí, que me gusta el miedo, pero me da miedo… Me parece maravilloso.
Y, haciendo una pequeña comparación, HBO España estrenó hace poco el reboot de Embrujadas de The CW, en el que tenía tantas esperanzas como en esta serie. Tomarse las cosas en serio, hacerlo con cariño, contar con la gente adecuada… Eso es lo que ha hecho Nteflix con Sabrina, y todo lo contrario a lo que ha hecho The CW con Embrujadas.
Aunque claro, esto es solo una opinión. Y la mía, para más inri. Podéis leer justo la contraria en esta misma web, donde somos, muy a mi pesar, tolerantes y abiertos a todas las opiniones. Os animo a dejar vuestras opiniones, y a sentaros conmigo a observar la ira de la Bestia. Vendré con más. Hasta entonces… sed felices.