Tras haber visto Napoleón por segunda vez en el cine (lo que tiene contentar a los padres de uno), se entiende mejor que se trate de la película más polémica del año. La película, guste más o menos, no da lo que se espera de una biografía de un personaje imbuido de grandeza.
Nuestra crítica de Napoleón, la película de Ridley Scott y Joaquin Phoenix
Aunque posteriormente profundizaré en los motivos que hacen de Napoleón una película de enfoque inesperado, lo cierto es que, a poco que uno piense en las veces que el director Ridley Scott ha abordado el cine épico, su visión es coherente con el resto de películas del género que el director británico rodó.
Las 10 mejores películas de Ridley Scott
Puede que Scott no sea el director más personal de la industria del cine. De hecho, su principal seña de identidad es que carece de una seña de identidad. Ha dirigido películas de todos los géneros. Pero no olvidemos que Ridley Scott es uno de los pocos directores (junto con Christopher Nolan y Steven Spielberg) que puede permitirse dirigir lo que le apetezca. Es decir, que se muestra comprometido con lo que quiere contar y se mantiene firme en sus opiniones a la hora de rodar.
Y, por ello, vamos a revisar la ideología que subyace en cada película épica de Ridley Scott para concluir que el director de Alien o Blade Runner muestra un claro desprecio por todo tipo de absolutismo.
Empezamos…
GLADIATOR (2010)
La resurrección de Ridley Scott nueve años después de Thelma y Louise y dieciocho años después de Blade Runner trajo de vuelta al cine épico a la primera línea cinematográfica. Gladiator es su película más celebrada a nivel popular. Y eso que hablamos del director de algunas de las películas más sacralizadas de los últimos cincuenta años.
Sin embargo, más allá de la visión digital del Coliseo, la impresionante recreación de la táctica bélica romana y la impactante banda sonora de Hans Zimmer, Gladiator es un alegato republicano. Roma para el pueblo y todo eso.
Ya lo dice Marco Aurelio, el anciano emperador que no quiere que su cruel hijo Cómodo gobierne porque sí, sin ninguna clase de mérito. Cómodo termina gobernando y se imbuye de poder absolutista para hacer lo que le viene en gana. El resultado, muerte de Máximo y familia mediante, es el retorno de Roma al pueblo.
EL REINO DE LOS CIELOS (2005)
Amparado por una sucesión de éxitos de taquilla y con la promesa de rodar una nueva Gladiator, esta vez medieval, Scott rodó El reino de los cielos, una película fallida que se redime con su montaje del director de tres horas de duración.
Con los Estados Unidos invadiendo Irak bajo pretexto de hallar armas de destrucción masiva, El reino de los cielos nos sitúa en las Cruzadas, donde cristianos y musulmanes mantienen una frágil paz que unos cuantos desalmados quieren romper a toda costa utilizando el nombre de Dios para su propio beneficio personal.
Al final, el protagonista lidera una defensa de Jerusalén buscando únicamente la salvación de las personas que la pueblan y dejando en muy mal lugar a nobles musulmanes, templarios y resto de miembros del alto clero…La excepción son Balduino y Saladino, dos líderes que se respetan y buscan la paz, conscientes de que gobernar implica controlar la excesiva ambición de los que le sostienen en el poder.
Es decir, en plena invasión de Occidente a Oriente, el director británico lanza un mensaje de conciliación y de emplear todos los medios posibles para salvar vidas y no para terminar con ellas.
ROBIN HOOD (2010)
Cinco años después de El reino de los cielos, Scott regresó a la Edad Media en una enésima adaptación de Robin Hood con Russell Crowe como un pseudo Máximo Décimo Meridio.
Scott deja patente su desprecio por los gobernantes absolutistas con su visión de Ricardo Corazón de León, antaño glorificado en otras apariciones cinematográficas. El monarca es egoísta, despiadado y sus acciones son guiadas por la avaricia y la ambición personal. Juan Sin Tierra, el villano canónico del arquero de Sherwood, es retratado de igual forma.
Lo llamativo de esta Robin Hood es ese alegato pro demócrata, muy republicano. Ese “Alzáos, alzáos, hasta que los corderos se vuelvan leones”. De nuevo Scott muestra sus deseos de que sea el pueblo quién decida su destino y que ninguna persona decida por ellos porque Dios así lo ha querido. Qué menudas decisiones toma Dios en ocasiones.
NAPOLEÓN (2023)
Por primera vez en su carrera, Scott toma como protagonista a uno de estos personajes con ínfulas absolutistas. Donde todos esperábamos un retrato épico y plagado de grandeza del protagonista, el director británico nos entrega una visión patética y oscura del dictador.
Su escena final, en la que se cuentan los muertos durante las Guerras Napoleónicas, deja patente su desprecio por este tipo de personajes e incluso lo emparenta con el mismísimo Putin, que en un ataque de ínfulas similar, se ha lanzado a invadir Ucrania. Esto no es una hipótesis que el mismo Scott ha dicho en numerosas entrevistas que ha tenido muy presente la guerra de Ucrania mientras montaba la película.
En definitiva, igual que no debería sorprender su falta de rigor histórico (casi todas las películas históricas sacrifican el rigor por el dramatismo), tampoco debería sorprender la visión tan nefasta que Scott ha reflejado en su Napoleón. Puede gustar más o menos, pero su visión sigue siendo coherente. Muerte al dictador, arriba el pueblo.
¡Un saludo y sed felices!
¡Nos leemos en Las cosas que nos hacen felices!
