¡Por fin! Después de cuatro volúmenes mareando la perdiz, Robert Kirkman nos ofrece en el quinto tomo, publicado en España por Planeta Cómic, unas esperadas respuestas sobre la mitología de Paria. El guionista había estado dosificando la información sobre las posesiones en apariencia demoníacas y sobre el conflicto entre el cielo y el infierno que era el motor de esta serie. Pero esto se acabó.
En el quinto libro Kirkman nos cuenta de donde viene ese conflicto, y parece poner negro sobre blanco el carácter sobrenatural o no de las posesiones. Lo hace de la mano de un nuevo personaje (Simon) que se añade al elenco de la historia. Sin querer destripar nada solo comentar que hay una escena en la presentación de Simon que sonará muy mucho a los fans de Star Wars.
Recordemos que habíamos dejado a Kyle, nuestro protagonista, unido con su familia después de que su mujer entendiera el conflicto en el que estaban metidos y el peligro que corría su hija al ser descendiente de un Paria (y por lo tanto haber heredado sus habilidades). Esta situación cambia totalmente la dinámica de la serie ya que todos los protagonistas acaban teniendo que esconderse juntos.
El otro cambio que podemos ver es el que hay en tono de la narración en sí. Hasta ahora todo era oscuridad y desesperación, nuestros protagonistas se veían abrumados por la fuerza, el número y la posición social y de poder de los poseídos. No les quedaba otra opción que huir y esconderse. Pero alguien acude en su ayuda.
Y esa ayuda no puede ser mejor recibida, ya que a través de Simón, Kyle encuentra tanto respuestas como un modo de contratacar. Y eso, unido a que tiene a su familia con él hace que en este tomo brille la esperanza.
Simón entrena a Kyle y le hace ver que puede llevar la lucha a sus enemigos y, a través de este enfrentamiento, lograr nuevos aliados que les ayuden a los dos. Además, el reverendo Anderson buscará personas que crean en él y que puedan ser potenciales amigos de cara a un enfrentamiento final con la oscuridad.
Pero si las fuerzas de la luz brillan con una nueva esperanza y con alguna gran victoria, el otro bando no se va a quedar quieto. Igual que tenemos un nuevo personaje del bando de la luz, al final del tomo se nos presenta otro del bando de la oscuridad que parece ser temible. Tanto es así que hasta los agentes oscuros que conocíamos hasta ahora tiemblan al verle llegar para poner orden en la situación. Y además es alguien relacionado con el pasado de Kyle, con su madre más concretamente.
Pero lo mejor del tomo es sin duda la conversación que tienen Kyle y el reverendo Anderson al respecto al origen del conflicto entre la luz y la oscuridad. Kirkman vuelve a mostrarse como un guionista brillante mostrando como las explicaciones de unos sirven para enfatizar la visión del otro, aunque en principio sean visiones totalmente antagónicas. Vamos, que al final, uno cree lo que quiere creer, independientemente de la explicación que reciba. Una idea de plena actualidad en la era de las fakes news y la postverdad.
En cuanto al dibujo, poco se puede añadir a estas alturas de la serie. Azaceta sigue al frente, con su estilo sucio y sin concesiones que le viene muy bien la historia de Kirkman.