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Crítica de La caída de la casa Usher, lo último de Mike Flanagan para Netflix

La caída de la casa Usher es lo nuevo (y último porque el tipo se va a Amazon Prime) de Mike Flanagan para Netflix, una serie con todo lo bueno y lo malo de su creador, que ha generado opiniones enfrentadas pero que se trata de la serie del mes de la plataforma. Os dejo con los enlaces a nuestros posts sobre Mike Flanagan y vamos al lío.

Revisitando a Edgar Allan Poe

La caída de la casa Usher cuenta la historia de Roderick Usher (Bruce Greenwood), su hermana Madeline (Mary McDonnell) y sus hijos, dueños de una empresa farmacéutica y cómo van muriendo de la forma más truculenta y escabrosa posible. En su última noche, Roderick confiesa sus crímenes a su enemigo, el abogado Auguste C. Dupin (Carl Lumbly), y le cuenta el origen de su fortuna.

Cada episodio de la serie toma por título los cuentos del escritor Edgar Allan Poe: La máscara de la muerte roja, Los crímenes de la calle Morgue, El gato negro, El corazón delator, El escarabajo de oro (Goldbug), El pozo y el péndulo y El cuervo (el primero de los episodios, Cierta noche aciaga, es la primera frase de El cuervo).

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Mike Flanagan hace de su capa un sayo y re-imagina los cuentos de Poe a su manera, en versión moderna y tomándose las licencias que haga falta, que por algo no se pagan derechos de autor por estas cosas. Algo similar a lo que hizo Steven Moffat con Sherlock y Drácula hace unos años. Incluso toma nombres de otras obras para que todo quede más “poe”. Ahí está Mark Hamill encarnado a Arthur Gordon Pym, el señor Lobo de la familia Usher.

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Menor terror, más cuento gótico

La caída de la casa Usher no es una serie de terror.   Sí, hay escenas macabras y algún que otro sustito pero tampoco es para tanto. Esto no es Saw ni creo que lo pretenda. Desde el primer momento, Flanagan muestra sus cartas y nos indica que lo que Roderick Usher ve es producto de su mente enferma, aunque en algún momento podamos dudar de su relato. Eso sí, los crímenes y las muertes fueron reales y Flanagan se encarga de mostrarlos en toda su crudeza.

De hecho, la serie se estructura en 8 episodios; el primero nos sirve de presentación, el último cierra el relato y nos ofrece las pertinentes explicaciones, en tanto que los seis de en medio se dedican a narrar la muerte de cada uno de los seis hijos de Roderick Usher (a los que sabemos muertos desde los primeros minutos del episodio inicial). Por los títulos y si uno ha leído algo de Poe ya podemos imaginar cómo mueren. Y aún así queremos verlo. Somos morbosos por naturaleza.

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Sin duda, el primer y el último episodio son los mejores de la serie. Del resto de episodios / muertes, algunos funcionan mejor y otros peor, situándose La máscara de la muerte roja (episodio 2) y El corazón delator (episodio 5) como mis preferidos (especialmente este último). Por supuesto, todos los hijos de Roderick Usher se merecen palmarla de mala manera.  Mike Flanagan se ocupa de retratarlos como unos depravados, sociópatas y enfermos. También es verdad que hay uno, Napoleón “Leo” Usher (Rahul Kohli), que puede que su único pecado sea el de ser gilipollas pero del resto no nos da pena ninguno.

Es más, en algunos momentos a Flanagan se le va la mano con tanta depravación. ¿De verdad había que señalar que casi todos son bisexuales y drogadictos? La línea entre un gran personaje y la caricatura es muy fina y me temo que el director y sus guionistas la traspasan más de una vez. Es como si todos los ricos y poderosos sucumbieran a lo mismo.

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Flanagan vs. Las Farmaceúticas

La caída de la casa Usher no es sólo una puesta al día de los relatos de Edgar Allan Poe, ni tampoco el finiquito de Mike Flanagan con Netflix. La caída de la casa Usher es además un ajuste de cuentas de su autor con las grandes farmacéuticas responsables de la crisis de opioides en su país, con las multinacionales sin escrúpulos, con los poderosos y también con los consumidores que lo permiten.

A lo largo de la serie queda claro que Roderick Usher es un empresario perfectamente consciente de las consecuencias de su política empresarial y en el episodio final, por boca de su hermana Madeline, hacen un repaso de la sociedad que ha permitido que todo eso sucediese, una sociedad a la que no le importa qué  dinero se invierta en películas y series sin pensar que ese dinero podría dedicarse a solucionar problemas más graves.

Según Flanagan, no se puede llegar a la cima y alardear de poder disparar a alguien en la 5ª Avenida sin consecuencias, sin antes hacer un pacto con el diablo en un cruce de caminos o en un bar de mala muerte, preferiblemente con el cuerpo de Carla Gugino.

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Un discurso loable y que personalmente comparto pero que a ratos se muestra demasiado evidente (y que también personalmente me molesta en muchas obras de ficción; prefiero las sutilezas y no es aquí Flanagan recurra precisamente a ellas), lo que lleva a los personajes a abusar de los discursos / monólogos en algunas escenas, interrumpiendo el ritmo de la serie y divagando en más ocasiones de las que serían recomendables.

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¿Pero vale la pena?

Si, La caída de la casa Usher vale mucho la pena. Personalmente la he devorado y como ya he dicho, es la serie del mes en Netflix y una de las del año. No es una serie redonda pero en muchos momentos es fascinante (sobre todo en su episodio inicial) y presenta algunos errores que podrían haberse evitado pero su calidad, sobre todo en lo visual y en las interpretaciones de sus actores, es incuestionable.

De entre sus intérpretes hay que destacar a su protagonista principal, Bruce Greenwood, que soporta casi toda la trama. También a un gran Henry Thomas que borda su papel de primogénito pichafloja (de todos, es el que más se gana a pulso su cruenta muerte) y a T’Nia Miller en su papel de la loca Victorine, la primera bastarda.

Apuntar que nos quedamos con las ganas de que Mike Flanagan desarrolle una serie con las aventuras de Arthur Gordon Pym, personaje que podría haber merecido un episodio para él solo. ¿Quizás en Amazon Prime? Aunque no sé si Jeff Bezos habrá visto esta serie y le habrá sentado bien el retrato que se hace de los que mueven el mundo.

Nada más. Desde aquí recomendamos La caída de la casa Usher, una serie que no creo que deje indiferente a nadie porque las opiniones en internet ya han empezado a polarizarse. Un saludo, sed felices.

Pedro Pérez S.
Pedro Pérez S.
Aficionado también al cine, las series de televisión, la literatura fantástica y de ciencia ficción, a la comida, la cerveza y a todas las pequeñas cosas que nos hacen felices.
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