V Wars es la nueva serie de Netflix que adapta los cómics y novelas homónimos de Jonathan Maberry y que nos muestra una nueva versión del mito del vampirismo desde un punto de vista más científico que místico. Aquí los vampiros no son criaturas sobrenaturales, sino víctimas de una infección desatada por unos priones de hace miles de años que salen a la luz por el deshielo de los polos (al estilo de la enfermedad de las vacas locas para entendernos).
El título hace referencia a una guerra entre esta nueva especie y la humanidad, aunque en esta primera temporada lo que vamos a ver es la aparición y propagación de la enfermedad y cómo eso deriva en una situación insostenible que acabará en un conflicto entre humanos y vampiros. Algo que veremos (previsiblemente) en la segunda temporada de la serie.
Uno de los ganchos de esta producción es su actor principal (y también productor), Ian Somerhalder. El actor saltó al estrellato por ser uno de los protagonistas de Crónicas Vampíricas (después de darse a conocer en Perdidos), así que el género no le es desconocido.
Somerhalder da vida al doctor Luther Swann y junto a su gran amigo Michael Fayne (Adrian Holmes) descubren los priones que dan origen a la infección. Mientras que a Swann no le pasa nada, Fayne se trasforma en una criatura con capacidades aumentadas (mayor fuerza, mejores sentidos o curación rápida) que necesita consumir sangre humana para sobrevivir.
La enfermedad no se contagia por contacto directo, ni siquiera por la mordedura de los infectados, basta con entrar en contacto con un afectado y tener un gen concreto (gen depredador) para convertirse en un Vamp (nombre que se le da a los afectados en la serie). A priori, esta manera de trasmitirse la enfermedad deja un poco frio pero sirve para que los guionistas puedan hacer una metáfora muy efectiva sobre cómo un simple aspecto de un individuo (en este caso un gen), puede diferenciarle de los demás y las consecuencias que esto puede tener.
A lo largo de los 10 episodios de esta primera temporada vamos a ver aparecer el virus y empezar a extenderse desde su paciente cero, el mencionado Michael Fayne. Su amigo Luther Swann se obsesionará con encontrar una cura, sobre todo después de ver propagarse la infección. Asistiremos a la lucha entre varias facciones del gobierno de los EE UU por hacerse cargo de la situación. El Departamento de Seguridad Nacional será el primero que brindará su ayuda al doctor Swann pero pronto queda claro que el responsable de DSN no es trigo limpio. El FBI y una Senadora preocupada será el otro camino que nuestro buen doctor tendrá que tomar para buscar una solución al problema.
Otro secundario importarte para la trama será el hijo del doctor Swann. La relación (siempre complicada) entre padres e hijos es todo un clásico en las series y películas norteamericanas, llegando a ser un cliché manido y aburrido en la mayoría de los casos. Para que esto no ocurra, en V Wars se guarda un importarte rol para el niño que hace sea mucho más trascendente de lo que suele habitual.
Además los infectados empiezan a organizarse en torno a la figura casi mesiánica para ellos de Michael Fayne. Empiezan a tener consciencia de ser una nueva especie que tiene pleno derecho a existir. Fayne se empeña en imponer reglas de cara a una coexistencia con los humanos, sin por ello renunciar al orgullo propio de ser Vamps. Pero dentro de esta nueva nación hay voces discordantes y elementos oscuros que quieren hacerse con el liderazgo, lo que producirá fricciones y enfrentamientos entre los propios Vamps.
Y para que no falte nada, hay un tipo de Vamps que difiere del resto. Son los llamados Verdulak, unas criaturas que gracias a su mordedura pueden hacer que sus víctimas caigan bajo su control. Una herramienta de lo más útil. Y los humanos no se van a quedar quietos. Algunos se organizan en torno a grupos de caza llegando a ser más violentos que las criaturas que quieren eliminar sin discriminar a veces entre infectados o no.
La relación entre Swann y Fayne y cómo van evolucionando en sus respetivos papeles a lo largo de la trama es el motor principal de la historia y uno de sus mayores puntos de interés. También brillan las relaciones de estos personajes con los distintos secundarios, unos apoyando al doctor y otros dentro de la nación Vamp. De las acciones de unos y otros van naciendo conflictos y situaciones que hacen avanzar la historia sin un momento de respiro. Lo malo es que a veces este atropellamiento puede confundir al espectador. Pero siempre habrá un momento de respiro en el que se explique la situación a posteriori.
En cuanto al apartado técnico de la serie no nos vamos a engañar. Los efectos especiales no son para tirar cohetes. Las bazas de esta producción no van por ese camino. Su verdadera gracia está en abrazar cierto aire de Serie B para luego presentar una trama que sin ser especialmente profunda sí que acaba siendo entretenida sin olvidar los dilemas morales.
V Wars es una serie en la que constantemente están pasando cosas. Los giros de guión están a la orden del día y aunque hay algunos que no hay por dónde cogerlos, logran mantener siempre el interés del espectador. Los capítulos rondan los 40 mínutos (salvo el primero, que es de 1 hora) por lo que se ve en un santiamén y deja un agradable sabor de boca y ganas de ver una segunda temporada.
En resumen, estamos ante una historia que quiere mostrar un acercamiento original al mito de los vampiros a la vez que reflexiona sobre cómo afectaría en nuestro mundo la aparición de una nueva especie más peligrosa que la humanidad. Todo sin dejar de ser una historia entretenida, con un ritmo trepidante que hace que sea muy agradable de ver si buscas diversión sin mayores pretensiones.
Esta seria se define en una palabra: mala.
Un saludo y gracias por el artículo.
Que tal Jordi, gracias a ti por el comentario, claro, corto y conciso. Ya veo que no te ha gustado nada esta serie. Yo creo que sabiendo que estamos ante un producto cercano a la serie B, se deja ver, sin ser ninguna maravilla. Pero por supuesto respeto tu opinión.
Un sadudo