Bienvenid@s amantes del VHS y de la era analógica a otro Retro-Análisis más en esta sección que trata de ser semanal y que os trae joyas (o no) del siglo XX que me gusta rescatar para que los más jóvenes las conozcan y los más veteranos las recuerden.
‘Dirty Dancing’ es una de esas cintas de la década de los 80 que marcó a una generación. Tiene frases y escenas que ya son parte de la cultura pop y a las que han rendido homenaje y parodiadas en infinidad de ocasiones. No voy a negar que el largometraje de Emile Ardolino se encuentra en mi trinidad de cine romántico que nunca me canso de ver.
Quiero ser sincero antes de comenzar a hablar de ‘Dirty Dancing’, hay dos motivos por los que le tengo un cariño muy especial: Mis vacaciones en Málaga viendo casi de forma ininterrumpida la copia que poseía mi tía en Beta (creo que debería estar en el libro Guinness de los récords como la película más vista) y por una promesa (aun incumplida) que realicé alrededor de la escena final de baile.
Por qué digo esto, porque (aunque no lo pretenda) voy a ser muy condescendiente con los errores que sé que tiene.
No permitiré que nadie te arrincone
Estrenada en 1987, con un presupuesto de 6 millones de dólares, recaudó alrededor de 213, su banda sonora alcanzó la friolera de 32 millones de unidades y fue la primera cinta en VHS en alcanzar el millón de copias vendidas. Por algo fue todo un fenómeno. En España tuvimos que esperar un año más para disfrutarla en las salas de cine.
Dirty Dancing nos sitúa en 1963 y nos cuenta la historia de Baby, una joven de 17 años que viaja con sus padres y hermana al complejo Kellerman a pasar las vacaciones. Ese será un verano inolvidable en el que conocerá el amor, vivirá situaciones que pondrán a prueba su relación con su padre y la harán madurar aún más.
Con Jennifer Grey y Patrick Swayze en los roles protagónicos, Dirty Dancing pronto triunfó en la cartelera y pasó de ser considerada una ‘película para chicas’ a un largometraje icónico que ha ido ganando adeptos y relevancia con el paso de los años.
La propuesta de Ardolino no es perfecta y es cierto que en algunos momentos el guion peca de superficial y quizás algunos diálogos podían haberse mejorado, pero en líneas generales es un notable alto.
Volviendo a la categoría ‘película de chicas’, es cierto que es Patrick Swayze quien enseña torso bien esculpido, el tipo duro pero con sentimientos y fue el gran reclamo de la cinta, pero Dirty Dancing es una obra romántica que trata de algo más y, con el tiempo, se ha revalorizado como una propuesta que toca más temas para todo el público en general.
Nunca me he escondido al decir que es una de mis películas favoritas y (obviamente) no soy el único, así que podemos decir que es un largometraje juvenil que no entiende de géneros.
El guion es inteligente a la hora de presentar a dos personajes opuestos que se ven obligados a entenderse y trabajar juntos para un bien común. También es cierto que la química entre Grey y Swayze es más física que sentimental. Me explico: Cuando los ves bailando juntos y son sus cuerpos quienes interactúan todo parece más real. Creo que, en el conjunto del metraje, el espacio en el que intercambian palabras es menor de lo que se espera de dos protagonistas de una película romántica.
Por otro lado, la forma en la que están escritas algunas conversaciones entre Baby y su padre son muy superiores: La charla en el lago entre lágrimas sobre la decepción es excepcional.
La trama troncal de ‘Dirty Dancing’ es el primer amor y esa historia se nos cuenta a través del baile y con dos prismas muy bien diferenciados: la relación entre Lisa y Robbie y la de Baby y Johnny.
La cinta de Ardolino podía haberse quedado ahí y no hubiera sido mala idea, pero (por suerte) no fue así. Aquí se nos presenta el lugar más idílico y familiar imaginable y como esconde tantos y más problemas que el mundo cotidiano. Una ilusión que se resquebraja en la conversación que mantiene Max Kellerman con sus camareros sobre qué hacer con las jóvenes, feas incluidas, o en los términos en los que se refiere a Vivian Pressman.
Aunque sea de forma subconsciente u opacada por la historia de amor, Dirty dancing habla del crecimiento de los hijos, de las malas y buenas decisiones que nos convierten en quienes somos, de las diferencias de clases y como no todo lo que reluce es oro.
Al comienzo he mencionado las ventas de la banda sonora y no ha sido arbitrario, nos encontramos ante una selección musical que hace crecer el filme cada vez que suena una de esas canciones. Creo que en derechos se les fue bastante dinero del presupuesto.
Más allá del ‘(I’ve had) The time of my life’ del que hablaré ahora, hay piezas que no deben pasar inadvertidas por ser tan potentes como ese tema principal. ‘She’s like de wind’ cantada por el propio Patrick Swayze enfatiza perfectamente esa despedida junto al coche o el ‘Love is strange’ de esa escena de baile en la que los roles se intercambian.
Podría hablar de todas y cada una de las piezas pero sería alargar demasiado la crítica, solo insto a escucharlas, no tiene desperdicio.
El tema de Bill Medley y Jenniffer Warnes es la guinda del pastel, el colofón a una escena final que ya es parte de la historia del cine. El ‘no permitiré que nadie te arrincone’ que daba pie a algo inolvidable.
Esta composición fue acusada por algunos sectores de no ser muy ‘estilo años 60’, pero sinceramente, no me importa, es perfecta y no puedo añadir nada mas.
Conclusión
‘Dirty Dancing’ es una cinta de amores de verano, crecimiento y decepciones que siempre me ha parecido excelente. Eso es algo que no voy a descubrir yo ahora, 35 años después de su estreno.
Es cierto que se le puede acusar que algunos personajes no evolucionan de forma orgánica o que se mantienen casi todo el metraje inamovibles, pero no me saca de la trama ese contratiempo.
Algo que siempre le he achacado a la película es que pese a plantear temas muy adultos y dramáticos como el embarazo de Penny o el despido de Johnny, finalmente todo acaba muy bien y los buenos ganan y los malos pierden. Un final demasiado edulcorado, la verdad.
Por lo demás, Dirty Dancing es una cinta romántica que funciona perfectamente y que nos transportará a una época de cambios.
Visualmente tiene escenas que no han perdido ni un ápice de fuerza. ¿Quién no recuerda el entrenamiento en el lago? O como un baile acaba en la primera vez para Baby. Una película mítica.
Por cierto, ¿soy el único que piensa que ha escuchado gatos en celo cantar mejor que Lisa?
Y no me quiero despedir sin dejar el vídeo de ese baile final tan icónico.
Un saludo desde Kellerman’s