A raíz de la contra-crítica de Pirson School, he recordado la historia de este anime del cual ya he hablado en alguna que otra ocasión. Tanto su originalidad como su nivel de bizarrismo se encuentran por encima de cualquier escala con la que se puede medir esto. Esta extraña serie propone más argumentos que añadir a esta barbacoa que es el debate sobre la doble moral y la sexualidad en Japón, sin duda un tema… candente. Pero bueno, basta de presentaciones. ¿De qué trata Shimoneta?
En un futuro distópico, una nueva normativa se ha puesto en vigor en Japón, y es que se prohíbe terminantemente cualquier tipo de actividad que pueda ser considerada como obscena o inmoral. Esto afecta desde la pornografía, pasando por las clases de educación sexual, las poses en las fotos o simplemente la forma de hablar. Nada de decir tacos, grosería, bromas insinuantes, juegos de palabras eróticos o directamente nombrar en voz alta las partes pudendas del hombre o la mujer. ¿Pero cómo se puede llevar esto a cabo, nadie puede asegurarse de vigilar continuamente el lenguaje de una persona? Pues, para evitar estas prácticas “de mal gusto”, cada persona es obligada a llevar un collarín eléctrico, que se activa al detectar una palabra malsonante o un aumento de endorfinas, dispensando una descarga eléctrica de intensidad proporcional a la gravedad de la infracción cometida.
Una vez planteado este escenario aterrador, un joven estudiante de secundaria, Tanukichi Okuma, será trasladado del instituto con “la peor puntuación moral”, al centro de enseñanza secundaria más estricto en este aspecto. Así pues, irá al mismo instituto que Anna Nishikinomiya, una amiga de su infancia muy dulce, pura e inocente, que él siempre ha considerado como su amor platónico. Sin embargo, durante su viaje en tren sufrirá el ataque de una denominada terrorista sexual autodenominada “Tundra Azul”. La chica, con unas bragas blancas en su cabeza a modo de máscara para cubrir su identidad, se dedicará a lanzar y distribuir fotos eróticas e intentará que Okuma se una a su causa. El joven algo desconcertado, descubre que la joven es en realidad Ayame Kajou, una estudiante de su mismo centro, que a su vez pertenece a una organización llamada SOX (Sex Often happens in X-Mas), que lucha por la libertad sexual y una educación sexual realista y eficiente. ¿Se unirá Okuma a su causa, o terminará delatando a su captora al consejo estudiantil, del cual su querida Anna es la presidenta?
La premisa de la serie, aunque muy bizarra es bastante interesante. Como ya mencioné en otros artículos, la cuestión de la doble moral en Japón está a la orden del día. En una sociedad donde todo parece estar sexualizado, tratar estas cuestiones sigue siendo un enorme tabú, y en muchas ocasiones esto puede ser perjudicial. En la serie se centran mucho en la importancia de la enseñanza sobre la sexualidad, ya que, ignorar ciertos aspectos de esta puede provocar desde embarazos no deseados, hasta enfermedades como la sífilis o el SIDA. Claro que el anime no es ni por asomo tan dramático.
Procedente de las novelas ligeras del mismo nombre, escritas por Hirotaka Akagi e ilustradas por Eito Shimotsuki, la serie de animación de 12 episodios busca por encima de todo ridiculizar esta situación. Apoyándose en la comedia, se realiza una enorme crítica a una sociedad hipócrita, a la que se compara en muchas ocasiones con ese sistema opresivo ficticio. Como punto fuerte, las dosis de humor son abundantes y de calidad, aunque alguna flojea y resulta forzada. Sus personajes son representaciones de la desesperación que se puede llegar a sufrir cuando una persona reprime todos sus deseos sexuales, hay desde los que están un poco salidos de más, pasando por los fetichistas y por supuestos enfermos pervertidos cuyo problema va más allá del sistema impuesto. Pero claro, esto sería hablar de más y quiero que descubráis los oscuros y estrambóticos secretos de este anime.
Bien es cierto que uno de sus problemas es la traducción. Shimoneta significa literalmente “humor vulgar” o “broma sucia”, algo así como “chiste verde” en castellano. Esto supone un pequeño inconveniente, pues el guion cuenta con una amplia variedad de juegos de palabras en japonés, cuya gracia se pierde en la traducción. Considero que es importante verlo en versión original y asegurarse de que la traducción de los subtítulos es buena y añade las anotaciones necesarias para comprender los chistes. Si consigues encontrar un buen fansub, te darás cuenta de que los diálogos son excelentes, y quien sabe, a lo mejor hasta aprendes algo de japonés.
Como conclusión la serie presenta un caso extremo, que obviamente resulta ridículo si se toma al pie de la letra. Pero, si logras vislumbrar el mensaje detrás de tanta excentricidad, y te dejas llevar por su humor absurdamente sexual, disfrutarás de una entretenida comedia con moraleja. Es cierto que tal y como están las cosas hoy en día, es bastante difícil que semejante restricción de libertades se restrinjan de repente, aunque claro…
Yo solo quiero una segunda temporada de shimoneta