InicioCineViaje por el monstruoverso: Dracula, de Bram Stoker (1992)

Viaje por el monstruoverso: Dracula, de Bram Stoker (1992)

Continuamos con nuestro viaje por la historia del cine desde la perspectiva de los mayores iconos del genero del terror. Ya hemos pasado por King Kong, Godzilla y La Momia, pero ahora es el turno de la criatura más grande de Columbia Pictures: Drácula.

Al igual que con La Momia, en esta entrega he decidido alternar entre lo clásico y lo moderno. Sin dudas la versión de Tod Browning de 1931 es la más autentica al tratarse de la primera adaptación cinematográfica de este personaje, pero la versión de Francis Ford Coppola, además de ser una de las más recientes, es posiblemente la película más importante que se ha hecho jamás sobre el legendario vampiro. Y sí, Drácula: la leyenda jamás contada es más reciente aun, pero motivos evidentes prefiero hablar de la obra de Francis Ford Coppola.

Que disfrutéis.

Francis Ford Coppola

Francis Ford Coppola las cosas felices

No me autodenomino cinefilo, creo que es un termino ‘pegatina’ que está muy infravalorado en la sociedad. Respeto el cine lo suficiente como para saber que aún me quedan muchas películas por ver y conocer mucha historia para considerarme un autentico obseso de este arte. Igualmente ya tengo un poco de experiencia y he desarrollado un pensamiento critico medianamente decente. Por eso, y también sencillamente por respeto, necesito dejar un pequeño apartado para el gran Francis Ford Coppola.

Nacido el 7 de abril de 1939 en Michigan, Estados Unidos, estudió Artes Dramáticas en la Universidad Hofstra, y más tarde se tituló en Artes Teatrales en la Universidad de California en Los Ángeles. Su primer trabajo como director profesional fue Battle Beyond The Sun de 1960, un remake de la producción soviética Nebo Zovyot, pero de sus primeras películas la más popular es Demencia 13 de 1963. En 1969 creó junto a George Lucas la productora American Zoetrope, la cual aún se mantiene activa. Tras una década de carrera obtuvo su primer Oscar al mejor guión gracias a Patton, dirigida por Franklin J. Schaffner. Por lo general la década de los 70 fue su momento más brillante, no solo por la popularidad y el prestigio que ganó gracias a El Padrino y a Apocalipsis Now y a todos los premios y Oscars que consiguió con dichas cintas, si no también por su calidad como director. En total ha dirigido 25 películas y es considerado uno de los mejores o puede que el mejor director de cine que existe.

Tras este espacio de pura cortesía, podemos pasar al análisis de Drácula, de Bram Stoker. La película de vampiros más importante de los últimos tiempos.

El súmmum del vampiro en el cine

Drácula de Bram Stoker 1 las cosas felices

El vampiro es una criatura tan antigua como el hombre. Se dice que el mito proviene de las antiguas culturas sumeria y egipcia, e incluso se achaca a la necesidad de personificar uno de los arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo: La Sombra.

Pero no obstante el origen del concepto de vampiro de la sociedad contemporánea es muy reciente. Por eso, si tenemos una visión ‘estricta’ sobre cual de todos es el único y verdadero príncipe de las tinieblas, entonces debemos hablar del Drácula de Bram Stoker, ya que se trata de la primera versión literaria del clásico mito, y que además está inspirada en el caso más famoso de vampirismo. Desde 1931 hasta la actualidad se ha representado esta criatura en multitud de películas, algunas versiones enfocadas al terror más puro y otras al simple entretenimiento, pero ninguna, ni si quiera la propia versión de Coppola, ha plasmado totalmente la monstruosa sombra que es esta criatura.

Pero aunque la versión de Coppola no fuese absolutamente fiel, esta película es tan importante para el genero del terror porque simboliza el punto de inflexión para la figura del vampiro en el cine, ya que construye sus nuevas bases en la sociedad moderna. Si bien no podemos reconocerle todo el merito, sí que podemos afirmar que ha servido de influencia para toda la subcultura ‘gótica’ y por supuesto para todas las producciones de vampiros posteriores. Drácula pasa de ser un monstruo sanguinario y violador, tal y como lo describía Bram Stoker, a ser una criatura pasional, atormentada y romántica. La versión más fantástica de un autentico dramaturgo. Este nuevo enfoque casi maquiavelico no puede definirse como algo negativo o positivo, si no sencillamente como un cambio absoluto, una nueva concepción. Esta evolución del personaje era casi necesaria, y ejecutada por Francis Ford Coppola la convierte en un enfoque perfecto.

Que el género de vampiros haya degenerado en los últimos años no es culpa de Coppola, pero de nuevo su influencia ha sido más que evidente. Seamos sinceros, no nos gustan las películas de vampiros que despedazan a sus victimas a zarpazos, nos gustan las películas de amor, épicas y con finales tristes.

Dicho esto, pasemos a la película en sí.

El oscuro arte de Coppola

Drácula de Bram Stoker 2 las cosas felices

Lo primero que podemos decir de Drácula, de Bram Stoker es que Francis Ford Coppola es un maestro a la hora de crear una atmósfera que consiga atraparte. Al igual que ocurre con El Padrino o Apocalipsis Now, esta película consigue sumergirte desde los primeros cinco minutos. Quizás su guión no es ni el mejor ni el más serio de todas sus películas, quizás también el doblaje al castellano empobrezca la experiencia, pero la producción (sus escenarios, la banda sonora, el maquillaje, el vestuario y el resto de efectos especiales) es sencillamente excelente. De todos los elementos de la película podríamos decir que el castillo del Conde Drácula es el más imponente. Una gigantesca y oscura figura que se eleva entre las montañas nevadas bajo una noche eterna. Un escenario que, tanto por dentro como por fuera, transmite la sensación de estar bajo la mirada de un ser maligno. El resto de lugares tienen una esencia victoriana tan bien conseguida que, de nuevo, mejora la atmósfera y ayuda al espectador a sumergirse.

El elenco de actores no podía ser mejor para una película sobre Drácula. Hubo dos enormes opciones llamadas Brad Pitt y Johnny Deep antes que Keanu Reeves, pero creo este papel iba a juego con el. Precisamente el personaje de Jonathan Harker no concuerda con el estilo de Brad Pitt o Johnny Deep, por muy polifacético y ‘oscuro’ que sea este último. Harker es un personaje adulto, serio y maduro como cualquier estudiante de aquella época, y aunque el joven Keanu Reeves todavía le faltaba bastante seguridad, creo que hizo un papel a la altura de su personaje. Por otra parte Winona Ryder ya tenía cierta conexión con lo macabro, y aunque al principio se lo nota un tanto introvertida, mejora muchísimo en la segunda mitad de la cinta. Luego está el caso de Anthony Hopkins interpretando el excelente papel de Anthony Hopkins, como de costumbre. Pero si vamos a hablar de “nacidos para el personaje” tenemos que dejar espacio para el gran Gary Oldman. Nuestro colaborador Gabriel A. Escobar S. ya nos contó el increíble trabajo que hizo Oldman al interpretar tres papeles distintos, con tres voces distintas y tres gesticulaciones distintas. No quiero repetir lo mismo que Gabriel, solo cabe añadir que el Conde Drácula es posiblemente el mejor papel de su carrera. Por lo general, el elenco de actores principales creo que es el idóneo para este tipo de película, y sobretodo para el nuevo enfoque del vampiro. Oscuridad y elegancia, la mezcla perfecta.

Por último quería analizar una escena concreta de la película, y lo que creo que quiere transmitir. Drácula, de Bram Stoker no comienza como la típica historia de vampiros. Este Drácula no duerme en un ataúd y se despierta lentamente mientras cruje sus huesos, este Drácula nace de la más absoluta blasfemia. Una cruz siendo ensartada por la espada de un guerrero traicionado, loco por la furia y la desesperación, comienza a borbotear sangre a mares. Esta escena es la representación más salvaje de la ira y el rechazo hacia Dios. Un ser que se ganó la inmortalidad no por ser un discípulo ejemplar, si no por el odio que sentía tras descubrir que toda su dedicación no le sirvió para nada. En lo que llevamos de la historia del cine ningún otro vampiro ha tenido un nacimiento tan puro.

Quizás me haya dejado llevar un poco por el romanticismo de esta película, supongo que se debe a que Drácula siempre ha sido mi personaje de terror favorito, pero he intentado plasmar mi perspectiva lo mejor que he podido. No queda nada más que decir. Ya sí que sí nuestra próxima parada por el monstruoverso será King Kong vs. Godzilla.

Un saludo, gracias por leer y que seáis felices.

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Ex colaborador de Las cosas que nos hacen felices al que agradecemos su tiempo y su aportación. Muchas gracias.
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4 COMENTARIOS

  1. Abrahán, muy buen artículo, es de esas películas que e envuelve en su atmosfera, para mi también es su mejor actuación pero el bueno de Gary es un actor muy completo. Tenemos que tener un poco de fe en que Universal vea cual es el camino correcto para adaptar a Drácula.
    Un saludo

    • Gracias, Gabriel!
      Sería una idea fantástica que Universal contase con Gary Oldman para un remake de Drácula.
      Un saludo, compañero.

  2. Enhorabuena por tu artículo. Solo quería hacerte un par de puntualizaciones. El hecho de que el Drácula de 1931 esté más cercano a la publicación de la novela de Bram Stoker no la hace más fiel al libro. De hecho, la versión de Browning es una adaptación de una obra de teatro y no del libro en sí. Mucho más fiel, aunque apócrifo, es el Nosferatu de Murnau. Dicho esto, quitando el componente romántico, el Drácula de Coppola es de los más fieles al libro de Stoker, incluso en detalles como el vello en las palmas de las manos. Por lo demás, una película estupenda no solo por los actores y la dirección, si no por la apuesta de Coppola por los efectos visuales tradicionales, más propios del cine clásico, que le vienen que ni pintado. Y Oldman está, sencillamente, genial. Un saludo!

    • Hola Fernando!
      Muchas gracias por tu comentario. En cuestión detalles es de las películas más fieles, pero en cuestión de conceptos es un poco distinta. Igualmente creo que fue un cambio necesario, ni bueno, ni malo.
      Un saludo!

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