Aunque sus personajes más famosos se vistan con mallas y se dediquen a combatir supervillanos, las dos grandes editoriales de cómics cuentan con una gran cantidad de conceptos y sagas alternativas que muchas veces se pasan por alto y que sus propios responsables no aprovechan cuanto deberían. Marvel tiene personajes de fantasía, de terror, de ciencia ficción… y, sí, hasta guerreros postapocalípticos al más puro estilo Mad Max. En este caso, se trata de Killraven, un gladiador que escapó de la arena en la que los marcianos que invadieron la Tierra obligaban a los humanos a luchar, y que ahora encabeza un grupo de rebeldes contra ellos. Panini ha publicado la miniserie 100% Marvel HC. Killraven de Alan Davis, en la que se narra una actualización de su historia escrita a principios del siglo XXI. Se trata del punto de entrada perfecto para aquellos que deseen conocer a uno de los héroes más discretos de Marvel.
La guerra de los mundos
El universo de Killraven, aunque oficialmente forma parte del multiverso Marvel, está englobado dentro de aquellas adaptaciones que la editorial realizó durante los años setenta, entre las que se encuentran sus famosos tebeos de Conan el Bárbaro o los de Star Wars. La realidad donde suceden sus aventuras está basada en la novela La guerra de los mundos de H.G. Wells, que popularizó el concepto de invasión alienígena… pero, en esta ocasión, los marcianos no son derrotados definitivamente al final de la novela, sino que llevan décadas oprimiendo a la raza humana. Esto ha convertido la Tierra en un planeta casi irreconocible, con gran cantidad de criaturas surgidas de los experimentos genéticos de estos extraterrestres, y con una sociedad basada en la supervivencia. Creado por Roy Thomas, Neal Adams y Gerry Conway para la antología Amazing Adventures, Killraven se convierte en la cabeza visible de una resistencia que quiere expulsar a los invasores de nuestro planeta. Un variopinto grupo de aventureros le acompañó en su serie regular y en sus escasas apariciones más allá de los setenta.
Sin embargo, el Killraven que se nos presenta aquí no pertenece al mismo universo, y cualquiera que no haya leído nada más del personaje (como un servidor), puede disfrutarlo sin problemas. Esto se debe al genio de Alan Davis que, al mando del guión y del dibujo, sintetiza en seis números la historia de este personaje y nos cuenta un relato colorido y repleto de acción y violencia en el que los supervivientes del régimen marciano pelean por la libertad y la seguridad de toda su especie.
Una aventura con sabor clásico
La historia relatada en el capítulo anterior es básicamente el único hilo narrativo que sigue de manera consistente esta miniserie: aunque es cierto que tiene una conclusión que cierra la historia de manera satisfactoria, se asemeja a los cómics del pasado en que no nos sumerge en una única historia, sino que también cuenta con capítulos autoconclusivos que nos permiten explorar este mundo de manera más completa. Esto trae algunos problemas para el lector moderno, como el abandono de algunos personajes secundarios a mitad de la historia o lo apresurado del final, pero permite que Alan Davis introduzca una gran cantidad de conceptos, ideas y situaciones en el corto espacio de un número, frente a la actual tendencia de estirar demasiado las historias.
Por supuesto, la estrella de este tomo es el dibujo de Alan Davis, que da vida a los monstruos y los paisajes de este mundo desolado. El coloreado le sienta de lujo a unas ilustraciones dinámicas que retrotraen a las viejas películas de capa y espada, o a esos seriales como Flash Gordon que acabaron inspirando a la famosa saga de George Lucas. Científicos locos, espadachines, monstruos inhumanos y otros demasiado humanos, mutantes… todo en esta serie es reminiscente del pulp, pero con una espectacularidad multiplicada por mil. Este es uno de esos cómics cuya imaginación, aún hoy en día, resultaría difícil de replicar en el cine.
En cuanto al guión, está claramente supeditado al dibujo, pero sigue siendo mejor que muchas de las historias concebidas por un guionista cuyo único trabajo es escribir. A través de los ojos de un niño superviviente, contemplamos la resistencia de una especie que no se resigna a morir, la dura infancia de Killraven, los intentos de venganza que llegan demasiado lejos… no hay apenas momentos para el respiro en un mundo donde cada día puede ser el último, y eso se hace notar en cada una de las viñetas, con una tensión es siempre constante. Davis no escribe los diálogos más sofisticados ni elabora una reflexión compleja sobre la naturaleza humana, al fin y al cabo, esto sigue siendo una novela corta de aventuras. Sin embargo, sí que consigue sorprender con una resolución bastante original que le aporta una capa de complejidad a la historia, y con momentos localizados de genialidad que nos recuerdan por qué el británico es uno de los artesanos mejor considerados y que mejor ha envejecido del mundo del cómic.
Conclusión
El Killraven de Alan Davis no será recordado como una obra maestra, pero su impactante dibujo y su historia superan con mucho a la mayor parte de colecciones regulares del género de superhéroes que se publican ahora. Es una muestra de cómo las editoriales deberían invertir más en diversificar su producto, sobre todo en un mercado donde Image está empezando a ganar terreno con sus series independientes. Si Marvel ya ha triunfado con una serie de terror, bien podría darle una serie regular a algunos de sus personajes que menos encajan en el arquetipo del superhéroe. Al igual que DC, tiene todo un repertorio de personajes desaprovechados que quizás podrían aprovecharse del espacio que ahora ocupa la enésima serie de Batman o Spiderman.