InicioCineActores-directores, ¿Artistas totales o autores incapaces?

Actores-directores, ¿Artistas totales o autores incapaces?

En el cine, como en cualquier otra actividad de la vida que se efectúa en equipo, siempre se tiende a pensar que aquellos que conocen los entresijos son los más capacitados para llevar la batuta. Así, muchos prefieren a un entrenador que haya sido jugador porque entiende mejor al vestuario, aunque luego no tenga los conocimientos adecuados para sacar adelante un partido de fútbol (véase Diego Armando Maradona, por ejemplo). Aplicando la analogía al mundo del cine, se entiende que los actores  son los más capacitados para ponerse detrás de las cámaras.

Sin embargo, los más cinéfilos sabemos que esto no es así, igual que en el fútbol. Por ello, tras la disección al cine crepuscular, voy a centrarme en  la figura del actor-director. Para ello, vamos a clasificar este ente en seis tipos. Comenzamos.

EL CINEASTA TOTAL.
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Al igual que a Cruyff se le llamaba el futbolista total por su capacidad para mimetizarse con cualquier posición sobre el terreno de juego, estos autores destacan por haberse convertido en seres todoterreno, capaces de dirigir, producir, actuar, escribir el guión o, incluso, la banda sonora de sus películas.

Probablemente la figura más importante del cine clásico y uno de los primeros grandes talentos del cine fue Charles Chaplin, del que ya hablamos en la reflexión sobre el cine crepuscular. Desde 1914 hasta 1967 Chaplin dirigió, escribió, produjo e interpretó prácticamente todas sus películas. De hecho, mostró una personalidad arrolladora al aguantar durante diez años el avance del cine sonoro hasta que, en 1940, dio un uso inolvidable al sonido con la mítica El gran dictador. Aún así, no os perdáis sus aportaciones mudas. Si os da pereza, al menos asomaros a Luces de la ciudad. No os arrepentiréis.

Grosso modo, su sucesor en estas tareas ha sido el personal Woody Allen, que nos ha inundado con su particular universo desde hace más de 40 años. Además, mantiene un ritmo infatigable de película anual pese a que ya no mantiene la calidad de antaño. Películas de Allen hay para todos los gustos, aunque todas comparten el singular sentido del humor del director. Particularmente, me encantan Delitos y faltas y Misterioso Asesinato en Manhattan, pero allá vosotros. Hay donde elegir.

Por último, el gran cineasta total del Hollywood actual es el genial Clint Eastwood, que lleva en este negocio desde los años 50 y produce todas las películas en las que ha participado desde 1970. A eso se le llama dirigir tu destino. ¿Películas recomendadas? No hay nada desdeñable en su carrera, pero no os podéis perder Sin Perdón, Gran Torino o Cartas desde Iwo Jima. Un figura imprescindible del séptimo arte. Que dure muchos años más.

 LOS AMANTES DEL TEATRO.

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El cine y el teatro son dos artes que se retroalimentan entre sí. Muchos actores provienen del teatro o compaginan su carrera cinematográfica con la teatral. De esta manera, muchas figuras del cine han expresado su amor por el teatro detrás de las cámaras.

Particularmente conocidos son los amantes de Shakespeare. El primero fue el gran Sir Laurence Olivier, que adaptó Enrique V o Hamlet, ganando varios Oscar durante los años 40. A mí personalmente no me atrajeron mucho. Prefiero su labor como actor en Rebeca, Marathon Man o La huella.

Su sucesor natural fue Kenneth Branagh, que mucho antes de dirigir la mediocre Thor o Jack Ryan: Operación sombra, fue un inteligente autor de Shakespeare que consiguió un exitazo con Enrique V y se estrelló con Frankenstein de Mary Shelley. Muchos alaban su lujoso Hamlet, pero yo me quedó con la ligereza de Mucho ruido y pocas nueces.

Por último, y algo más desconocido, vamos a dedicar unas líneas al mito Al Pacino, todo un amante del teatro que ha coqueteado más de una vez con el cine experimental en En busca de Ricardo III o Chinese Coffee.

 LOS QUE SON EGÓLATRAS.
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Igual que hay entrenadores que, si pudieran, se calzarían las botas y entrarían a jugar, a muchas figuras les satisface esa labor de actor-director que tanto prestigio dan a la industria. A algunos de ellos les ha salido bien, desde luego.

Uno de los casos más conocidos es el de Kevin Costner, que arrasó en el año 90 con Bailando con Lobos, un interesante western que se llevó 7 Oscar. Mucho peor le fue siete años más tarde con Mensajero del futuro, pero un bofetón de humildad nunca viene mal y Costner se recuperó con Open Range y sus espectaculares tiroteos. Por desgracia, no ha vuelto a dirigir desde entonces.

Otro que le gusta satisfacer su ego ganado a pulso de grandes interpretaciones es Denzel Washington, que además suele aprovechar para expresar las necesidades de su raza. Antwone Fisher y Fences son interesantes, mientras que The great debaters es la típica americanada que gusta.

Por último, tenemos el caso del últimamente orondo Ben Affleck, que no pasa por su mejor momento personal tras las críticas al universo DC y el fracaso de Viviendo de noche. No obstante, sus tres películas anteriores son obras por encima de la media del cine estadounidense, lo que ya es mucho decir. Os recomiendo Adios, pequeña, adiós, la única que, curiosamente, no protagoniza.

LOS QUE NO SON EGÓLATRAS

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Por otro lado, hay grandes estrellas que no gustan eso de darse bombo delante de las cámaras. Si salen son de secundarios, vaya a ser que con tanto protagonismo se descentren de su labor como director.

Muchos tienen a Robert Redford como un actor con una carrera interesante durante los 70, además de ser el “precursor” de Brad Pitt y todo un sex symbols para las generaciones anteriores, pero lo cierto es que se trata de un director muy a tener en cuenta, además de fundador del conocido festival de Sundance. Sí, amigos, el principal promotor de la industria independiente estadounidense ha sido Robert Redford. Ganó un Oscar a mejor director por Gente corriente, pero yo me quedó con la genial Quiz Show: El dilema. Pocas veces se ha dirigido tan bien una historia tan banal. Os la recomiendo.

Al igual que Redford ha habido otros actores conocidos que se han pasado a la silla de la dirección para mostrar sus verdaderas inquietudes al mundo. Es el caso de Tim Robbins, director de dos películas de claro calado político y de la desgarradora Pena de muerte; y George Clooney, que pasea su sonrisa delante de las cámaras mientras enfoca sus ideales detrás de ella. Suya es la excepcional Buenas noches y buena suerte, homenaje a los periodistas de bandera, y Las idus de marzo, un estupendo aperitivo de lo que nos espera en House of cards. Por desgracia, tan pronto nos estrena una buena película como un bodrio sin precedentes. Ahí está The monuments men para corroborarlo.

Otro actorazo que se ha paseado por la silla de dirección un par de veces ha sido Robert De Niro, que en 1993 dirigió la modesta e interesante Una historia del Bronx y, doce años después, volvió con la magistral y tristemente infravalorada El buen pastor, la Padrino del cine de espías. No olvidemos  que ha actuado bajo las ordenes de Scorsese, Coppola, Cimino, Mann o Leone.

LOS QUE DIRIGEN PORQUE SEA ABURREN

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Eres actor. Tienes millones de dólares en tu cuenta, varias casas y coches y el aplauso de medio mundo. Pero resulta que tienes un sueño inquietante, te miras al espejo y no te sientes del todo completo. No eres un artista total. Ni te acercas a Eastwood, Allen, Kurosawa u Olivier. Pero eres actor…¿Cómo no vas a ser buen director?

Eso pensarían algunos cuando se lanzaron a dirigir, tarea que, tal vez, no deberían haberse propuesto nunca. Tom Hanks con Larry Crowne, Russell Crowe con El maestro del agua, Dustin Hoffman y El Cuarteto… y así una larga lista. Por suerte, parece que no suelen repetir… salvo Angelina Jolie, cabezona pese a los tres fracasos que encadena como directora. Fracasos, por cierto, bien merecidos. Lo de Invencible tiene para hacer un artículo sobre cómo NO hacer una película que tenía todo para triunfar.

LOS MALDITOS

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Todos tenemos debilidad por aquellos que, por una causa o por otra, tuvieron que abandonar la dirección, sobre todo si se trata de autores que podrían haber aportado mucho al mundo del cine.

Aunque lo incluyo en esta lista, el merecido éxito de Mel Gibson con Hasta el último hombre parece el regreso de un director excepcional que jamás debió marcharse. Si tuviera que definirle en una sola palabra, esa sería corazón. Y es que Mel dirige con la cámara apuntando directamente hacia los corazones del espectador, desde la épica Braveheart hasta el espléndido contraste entre el buenismo y la crueldad de la batalla de Hasta el último hombre. Entre medias, la aventura descarnada de Apocalypto y la genial La pasión de Cristo, uno de los monumentos al cine del siglo XXI, con escenas inolvidables por su calidad visual (¿Recordáis la gota de lluvia cayendo hacia la cabeza de Cristo?).

Pero si hay un actor-director al que podamos llamar maldito, ese es el inolvidable Charles Laughton. Un actor clásico británico, de la vieja escuela, famoso por su papel como secundario en Espartaco pero con una trayectoria impresionante en Hollywood: desde la espectacular Testigo de Cargo hasta Esta tierra es mía o La vida privada de Enrique VIII. Pero también fue el director de una película vilipendiada desde su estreno. Un film de culto que nadie entendió en su época. La noche del cazador es una película única en su especie, inclasificable en su género, un cuento tenebroso que lo tiene absolutamente todo para colarse en el top 10 de cualquier espectador. No os la perdáis. Consejo de amigo.

Un saludo y sed felices!

Fernando Vílchez
Fernando Vílchez
Comecocos. Intento aprender como si viviera para siempre y vivir como si hoy fuera mi último día...con las cosas que me hacen feliz.
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2 COMENTARIOS

  1. Creo que te faltan Seth Rogen, director de muchas de sus comedias; Jodie Foster, con películas en las que no sale y Quentin Tarantino que a la inversa se ha introducido un poco en la actuación.

    • Gracias por tu comentario. Realmente Seth Rogen solo ha dirigido tres de sus comedias, y ninguna ha sido muy destacada, por lo que no he considerado introducirlo en esta reflexión. Por otra parte, sí que podría haber introducido a Jodie Foster, que es una directora bastante aceptable. Con respecto a Quentin Tarantino, tú mismo lo has dicho. No es un actor-director, si no un director que disfruta de cameos más o menos largos. Algo frecuente, como podemos comprobar con Werner Herzog, Scorsese o, en su época, Hitchcock. Pero sus papeles no son de la enjundia suficiente para catalogarlo como, por ejemplo, un cineasta total.

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