InicioSeriesAnálisis de Alejandro Magno, La Creación de un Dios: aceptable docuserie de...

Análisis de Alejandro Magno, La Creación de un Dios: aceptable docuserie de Netflix a la que le faltó producción

Siguiendo en la línea de las docuseries históricas que la plataforma viene produciendo y estrenando en los últimos años, Netflix nos trae Alejandro Magno: La Creación de un Dios (Alexander: The Making of a God) que, creada y dirigida por Tony Mitchell, recrea el ascenso del célebre líder y militar macedonio desde su autoexilio hasta convertirse en mito viviente.

A Netflix le debe estar dando resultados el formato docuserie o no lo repetiría tanto. A los ya realizados sobre el Imperio Romano, el Otomano, La Reina Cleopatra o La Edad de Oro de los Samuráis (y la lista sigue), se agrega ahora Alejandro Magno: La Creación de un Dios que, combinando dramatización con documentación histórica y arqueológica, busca recrear el perfil de quien construyera el mayor imperio de la antigüedad a partir de un estado pequeño e insignificante como el macedonio.

La primera imagen que nos viene a la cabeza al momento de recordar las últimas experiencias en llevar a Alejandro a la pantalla es sin duda la fallida película de Oliver Stone de 2004 que, protagonizada por Colin Farrell, parecía más bien un folletín pornosoft que un filme histórico, salvándose la banda sonora de Vangelis y muy poco más.

Aun así, hay que reconocerle a Stone el poder de dejar instalada en la opinión pública la bisexualidad de Alejandro, algo prácticamente imposible de afirmar o comprobar tratándose de alguien que vivió hace más de dos milenios y de quien la documentación sobre su vida personal o sexual es más bien escasa. Pero esta docuserie vuelve a reciclar el mito y presenta una especie de triple relación entre Alejandro, Hefestión y Ptolomeo que, desde luego, carece de evidencia.

Dejando de lado ello, la serie ahonda algo más en temas que Stone casi ignoró, como el ascenso de Alejandro, las guerras de conquista y, de manera particular, el antagonismo con Darío III, siempre alternando la dramatización con el testimonio de historiadores.

alejandro magno las cosas que nos hacen felices.05 e1708970887591

En ese sentido, aporta bastante más que aquel filme y lo hace de manera didáctica y equilibrada, sin que los testimonios de especialistas abrumen, aburran o corten clima aunque, a decir verdad, tampoco es que aporten mucho a lo que las mismas imágenes muestran y parecieran, por momentos, guiados más por la admiración o fascinación que por la investigación.

Mucho más interesante es el recorrido por las excavaciones actuales en Alejandría a cargo de la arqueóloga griega Pepi Papakosta, las cuales, a la búsqueda de la aún no hallada tumba de Alejandro, siguen arrojando al día de hoy nueva y sorprendente evidencia sobre los días en que la ciudad estaba bajo su influjo. Una lástima que no se le hayan dado más minutos en pantalla de los que tiene, pues se quedan escasos…

alejandro magno las cosas que nos hacen felices.06 e1708970821161

En cuanto a la parte dramática, también se recurre al testimonio, pero ficticio y a cargo de una anciana de la cual, ya avanzada la serie, nos enteramos que es la suma sacerdotisa del Oráculo de Siwa, en Egipto, hacia donde Alejandro decidió ir en busca de su destino en un momento en que sus generales le reclamaban redoblar la ofensiva sobre Darío.

Las actuaciones son en general buenas, aunque Buck Braithwaite no luce demasiado macedónico en el papel principal y se reitera mucho en su gesto severo y actitud de niño caprichoso. Recreado de ese modo, cuesta creer que Alejandro pudiera llegar muy lejos, pues no oye prácticamente a nadie de su entorno y termina obrando por decisión únicamente propia: un enfoque que, de tan individualista, termina casi dejando al personaje huérfano de contexto histórico y comportándose como una isla.

Más convincente está Mido Hamada en el papel de Darío, un hombre que ve ante sus ojos caer no solo su propio imperio sino también su mundo personal, lo que incluye a su esposa Estatira (Agni Scott) y a su hija Barsine (Nada El Belkasmi).

alejandro magno las cosas que nos hacen felices.04 e1708970744318

Por cierto, la serie acierta en rescatar el lugar que las mujeres tenían en esas sociedades en lugar de ceder al lugar común de decir que simplemente carecían de toda influencia: por el contrario, se puede apreciar que la tenían y mucha, aunque de modo diferente a los hombres.

Otro punto muy bien tratado es el sincretismo religioso como herramienta de dominación. Alejandro es convencido por su propia madre de ser hijo de Zeus y redobla la apuesta al presentarse ante Egipto como faraón e hijo de Amón. Y es interesante, en relación con ello, la apropiación de la cultura del vencido por parte del vencedor para poder gobernar, práctica que Alejandro supo ejecutar a la perfección y que luego harían suya los reyes bárbaros en Roma o Gengis Kan en China.

La reconstrucción histórica está bien lograda en los aspectos cotidianos, aunque cuesta creer que en esa época se utilizaran giros como “¿qué me perdí?”, al momento de ironizar sobre un plan que no se entiende, o recurrir a apócopes como Alex por Alejandro o, peor aún, Hef por Hefestión. O que uno de los generales descalifique la devoción por Alejandro como “histeria”, palabra que es de origen griego, pero no adquiría en esos tiempos ese sentido. Hay, eso sí, un buen trabajo en vestuarios, utensilios y armamentos.

Los paisajes de Marruecos dan un buen marco, pero la producción falla en las escenas más masivas, que es donde se notan las actuales políticas presupuestarias de Netflix. Se recurre, por ejemplo, a planos bajos, cortos y poco amplios para las escenas de batallas, de tal modo de apañárselas con solo veinte o treinta extras. Se supone que en Issos o Gaugamela combatieron cientos de miles, pero esas legendarias batallas ni llegan aquí a parecer escaramuzas…

alejandro magno las cosas que nos hacen felices.03 e1708970950598

Ya sé que no estamos en los tiempos de Serguéi Eisenstein en que se utilizaban cien mil extras para recrear cien mil soldados, pero sí estamos en los del cgi, que con muy poco puede milagrosamente multplicar los panes y los peces. Otro tanto ocurre con las ciudades: Babilonia y Alejandría apenas lucen como decorados pintados.

En cuanto a la propia historia de Alejandro, están sorprendentemente omitidas algunas cuestiones dignas de desarrollar, como su temprana relación con Aristóteles o el legado que este pudiera haberle dejado. De hecho, se afirma en un momento que Alejandro era no solo guerrero, sino también poeta y filósofo, pero nunca se profundiza en ese aspecto y las más de las veces parece ser alguien que obra por instintos o presentimientos.

Más sorprendente aun es la ausencia de mención a la falange macedónica, formación táctica que había sido ideada por Filipo II y luego continuada y perfeccionada por su hijo Alejandro. Oímos todo el tiempo discutir planes estratégicos y a los especialistas explicar con bastante detalle el desarrollo de las batallas, pero extrañamente la falange solo está presente de modo tácito cuando fue factor fundamental en la conquista de Persia.

En Conclusión…

A pesar de su enfoque excesivamente individualista, Alejandro Magno: La Creación de un Dios es una digna docuserie que cumple muy bien con la doble función de entretener y educar, además de construir una imagen del conquistador macedonio bastante más interesante que la que nos dejara la película de Oliver Stone. A lo largo de sus seis episodios, nunca aburre y es muy didáctica, pero no hubiera venido mal un poco más de presupuesto para que la reconstrucción histórica fuese más creíble. No obstante y con lo justo, aprueba

¿Habrá segunda temporada? Pues estos seis capítulos no llegan a la muerte de Alejandro ni tampoco hay sobre el final ninguna leyenda o relato en off al respecto. Es de creer entonces que la historia aún no está concluida y, de hecho, hay todavía mucho por contar tras la caída de Persia. No es, por lo tanto, para descartar una segunda temporada y, de ser así, esperemos que Netflix desembolse un poco más porque esto no es una serie sobre Taylor Swift sino sobre Alejandro Magno.

Hasta la próxima y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
ARTICULOS RELACIONADOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimos artículos

Comentarios recientes