Bienvenidos, Dioses en el olvido, una semana más, a la historia antigua vuelta a contar de los Dioses Americanos y sus tribulaciones. Hemos recorrido un largo camino, algunos personajes se encuentran en un punto de quiebre, y otros se acercan a un final determinado. Este séptimo capítulo viene de la mano de Rachel Goldberg, directora especialista en series, que ha dirigido capítulos en American Horror Story o Capa y Puñal. También contamos, a la pluma de este capítulo, con Anne Kenney y David Paul Francis, que ya se han pasado antes por aquí, en los capítulos 3 y 2 respectivamente. Y sin enrollarme más, vamos al lío. Vamos al análisis del séptimo capítulo de la tercera temporada de American Gods. Vamos a incurrir entre Fuego y Hielo.
Como siempre, para conocer un poquito mejor el camino hasta ahora, aquí tenéis los anteriores análisis.
Odio y Amor
Miércoles viaja taciturno tras perder al amor de su existencia, sin un rumbo ni un destino. Pero en el mundo en el que los Dioses caminan entre nosotros, las señales son poco sutiles, tan poco sutiles como un cadáver ardiendo que cae del cielo. Lo que ocurre es que siempre hay gente ajena, que no entiende el contexto de la situación, y hay que explicarle o asustarle. Y eso es lo que ocurre con Cordelia, para la que los cadáveres ardientes que caen del cielo suponen un límite.
Tras una pequeña vista familiar, en la que Padre e hijo se ponen al día, Miércoles decide seguir su camino junto a Cordelia, y seguir buscando la forma de ganar su guerra, pese a la reciente disminución forzosa de sus fieles. Entre adivinanzas y sesos de vaca, Cordelia y Odin buscan venganza o ayuda, pero las cosas no siempre son fáciles, ni para los Dioses. E ir al dentista tiene sus riesgos… aunque son mayores si eres el señor de la Guerra y te visita Johan. Tyr ha muerto, larga a vida a Tyr, que ya ha encontrado la trampa perfecta para el Padre de Todos.
Bilquis sigue buscando respuestas sobre como ser ella misma, a la que vemos a través de la pluma del señor Ibis, que sigue escribiendo historias viejas y nuevas. Pero lo único que ve es a Shadow Moon una y otra vez. Y eso le lleva a formar parte de algo de lo que no esperaba formar parte: una comunidad, un sentimiento… una idea común de huir de las ancianas cascarrabias, o incluso, tal vez, la forma de comunicarse con aquellos que siguen entiendo el pasado y la sangre y la tierra. Bilquis descubre lo que ya sospechábamos, que Sombra tiene un destino que cumplir, pero que no puede hacerlo solo. Y es que falta una mitad.
Lakeside
En el tranquilo pueblo de Lakeside, Shadow busca el camino que tomar tras sus descubrimientos del capítulo pasado. Bajo la atenta mirada y asesoramiento de Ann Marie, Shadow debe decidir si cuenta a la policía que vio al jovenacho del pueblo robando ropa interior. Como siempre, Ann Marie parece saber mucho y cortar demasiado el pescado en este tranquilo pueblo. Al final, Shadow decide vender al chico a la policía, pese a que parece que sus intenciones son poco delictivas, y más guiadas por un pequeño fetiche.
Shadow Moon sigue tratando de ser Mike Ansel, y Mike sigue tratando de patinar para conquistar a mujer. Y está cerca de conseguirlo, cuando algo ocurre. La suerte no es propiedad de un único Dios, y una moneda siempre es más que una moneda. Y más aún, si es el Señor de la Abundancia quien te la hace llegar desde el fondo de un lago helado. Y es que muchas veces el amor, o lo que creemos que lo es, no nos aleja de las pesadillas, sino que nos acerca a ellas.
Acuerdos Vinculantes
Laura y el Señor Mundo discuten un posible acuerdo comercial en el que Laura sería la mano ejecutora. Pero Salim no ve las cosas claras, o tal vez las vea mucho más clara que Laura, que está cegada por una ira que le impide ver las amenazas. Tal vez esto no sea Oman, pero desde luego, Laura debería agradecer tener a Salim cerca, porque a veces los árboles nos impiden ver el bosque; o los Dioses nos impiden ver las hormigas.
En cualquier caso, y con Salim al mando de la reunión, las cosas parecen ir mejor para Laura. Y digo parecen, porque los problemas de la tecnología incluyen la sobreexposición; y tal vez, si Laura Moon y Salim se hubieran girado solo un momento, habrían visto más allá de la apariencia aceptable de sus compañeros, y las intenciones que esconden. El Señor Mundo, desde luego, ha sabido como parecer accesible.
La opinión de Sofía
De nuevo, un gran capítulo. Me ha encantado como la historia de Shadow avanza sin él por todas partes, lo que ha conseguido centrar la historia, incluso aunque todos los personajes parecen descentralizados.
En el lado bueno, decir que la escena de la hormiga en la negociación entre Laura y Danny Trejo me parece una escena magistral, en la que el montaje genera la impresión de una amenaza enorme que se va gestando poco a poco en el área tecnológica; pero cuando se acerca a Laura, Salim puede deshacerse de él con un solo gesto. Me parece maravillosa, y es que no me canso de Danny Trejo, que se ha hecho con el papel.
También alabar la escena del baile de Bilquis. Me parece precioso como están uniendo la cultura africana con los antiguos Dioses esta temporada, y como están aprovechando cuestiones como la danza para comunicar, para cambiar el tono y la forma de acercarse a la fe y la espiritualidad. También me ha encantado la escena final, con todas las piezas del tablero, la sublime canción y la escena final que hace referencia a todas las trampas que se han tendido en este episodio.
En la parte negativa, no me ha gustado nada la introducción del Sr. Ibis. Aunque es un bonito recuerdo de las primeras temporadas, lo cierto es que hemos avanzado mucho desde entonces, e Ibis no aporta nada. Además, eso de cambiar de narrador a mitad del episodio, no funciona. Tampoco he sido muy fan de la escena amorosa de Shadow y su vecina. Me sobra bastante, la verdad.
En definitiva, un capítulo genial en el que seguimos avanzando, lento pero seguro, en el quid de la cuestión de la temporada. Si sigue así, lo sabremos el capítulo siguiente. Hasta entonces… sed felices.