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Análisis de Dune: La Profecía. Temporada 1. Episodio 3

Llegamos a la mitad de temporada de Dune: La Profecía con un gran tercer episodio que, titulado La Hermandad por encima de todo, arroja luz sobre el pasado y presente de Valya y Tula Harkonnen. La serie, creada por Diane Ademu-John, es emitida por Max y oficia como precuela al universo de Dune creado por Frank Herbert y recreado en las películas de Denis Villeneuve.

Bienvenidos una vez más, duneros, a reseñar y analizar un nuevo episodio de Dune: La Profecía, en este caso el tercero que, a través de un extenso flashback y sostenido en soberbias actuaciones de Jessica Barden y Emma Canning, ayuda a entender mucha de la historia previa de los Harkonnen y, en particular, de Valya y su hermana Tula.

Pasemos pues a ver qué nos ha dejado esta tercera entrega, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.

Rebeldía Adolescente

Comenzamos en Salusa Secundus, donde, como vimos al cierre del episodio anterior, las Bene Gesserit han sido virtualmente expulsadas de la corte por influencia de Desmond Hart. Valya, no obstante, se niega a abandonar el planeta y dice a Theodosia que recuperará a toda costa el control de la Hermandad por sobre las Grandes Casas.

Un flashback nos lleva a los días en que la joven Valya (Jessica Barden) vivía todavía en Lankiveil, el helado e inhospitalario mundo al que habían sido confinados los Harkonnen tras la acusación de haber actuado con cobardía durante la Yihad Butleriana.

Vemos en efecto que Valya, contrariamente a su familia, no se resigna a tal suerte e intenta en vano convencerles de levantarse contra los Atreides aprovechando la presencia de uno ellos en el palacio local. El único que la secunda es su hermano Griffin (Earl Cave), a quien nos enteramos que alguna vez Valya salvó la vida al obligarle a nadar cuando se estaba ahogando, en lo que seguramente haya sido para ella la primera manifestación de la Voz.

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Entre ambos urden un plan (que no conocemos en detalle) para tomar venganza contra la Casa que los condenó al ostracismo, pero la cosa termina mal y, lastimosamente, con Griffin muerto. Ello aumenta el resentimiento familiar en contra de Valya y conduce a su inminente exilio como discípula de la Hermandad en Wallach IX, siendo su hermana Tula (Emma Canning) la única que parece al menos mostrar una postura intermedia. Antes de marcharse, justamente, Valya le dice que confía en que a la larga terminará con ella…

En efecto y fingiendo apellidarse Veil en lugar de Harkonnen, Tula entabla relación con un joven al que llama Orry y de quien luego sabremos que es Orian Atreides (Milo Callaghan). Él le propone matrimonio y ella interpone la cuestión de su origen familiar al confesarle su verdadero apellido. A Orry no parece importarle, pero ya es tarde porque Tula ha envenenado a todos los suyos en el campamento e incluso acaba asesinándole a él mismo al tiempo que le pide perdón. Está claro que lo amaba, pero antepuso el honor familiar y su lealtad con Valya…

El Banquete está servido…

Mientras tanto, en Wallach IX, la joven Valya exhibe ante la Hermandad el mismo comportamiento rebelde que ante su familia, lo cual le ocasiona no pocos roces con Dorotea, nieta de la Madre Superiora, que alcanzan su punto álgido cuando la muchacha se niega a pronunciar el juramento de poner a la hermandad por encima de todo, incluso de su familia. En castigo, es dejada a la intemperie y bajo la inclemencia de los elementos…

Pero es la propia Madre Superiora Raquella quien muestra interés en la muchacha y pareciera verle algo que las demás no, por lo que la saca de su lugar de castigo y le muestra su secreto más celosamente guardado: el banco de memoria genética que mantiene en los túneles bajo la sede de la Hermandad y del cual se vale, merced a inteligencia artificial prohibida, para manipular las uniones matrimoniales.

Se entabla entre ambas una relación tan estrecha de mentora y aprendiz que Valya la ve prácticamente como una madre y hasta da por sentado que la nombrará su sucesora cuando le toque partir. Así se lo dice con entusiasmo a dos compañeras acólitas, a quienes también muestra su poder de La Voz al ordenar con éxito a una que abofetee a la otra.

Pero su juicio es algo apresurado y no es que Raquella piense dejarle todo en bandeja. Por el contrario, les somete tanto a ella como a Dorotea al ritual de la Agonía a los fines de determinar a quién cabe el honor de sucederla. Al momento en que la gota del veneno Rossak está por caer sobre su ojo, sin embargo, Valya se echa atrás y huye de la escena.

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Raquella la manda llamar y le enseña un mensaje llegado de Lankiveil en el cual dice detectar cierto código oculto en la frase “el banquete está servido”. Intuyendo que se requiere la presencia de la joven en el mencionado planeta, le permite viajar al mismo trs entregarle un frasco de veneno Rossak.

Una vez en Lankiveil, Valya se entera de que, como suponía, Tula ha dado muerte a Orian Atreides.  Lo celebra y termina por fin de ver a su hermana como aliada, pero su familia, por el contrario, ve que entre ambas han hecho caer una condena más sobre la familia, lo cual les hacen saber de modo poco amistoso. En su furia, Valya recurre a la Voz y está a punto de hacer que su madre Sonia (Polly Walker) se ensarte un cuchillo en el cuello, pero se arrepiente a último momento y escapa una vez más de escena mientras su tío la acusa de bruja.

No teniendo ya lugar allí, Valya emprende pues el regreso a Wallach IX y, por ende, a la Hermandad, pero esta vez en compañía de Tula.  Antes de partir, no obstante, vence su propio karma y se somete por cuenta propia al veneno Rossak…

El que nació dos veces…

Vueltos al presente, vemos que Tula siente mucha culpa por lo ocurrido con Lila y hasta es acusada de haberse aprovechado del deseo de conocer su pasado para hacerla participar de la Agonía. Negándose pues a dejarla marchar, la mantiene en una especie de limbo, pero la hermana Avila (Barbara Marten), finalmente, la convence de que la deje ir y después de todo, según dice, nadie regresó jamás de ese estado.

Tula acaba accediendo, pero tras despedirse de Lila, vemos luego que en realidad la ha llevado a las cámaras subterráneas para mantenerla en suspensión, aunque ahora al cuidado de las inteligencias artificiales y con el aparente propósito de “rejuvenecer su mente”. Viendo a la joven después flotar en un tanque, nos quedamos pensando si no está encaminada hacia algo que prefiero comentar más adelante…

En Salusa, Valya ha recibido la noticia de la (aparente) muerte de Lila durante la Agonía. No obstante ello, es anoticiada de que Raquella dio en el ritual alguna pista más para resolver lo del “ajuste de cuentas” que al parecer se avecina para la Hermandad. De acuerdo a la misma, hay que centrar la atención en “el que nació dos veces, una en la sangre y otra en la especia”, lo cual nos hace pensar que nuestra presunción del análisis anterior con respecto a la identidad de Desmond Hart podría estar en lo cierto.

En la última escena, Valya se dirige con Theodosia a un lujoso edificio en el cual se encuentra con su sobrino y su tío, el mismo que alguna vez la llamara “bruja”…

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Balance del Episodio

Seguramente el capítulo más sólido hasta aquí y eso que no soy gran fan de los que son puro flashback, pero este era más que necesario y, de hecho, nos hace preguntarnos si no hubiera sido preferible recrear lo que aquí hemos visto en forma más dosificada desde un principio.

Sea como sea, lo bueno es que la historia se ha centrado por fin en dos o tres personajes principales, evitando así el abarrotamiento y fragmentación que veníamos teniendo, además de darnos la oportunidad de volver a ver a Jessica Barden (todo un plus para el universo Dune que la actriz se llame Jessica) y a Emma Canning encarnar respectivamente a las jóvenes versiones de Valya y Tula Harkonnen, pues está claro después de ver este capítulo que ninguna de ambas había aún mostrado todo de sí.

Tanto el desempeño de una como de otra ha sido deslumbrantes y ayudado a que entendamos las emociones y conflictos que llevaron a cada una a ser lo que después serán. Mucho de lo visto antes cobra ahora sentido y surgen interesantes paralelismos, pues la culpa que embarga a Tula por la muerte de Lila es semejante a la que habrá sentido al tener que matar en su momento a Orry Atreides. Y su sentido de la piedad, tan distinto al de su hermana, ya estaba en ella desde adolescente.

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Todo el gran flashback que ha significado el ochenta por ciento del capítulo nos provoca además una rara empatía por los Harkonnen, a quienes estamos acostumbrados a ver como los malos del universo Dune. Y no es que aquí sean carmelitas descalzas (aunque sí a veces monjas de un tipo más siniestro), pero podemos entender muchas de las frustraciones que cargan mientras que los Atreides, por lo menos hasta aquí, no nos generan demasiada simpatía.

El planteo del doble discurso con respecto a la tecnología es genial y no tiene gran diferencia con el que muchas veces han ejercido las instituciones religiosas al ocultar libros prohibidos entre claustros medievales y hasta utilizando en su favor los conocimientos vedados que los mismos guardaban.

Muchas veces se suele mencionar a la saga literaria de Dune como una de las grandes influencias sobre George R.R. Martin y su Canción de Hielo y Fuego. Pero de algún modo, el suceso de la serie Juego de Tronos ha venido a invertir las cosas dando lugar a una reinfluencia nunca tan clara como en este capítulo y reconocible en las intrigas políticas, en el recurso al veneno o en la monócroma estética del planeta Linkaveil, que hace acordar bastante a la Guardia de la Noche (que también era un destino de confinamiento para quienes no hacían las cosas bien).

Y si hace falta algo más, el actor Mark Addy, que es quien aquí interpreta al tío de Valya es el mismo que en Juego de Tronos diera vida en la primera temporada a Robert Baratheon.  Y ya que hablamos de actores, aunque sin relación con esa serie, Earl Cave, quien interpreta a Griffin Harkonnen, es el hijo del gran cantautor australiano Nick Cave.

En cuanto a las relaciones con la propia saga Dune, ya habíamos hablado en el análisis anterior de la posibilidad de que Desmond Hart fuera un ghola y de algún modo queda casi confirmado con esa referencia a que “nació dos veces”. Y viendo a Lila flotar en suspensión dentro de un tanque, nos preguntamos si no terminará también ella siendo uno y no iremos entonces hacia un enfrentamiento entre gholas. Repito que no he leído las precuelas no escritas por Frank Herbert, sino solo las seis novelas que él escribió, así que no puedo aventurar mucho al respecto y estoy igual de expectante que ustedes en caso de que tampoco las hayan leído.

Por lo pronto, tenemos una historia mucho más definida y lo único malo es que estamos ya a mitad de temporada, lo cual nos hace pensar si no habrá sido demasiado larga la introducción para ser que la misma consta de solo seis episodios o, lo que es lo mismo, si alcanzarán los que nos quedan para terminar de desarrollar bien la trama que aquí se ha disparado.

Ojalá que sí. Mientras tanto, les espero para analizar el próximo capítulo, con el cual ya ingresaremos en la segunda mitad de temporada y probablemente también en terreno de definiciones. Hasta entonces y sean felices…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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