Continuamos analizando It: Bienvenidos a Derry (It: Welcome to Derry), que expande el universo de Stephen King al hacer de precuela a su novela It y muy especialmente a las dos adaptaciones cinematográficas de Andy Muschietti, quien desarrolla la misma junto a su hermana Bárbara y a Jason Fuchs, también showrunner. Hoy, el cuarto episodio…
Bienvenidos nuevamente a Derry, hoy para analizar el cuarto episodio cuyo título (espantoso y kilométrico) es El Gran Mecanismo Giratorio del Funcionamiento de Nuestro Planeta y con el cual llegamos a mitad de temporada. Un capítulo de It: Bienvenidos a Derry que se permite otra vez llevarnos atrás en el tiempo, pero esta vez mucho más atrás, a la América precolombina y a los primeros colonos para contarnos un origen de It que no había sido hasta ahora abordado en ninguna adaptación, pero que se condice en gran medida con el que se cuenta en la novela.
Pasemos pues a ver qué nos ha dejado el episodio, no sin antes advertir que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA ni dejar de recordar que pueden leer aquí nuestros análisis previos.
Fotos de Nada
Tras la disparatada escena de cementerio del episodio anterior, los niños, felices de tener finalmente fotografías que demuestran lo que vieron, se las llevan al jefe de policía Bowers con la esperanza de convencerle. Sorpresa: al chequear este las imágenes, no hay ningún espectro y solo en una se ve la silueta del payaso que Will lograra fotografiar en la cripta…
Todo el esfuerzo ha sido inútil: Bowers y los suyos se ríen de las imágenes en las que solo ven lápidas o excrementos de paloma y toman por estatua al supuesto payaso. Los niños no salen de su asombro y Lilly estalla, lo cual lleva a Bowers a advertirle que volverá a Juniper Hills si persiste con sus locuras y al resto que dejen de merodear por cementerios en la noche. Ojo, que más allá de que lo diga él, el segundo no es mal consejo…
Pez Payaso
Charlotte ha descubierto las fotos en la habitación de Will y ello lleva a este a tener que contarle sobre los acontecimientos del cementerio, pero teme hablar al respecto con su padre por temor a un eventual castigo, habida cuenta de que estuvo allí en plena noche y sin autorización. Su madre dice que, para conectar, padre e hijo deberían compartir más tiempo juntos…
Leroy, en efecto, lleva a Will al río para enseñarle a pescar con mosca, pero como esta es una serie en la cual todos hacen tonterías, lo deja por un momento solo para ir al auto en busca de más carnada. Como si en la zona no hubiera ocurrido absolutamente nada con niños en el último tiempo…
Un pez de colores vistosos se acerca entonces a Will y cuando se inclina para verlo mejor, del agua emerge un brazo quemado que lo jala hacia abajo. Mientras patalea inútilmente por liberarse, ve en el atacante a su propio padre, solo que en llamas y con los ojos encendidos.
Por suerte y alertado por los gritos, el verdadero Leroy acude en su ayuda y logra, a duras penas, evitar que su hijo muera ahogado, aunque no ve en ningún momento al agresor. Un conmocionado Will le dice a su padre que fue atacado por alguien que tenía su rostro y, obviamente, Leroy cree que su hijo delira, pero la expresión le cambia por completo cuando ve marcas de arañazos en sus brazos y un globo rojo flotando entre los árboles a la vera del río…
Black Spot
Charlotte insiste en su lucha contra las injusticias y así como en su momento decidiera intervenir en auxilio de aquel niño al que golpeaban salvajemente, está ahora convencida de que Hank está en la cárcel solo por ser negro. Pero hay algo que no cierra en el testimonio de este, pues si bien es cierto que no estaba en el cine la noche de la masacre, también lo es que no estuvo en casa como manifestara en su declaración. Charlotte quiere ir a verle, por más que a su esposo no le guste que ande haciendo las veces de abogada o hurgando donde no debe.
Por cierto, Leroy y sus amigos afroamericanos han recibido de los militares un antiguo almacén abandonado que esperan poner en condiciones para convertirlo en bar o restaurante. Todo indica que se trata del futuro Black Spot, del cual sabemos por la novela de King (e incluso por alguna breve mención en las películas de Muschietti) que acabará incendiado por una secta racista.
En privado, Leroy le cuenta a Hallorann de las visiones de su hijo con la esperanza de que le dé alguna pista al respecto, pero este dice no saber nada más allá del hecho innegable de que en la zona hay una presencia maligna que desconoce y a la cual sería quizás conveniente dejar en paz…
En la seccional de policía, Charlotte solicita hablar con el detenido, petición que Bowers le niega por no ser abogada ni familiar, pero cuando ella hace referencia a lo ilegal de las circunstancias de la detención, se ve acorralado y acaba por permitírselo.
Una vez con Hank, ella le asegura que saldrá en poco tiempo debido a las irregularidades del proceso, pero que es necesario que cuente la verdad de lo ocurrido aquella noche, particularmente en dónde estaba. Él se niega a dar una respuesta y su rostro nervioso evidencia que teme a las consecuencias, lo que lleva a Charlotte a preguntarle qué puede ser peor que el crimen que se le endilga.
Finalmente, Hank se quiebra y le dice que esa noche estuvo con una mujer blanca y casada. Que lo acusen de ser un asesino de niños puede hacer que termine en Shawshank para siempre, pero confesar algo como eso significaría que simplemente lo cuelguen del árbol más cercano…
Ojos de Caracol
Lilly ha regresado al colegio y, obviamente, se convierte en centro de todas las miradas. Marge la aborda con la aparente intención de recomenzar la relación desde cero y, para confirmarle su amistad, la pone al tanto de que Tim, uno de los estudiantes más guapos del instituto, gusta de ella.
Lilly, obviamente, se emociona, pero desconoce que todo es una trampa en modo Carrie: las líderes de grupo quieren jugarle una broma pesada y que se acerque a Tim para que este la ponga en ridículo ante todo el colegio. Desde luego que Marge es parte, pero la culpa la lleva a ir al baño en busca de Lilly para decirle la verdad…
No llega a hacerlo. Mientras Lilly se halla en uno de los retretes y ella intenta sincerarse, se le hinchan horriblemente los ojos y se extienden hacia afuera como si fuesen los de un caracol semejante a los que ese mismo día viera durante la clase de biología…
Desesperada, corre hacia el taller de carpintería e intenta amputárselos con un cortador. Lilly llega a tiempo para quitarle el instrumento e impedírselo, pero no consigue evitar que, en segundo intento, se los acabe cercenando con una sierra sinfín.
Rendida, Marge cae al piso y cuando el resto de los jóvenes llegan al lugar para ver el motivo de tanto alboroto, no solo la ven sangrar por los ojos sino además, y encima de ella, a Lilly sosteniendo el cortador mientras jura angustiadamente no haber hecho nada…
Paranoia
En negra humorada que hace analogía con la escena anterior, Charlotte se halla en la cocina cortando vegetales cuando es abordada por Leroy, a quien le ha llegado la noticia de su visita a la comisaría. Intenta disuadirla de su insistencia en involucrarse pues cualquier cosa podría ser usada en contra de ellos, además de recordarle un pasado aparentemente militante que la hizo alguna vez ser arrestada. Sonriendo y de modo críptico, Charlotte le dice que no se preocupe por ella, aunque no manifiesta claramente que vaya a dejar el asunto de Hank…
En la noche, Will no puede dormir (no es para menos) y se pone a ver por la ventana con su telescopio. Da un respingo de terror y comienza a gritar al distinguir fuera de la casa al payaso de la cripta, lo que hace a su padre entrar presurosamente en la habitación. Puesto al tanto por el niño de lo que este ha visto, sale a la calle, pero no ve a nadie y se queda vociferando que no molesten a su familia. Está claro que, en su paranoia, cree que lo que está sucediendo está relacionado con el racismo, las investigaciones de su esposa o aquellos enmascarados que quisieron amedrentarle.
El “Galloo”
En cercanías de la base, hay indígenas manifestando y los militares se preguntan qué buscan o por qué les molestan tanto las excavaciones. Taniel, de hecho, es arrestado y sometido a interrogatorio, pero nada dice al respecto…
Recurren entonces a Hallorann para que use el “resplandor” con él. Así, este puede entrar en su mente y trasladarse a su niñez, cuando le repetía a su tía Rose la historia del “galloo”, nombre dado por los aborígenes a la criatura caída del cielo millones de años atrás, antes incluso de que la humanidad pisase el planeta.
Fueron justamente los pueblos nativos quienes, por accidente, descubrieron su presencia y, desde ese momento, respetaron su coto de caza en el bosque occidental. Hasta que llegaron los colonos blancos que, como sabemos, siempre crean problemas. Estos entraron sin miramientos ni cuidado alguno en dicho bosque y ello provocó no solo que fueran masacrados sino que el ambiente del galloo ya no le contuviera.
Para poder pues limitar su accionar, recurrieron a trozos del mismo meteorito que lo había traído, el cual en realidad era una especie de prisión que lo contenía. En efecto, y tras descubrir que una daga hecha con material del mismo le mantenía a raya, tres valientes muchachas ingresaron al bosque para buscar más fragmentos, teniendo incluso que enfrentarse a la criatura bajo el aspecto de un sacerdote blanco venido con aquellos colonos masacrados.
Con las piezas obtenidas, se hicieron “pilares” que, enterrados, demarcaron un perímetro para dejar a la criatura confinada y que no pudiera salir de allí. Pero, claro, la acción actual de los grupos militares pone en peligro los mismos y podría, por consecuencia, desatar un infierno en la Tierra: la bíblica liberación de la bestia en su versión más literal…
Luego de la traumática y dolorosa experiencia, Taniel regresa al presente y al calabozo en que lo mantienen detenido mientras Halorann sonríe porque ya ha obtenido la información requerida…
Balance del Episodio
Esta entrega me ha gustado bastante más que la anterior. Ya sé que no es decir mucho y que la serie sigue mostrando problemas, pero hemos avanzado algo y sobre todo en la trama de los adultos, ya que la de los niños parece estancada en el eterno “loop” de querer mostrarnos un terror cada vez mayor que el anterior, cuando la realidad es que solo nos muestran uno cada vez más desagradable: la escena de Marge y los “ojos de caracol” es la mejor prueba.
Es que no hay por donde tomar el hecho de que, después de tanto hecho escabroso, los niños sigan moviéndose a su antojo por todo Derry sin la mirada y supervisión de los adultos. Hay, de hecho, una escena que deliberadamente no he mencionado en la reseña porque la reservé para este balance, que es cuando Lilly, Ronnie, Will y Rich se reúnen en el gimnasio para acordar los pasos a seguir tras el fracaso de las fotos.
Cuando se preguntan por qué simplemente It no los mató en el cementerio, llegan a la conclusión de se alimenta de su miedo: aterrarlos es su forma de prepararlos y sazonarlos para acabar devorándolos. Incluso recurren para combatir el miedo a unas píldoras que Lilly sustrajo a su madre y que parecen diazepam o algo semejante…
Allí tenemos dos problemas: por un lado, la conclusión a la que llegan es la misma a la que arribara el “club de los perdedores” en It (2017), es decir que es un reciclaje que no aporta nada nuevo; por otro, se contradice con la forma en que It atacó a los niños en el cine, donde aparentemente no se tomó mucho tiempo para sazonar nada. Hasta aquí vemos pues que la criatura a veces asusta y otras mata, sin quedar claro el porqué de ese dualismo en su personalidad…
Lo de la trampa estilo Carrie para ilusionar a Lilly y hacerla pasar el ridículo rinde claro tributo a King pero, a diferencia de aquella icónica historia plasmada en su primera novela y llevada al cine luego por Brian De Palma, no conduce a nada. En Carrie, el escarnio y la humillación en público eran no solo el prólogo a lo que se venía, sino también su causa. En este caso, el que Lilly acabe sorprendida como aparente autora del ataque contra Marge no guarda relación alguna con el plan urdido por las líderes y lo vuelve, por el contrario, inútil y superfluo dentro del guion.
No sabemos qué pasará ahora con Lilly, pero solo espero que si vuelve a Juniper Hills, sirva al menos para mostrarnos algo de lo que hace tan temido el nombre de ese sitio en lugar de presentárnoslo casi como una colonia de vacaciones, tal cual viéramos en el episodio anterior. Y también, por supuesto, para darle algo más de protagonismo a Madeleine Stowe, a quien hasta ahora apenas hemos visto en sendas pero breves escenas de estos dos últimos capítulos.
Pero insisto en que lo más importante vino del lado de los adultos y tanto Chris Chalk como Taylour Paige o Jovan Adepo han entregado, en ese sentido, soberbias actuaciones en este episodio: el elenco afroamericano se está luciendo y más ahora que la trama adulta se ha puesto más atrapante. Más aún: por primera vez he oído en la serie algunos diálogos interesantes.
El impacto mayor, no obstante, se lo lleva sin dudas ese “flashback” (en realidad no lo fue) que ocupa los quince minutos finales del episodio y que, más que hacer de tráiler a las próximas temporadas, nos retrotrae en cambio al origen de It, ese que se menciona en la novela y que nunca fue llevado a la pantalla, pues allí, precisamente, la criatura tenía un origen extraterrestre e incluso extradimensional, al cual se le ha buscado aquí un interesante giro al unirlo con tradiciones y leyendas de los aborígenes americanos.
Sorprende, de todos modos, que hayan pasado de no contarnos nada a contárnoslo todo, pues dábamos por sentado (yo por lo menos lo hacía) que conoceríamos el origen de It recién al finalizar las tres temporadas pautadas. Pero de pronto ya sabemos todo y cabe preguntarse cómo harán para sostener el interés y el suspenso de aquí en más, sobre todo teniendo en cuenta que apenas hemos llegado a mitad de la primera temporada y el enigma del origen ya está resuelto en su casi totalidad.
Otra cuestión a propósito de la trama aborigen es que quizás se parezca demasiado al planteo de Depredador: La Presa (2022, aquí la crítica de quien suscribe), donde nos ponían al tanto de que el cazador del espacio ya había llegado a la Tierra mucho antes, siendo en esa ocasión vencido por una muchacha guerrera nativa, exactamente igual que aquí. Y lo de los “objetos mágicos”, es decir los fragmentos del meteorito-prisión en el cual It llegó a la Tierra, me hace también chirriar un poco por tener muy poco que ver con el espíritu original de la novela.
En definitiva, un episodio mejor que el anterior, pero que sigue mostrando las falencias de la serie en más de un aspecto. Sorprendente, eso sí, desde lo visual, especialmente por la fotografía y ambientación del “flashback indígena” que constituyó prácticamente un episodio dentro de otro, aunque no tanto por los efectos visuales que siguen haciendo aguas.
La escena de Marge, por ejemplo, en su pretendido horror físico, acabó estando más cerca de La Máscara (1994) que de las películas de Sam Raimi o David Cronenberg a las que probablemente haya pretendido homenajear. Y lo del sacerdote blanco dando paso a la criatura se vio tan fuera de foco como los fantasmas del cementerio. Muy impactante, en cambio, la imagen del alce, además de cercana a las leyendas aborígenes americanas.
Por último, destacar algunos guiños muy caros al público cinéfilo. La escena en que Will ve a Pennywise desde la ventana de su habitación es imposible de no relacionar con aquella tan icónica de La Noche del Cazador (1955, aquí retro-análisis de un servidor) e incluso con La Ventana Indiscreta (1954), filme por demás emblemático del inmortal Alfred Hitchcock, que de suspenso y terror sabía algo…
En el balance, hemos avanzado algo y superado en parte el terrible bache del tercer episodio. A ver ahora cómo sigue. Les espero para analizar el quinto, con el cual ingresaremos ya en la segunda mitad de temporada.
Hasta entonces y sean felices…








Esos pilares que hacen para contener a Pennywise me recuerdan a los haces que sostienen La Torre Oscura porque son 12, no es así?
Hola Joseluis: gracias por comentar. ¡Es verdad! No lo había pensado como referencia. Bien en reconocer el detalle. Gracias por el aporte!