Habiendo visto los primeros siete episodios de esta cuarta temporada, podemos decir que Ozark se sigue reafirmando como una de las mejores series de la actualidad. La serie, creada por Bill Dubuque, forma parte de la plataforma de Netflix.
Bienvenidos una vez más al encuentro con Ozark y vaya que ha pasado tiempo del último: casi dos años debido a la pandemia. Esta vez, los episodios de esta temporada final son catorce y se estrenan en dos tandas de siete cada una.
Hemos visto la primera y mantiene el nivel superlativo de esta excelente serie. La trama de los narcos, sumada a las secuelas que ha dejado la muerte de Ben, constituyen el eje central de una trama magníficamente guionizada.
Hay mucho para contar, así que pasemos ya mismo a analizar estos siete episodios, no sin antes advertirles que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA.
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Volver de México
Era difícil creer que la muerte de Ben les fuera a salir gratis a los Byrde. En esta temporada, justamente, vemos a la familia dividirse por ese luctuoso hecho. Paradójicamente, el inicio parece mostrarlos unidos, viajando por una carretera y hablando sobre sus turbios negocios con la naturalidad habitual hasta que una distracción de Marty (Jason Bateman) al volante hace que el vehículo casi impacte contra un camión y termine dando varios vuelcos con la familia en su interior.
No sabemos más sobre ese hecho puntual durante el resto de la temporada o, por lo menos, no en estos primeros siete episodios: pensé que develarían algo al séptimo, pero no; está claro que habrá que esperar a la segunda tanda de episodios, sino al final de la serie. Parece que vamos hacia uno de esos imponderables que hacen acordar al cine de los hermanos Coen.
Rápidamente vemos al matrimonio Byrde limpiándose la sangre ante un espejo, pero no hay relación con el accidente: es la sangre de Helen, a quien, al cierre de la temporada anterior, viéramos morir a manos de uno de los matones de Omar Navarro (Felix Solis).
Este les presenta a su sobrino Javier Elizondro (Alfonso Herrera), de quien, sin embargo, les dice luego en privado que está trabajando en silencio para derrocarlo y convertirse en nuevo líder del cártel.
El plan de Navarro consiste en salir del negocio antes de que ello ocurra: a pesar de que el cártel de Lagunas ha sido eliminado gracias a la intervención del ejército estadounidense, los sucesos ocurridos le han hecho plantearse la posibilidad de retirarse para disfrutar de su familia. Pero para ello necesita protección y su única posibilidad es entrar a los Estados Unidos como ciudadano legal y protegido. Ello implica pactar con el FBI y allí juegan su parte los Byrde por su cercanía con la oficial Maya Miller (Jessica Frances Dukes), reintegrada a sus funciones tras el éxito con lo de Lagunas.
De nada sirve que los Byrde, y muy especialmente Wendy (Laura Linney), intenten hacerle entender que su plan es imposible: para él no existe tal palabra y así lo manifiesta. Ello significa que el matrimonio regresa de México con una misión (una vez más) imposible: como cuando alguna vez llegaran a Ozarks para convertir el lugar en centro de lavado de dinero. Además, Navarro les encomienda otra tarea tanto o más difícil: lograr que Darlene (Lisa Emery) abandone su plantación de amapolas o, de lo contrario, atraerá miradas oficiales y arruinará todo. Como es de esperar, Marty no tiene éxito al intentar persuadirla.
El Detective
A Ozarks ha llegado, además, un detective privado llamado Mel Sattem (Adam Rothenberg), contratado para investigar la desaparición de Helen: con aires de trasnochado James Dean, arrastra problemas de adicciones y ello ha motivado que fuera despedido del FBI pero, según averigua Marty, tiene fama de ser bueno en lo suyo y no para hasta el fondo del asunto.
Investigando cámaras de seguridad, Sattem descubre que Jonah (Skylar Gaertner) había amenazado con un arma a Helen en su propia casa, pero no hay imágenes que lo vinculen directamente al homicidio. Se topa, sin embargo, con una historia que no esperaba: la de Ben. Y habida cuenta de los problemas que este tuvo con Helen al ponerla en evidencia ante su propia hija Erin (Madison Thompson), comienza a barajar una hipótesis equivocada que pone a los Byrde incómodamente bajo la lupa: sospecha que Ben se largó después de matar a Helen y que lo están cubriendo. Otra vez nos tocamos con los Coen: hipótesis erróneas, pero que traen problemas…
El Sobrino
Si Darlene puede seguir adelante con su plantación, ello se debe a que está cubierta por el alguacil local John Nix (Robert C. Treveiler), a quien Sattem ha dejado una nota pidiendo que “haga su maldito trabajo” , clara alusión a la desaparición y probable asesinato de Helen. Pero cuando el oficial se dirige a casa de la susodicha, se encuentra con Javier Elizondro, a quien, obviamente, no conoce, pero que lo termina liquidando con un disparo a la cabeza.
Javier lleva el cuerpo a los Byrde para que se deshagan de él: una nueva “desaparición” en Ozarks. Está claro que el sobrino de Navarro no es hombre de sutilezas y así lo ha demostrado al eliminar la cobertura que Darlene tenía para seguir cultivando. La noticia, sin embargo, no es bien recibida en México por su tío, quien, a su regreso, lo humilla y abofetea frente a los demás alegando que su torpe modo de proceder solo ha atraído a los federales hacia Ozarks y ello no es bueno siendo que allí están los Byrde, sus principales contactos.
Las Secuelas de Ben
Ruth (Julia Garner) no perdona lo ocurrido con Ben y es lógico. Se aleja, por lo tanto, cada vez más de los Byrde y, por oposición, se acerca a Darlene y a su primo Wyatt (Charlie Tahan), de quienes se convierte en aliada y socia para su negocio de la plantación.
Ha adquirido el motel Lazy-O, aquel mismo del que alguna vez fuera despedida por robarle a los Byrde cuando recién llegaban al pueblo. El objetivo es lavar dinero, pero se da el gusto de despedir a la encargada que en aquella oportunidad hiciera lo propio con ella.
La muerte de Ben, por supuesto, ha hecho también mella entre los hermanos Byrde, siendo Jonah el más afectado: era de prever, considerando la buena relación que mantenía con su tío. Charlotte (Sofia Hublitz), en cambio y superadas sus rebeldías del pasado, se muestra ahora más pragmática y hasta lo acusa de “ingenuo”.
Pero en el mundo de Ozark, la decepción significa pasarse al bando contrario aunque sea igual de delictivo y, en efecto, es lo que Jonah hace. Acuerda con Ruth para ayudarla a lavar dinero merced a sus habilidades informáticas. No solo eso: también le hace entrega de las cenizas de Ben.
El hecho de que instale su cuartel de operaciones en el propio sótano de la casa solo puede, obviamente, irritar a su madre que, de manera paradójica, invoca valores familiares. A Marty, en cambio, se le ve dubitativo entre condenar a su hijo y sentir admiración de que esté lavando dinero a los catorce años: la propia Wendy lo percibe y se lo recrimina. El retrato moralmente ambiguo de los personajes es uno de los grandes aciertos de la serie.
Pero Wendy no está dispuesta a rendirse: intenta, sin suerte, rescatar las cenizas de Ben, pero es amenazada por Ruth con un arma de fuego. Después deja sin luz el sótano: peor remedio que enfermedad, ya que Jonah muda su lugar de trabajo a casa de Ruth. Para colmo, su decepción es mayor cuando ve a sus padres cargar en un auto el cadáver de Nix.
Pactos Sucios
Marty va en busca de Maya para proponerle el trato con Navarro; fiel a su estilo, la condición de ella es que si él quiere quedar bajo protección federal, debe, inevitablemente, pasar algún tiempo en prisión: bastante parecido a lo que propusiera a Marty en la temporada anterior. Navarro, obviamente, no acepta y la única condición que le resulta atractiva es la entrega de los cargamentos de armas hacia Estados Unidos, ya que los mismos están a cargo de su sobrino y podría así boicotear su ascenso.
Wendy, para allanarle el camino a Navarro, busca controlar a los políticos de una amplia zona del país sin importar el partido del que provengan. La primera en la mira es Claire Shaw (Katrina Lenk), dueña de una empresa de medicamentos llamada Shaw Medical. La idea es sumarla a la fundación, pero la candidata sabe de la mala imagen que la fundación ha ganado tras aquel fatídico evento en que irrumpiera Ben.
Apuntando al golpe bajo, Wendy se inventa que su hermano es adicto y está desaparecido, siendo ello una de las razones por las que quiere impulsar su fundación. Shaw se conmueve y la consuela, pero mantiene firme su postura de no sumarse.
Es entonces cuando Wendy juega una de esas cartas sucias que siempre tiene guardadas y tiene éxito: ha averiguado que Shaw Medical está en problemas financieros de los cuales podrían salir si consiguiesen más barato el opio, fundamental en la mayoría de sus medicamentos. Sabiendo que deben importarlo de Tasmania y Afganistán, le ofrece proveérselo y ahorrar así trescientos millones de dólares, de los cuales ciento cincuenta quedarían destinados a la fundación.
Más complicadas resultan en principio las negociaciones con Randall Schafer (Bruce Davison), senador de Illinois que arrastra una vieja enemistad con los Byrde desde los días de Chicago. Pero él también tiene trapos sucios para ocultar: su hijo, que es juez, está bajo la lupa del FBI por maniobras electorales fraudulentas. Schafer se compromete a apoyar la fundación si eliminan todo expediente al respecto, cosa que Maya termina haciendo por encargo de los Byrde. Sello de la serie: hasta la persona más honesta es capaz de salirse de la ley en aras de un “bien mayor”.
La visita de los Byrde a Chicago sirve además para que Charlotte se encuentre con su amiga Erin, que pide encarecidamente algún dato sobre el paradero de su madre. Charlotte, conmovida, termina poniéndola al tanto de que está muerta, eliminada en México por gente muy peligrosa que podría poner en peligro al resto de la familia: nada que no sea cierto, pero está claro que ha heredado la habilidad extorsiva de su madre.
Un Sorpresivo Infarto
La sociedad entre Ruth y Darlene no funciona y era de esperarse: son metodologías muy diferentes y sabemos cuán impulsiva puede ser Darlene aun en contra de cualquier estrategia o beneficio. Frank Cosgrove (John Bedford Lloyd), de hecho, va a visitarla para decirle que sale del negocio y ella, acorde a su estilo, lo acaba de un escopetazo. Más demencial aun es que, perdido ese apoyo, vaya en busca de Frank Jr. (Joseph Sikora) (a quien le volara el pene, ¿recuerdan?) y hasta consiga un acuerdo para horror de Ruth y Wyatt.
Sin decir palabra, Ruth negocia con Marty para vender a los Byrde la materia prima que necesitan según lo pactado con Shaw. Pero se encuentra con que, también en silencio, Darlene ha vendido una partida a dos clientes diferentes y ello implica conseguirla nuevamente, con lo que Ruth y Marty, inesperadamente, vuelven a trabajar en sociedad. No significa ello una reconciliación entre la rubia y los Byrde; menos aún cuando, al parecer, Wendy le ha encontrado el gusto a la falsa historia del hermano adicto y la utiliza en cada discurso o evento. Casi como respuesta, Darlene empapela toda la ciudad con afiches sobre la “desaparición” de Ben.
Cuando, en plena noche, Wendy le hace una visita para hacerla cambiar de actitud, la cosa termina impensadamente con Darlene sufriendo un infarto y Wendy demorándose en llamar una ambulancia. Algún atisbo de humanidad le aflora, porque finalmente lo hace y Darlene termina en el hospital. La consecuencia es que Wyatt, que venía desilusionado y a punto de largarse junto a Ruth, vuelve a aferrarse a ella.
Traiciones y Ajustes de Cuentas
La traición de Navarro contra su sobrino está dando sus frutos: uno a uno caen en manos del FBI sus camiones con armas, al punto que Javier se pregunta quién les estará pasando información desde adentro: no da impresión de sospechar de su tío y sí, en cambio, de los Byrde, sobre todo por la presencia de Maya Miller en las filmaciones de los operativos.
Sabiendo que el próximo camión será muy posiblemente interceptado, le hace colocar un explosivo que deja varios heridos. La noticia impacta a ambos lados de la frontera: Navarro sabe el problema en que se mete con los federales y, aun cuando no pueda decirlo, lo mucho que complica sus planes de entrar en territorio americano. Desde el FBI, las sospechas apuntan a Navarro: Marty lo niega y propicia una reunión con él.
Del encuentro no surge nada nuevo, pues Navarro se mantiene firme en no aceptar la cárcel, pero el FBI le hace una propuesta que deja azorada a Miller: que no ingrese aún a Estados Unidos, sino que trabaje para ellos desde México por cinco años para, después de eso, tener allanado el ingreso al país.
Más resignado que convencido, acepta, pero Miller no está dispuesta a dejarlo escapar y juega sus propias cartas: cuando está a punto de subir a su avión privado para regresar a México, el lugar se llena de autos de la policía local con ella, obviamente, al frente del operativo.
Una vez más aparece la sombra de la traición: Navarro está muy decepcionado con los Byrde aun cuando no hayan tenido nada que ver. Temiendo que se tome venganza con sus hijos, ellos hacen que Jonah y Charlotte se oculten en el cementerio, más precisamente en la cripta de Buddy, esa misma en la que Marty guarda su dinero malhabido. Con sorpresa, se enteran después que Navarro estaba al tanto y se dice incapaz de matar niños: del dinero, sin embargo, parece no saber nada…
El matrimonio propone al FBI un nuevo plan y es aceptado: que hagan a Javier el mismo trato que propusieron a Navarro y así tener dos pájaros en mano para hacer caer el cártel. La liberación de Navarro es inminente, pero no reivindica a los Byrde ante él ni tampoco ante su sobrino que, de hecho, va en busca de Marty para matarlo.
Mientras este, en el piso, implora por su vida, un llamado telefónico salvador pone a Javier al tanto del nuevo arreglo. Una vez más, Marty se ha salvado milagrosamente en una escena que remite bastante a aquella con Del Río en el primer episodio de la serie.
Sin embargo, los impulsos de Javier son difíciles de controlar: el hecho de que haya tenido que perdonarle la vida a Marty no significa que haga lo mismo con Darlene, quien siguió cultivando y vendiendo a pesar de las advertencias. Ella, justamente, acaba de contraer matrimonio con Wyatt luego de que este decidiera quedarse, según dice, por el bien de Zeke. Pero apenas regresados a casa, Darlene es muerta con un disparo en el pecho y Wyatt con uno en la cabeza aun cuando, al decir de Javier, ni siquiera sepa quién es. Impactante escena y el llanto del bebé nos dice que ha quedado huérfano una vez más.
Con ese espectáculo se encuentra Ruth al llegar luego y, enceguecida por el dolor y la furia, toma la camioneta y va en busca de Frank Jr., de quien cree que ha consumado su venganza por lo de su padre. Una conversación telefónica por el camino, sin embargo, parece convencerla de que no, pues gira el vehículo y va en busca de los Byrde.
Tan dolorida como furiosa (¡qué actuación de Julia Garner!), exige que le digan el nombre del asesino de su primo, que ellos se niegan a darle, pero Jonah no… Una vez puesta al tanto sobre el tal Javier Elizondro, parte en su búsqueda con los ojos rezumando venganza…
Balance de Mitad de Temporada
Los siete episodios hasta aquí vistos mantienen altísimo el nivel de la serie y nos arrojan muy intrigados hacia el desenlace que se viene, pues en Ozark pueden actuar tantos factores fortuitos que nunca podemos saber qué ocurrirá realmente.
Si algo distinto pareciera tener esta temporada es una menor dosis de humor negro, pero puede tener que ver con que nos acercamos al final y, por lo tanto, aumenta el dramatismo. Sí están presentes, de todos modos, esos elementos Coen-Tarantino que complican la trama de maneras insospechadas, arrojando a los protagonistas hacia situaciones de las cuales se nos hace imposible imaginar cómo saldrán.
Y ya que hablamos de los Coen, el detective Mel Sattem parece salido de una de sus películas y se revela como un personaje interesante que, se me ocurre, podría tener un rol tan importante como insospechado en los próximos siete episodios, quizás hasta de manera no intencional.
Muy impactante además, el crecimiento de los hijos del matrimonio, particularmente el de Jonah, pues Skylar Gaertner es ahora un adolescente ya crecido cuando se supone que en la historia han pasado apenas días de los hechos del cierre de temporada anterior; pero bueno: es parte del costo pandémico y, por lo tanto, inevitable. Envejecer a un adulto puede ser, ¿pero aniñar a un adolescente? ¡No way!
El elenco se vuelve a lucir en su totalidad, pero siguen destacándose muy especialmente dos de las mujeres, como la fantástica y oscarizada Laura Linney y la superlativa Julia Garner (¿camino a otro Emmy?). Los diálogos, como siempre, excelentes.
Se advierte una textura más cinematográfica en la fotografía, en tanto que la banda sonora de Danny Bensi y Sander Jurriaans, por momentos aleatoria, suma al conjunto, al igual que la siempre brillante selección de canciones.
Uno de los datos más interesantes de esta temporada es lo fuerte que sigue siendo la presencia de Ben, aun cuando ya no esté en la serie. Mucho de lo que en estos episodios ocurre se explica a partir de sus acciones y cabe preguntarnos qué hubiera pasado si nunca hubiera ido a Ozarks.
Y si hablamos de las muertes de este episodio, me dio mucha pena la de Wyatt y no dejo de preguntarme qué será del pequeño Zeke, destinado a quedar huérfano una y otra vez.
La moral ambigua de los personajes es siempre otro elemento destacable: para empatizar con alguien, hay que elegir al más honesto de los deshonestos, pues nadie tiene su conciencia limpia aquí y ni hablar del juego de corrupción entre políticos, narcos y FBI.
Queda para el misterio esa escena inicial con el accidente de los Byrde, sobre el cual aún nada sabemos. Podría ser casi un detalle tragicómico que tras caer de pie hasta en las más difíciles, acaben su andadura con un hecho fortuito, pero no aventuremos demasiado y esperemos a ver qué nos trae la segunda tanda de episodios que, por lo que se sabe, ya están terminados (Jonah no seguirá creciendo) y podrían llegar a Netflix entre julio y agosto de este año.
De todos modos, cuando sea, les espero aquí nuevamente. Hasta pronto y sean felices…
