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Análisis de Pam & Tommy. Miniserie. Episodio 4

Cuarto episodio de Pam & Tommy en el que, finalmente, la filmación íntima casera cobra notoriedad pública. Recordemos que la miniserie, creada por Evan Rodberg y Seth Rogen, se basa en el escándalo sexual de mediados de los noventa que involucró a la pareja integrada por Pamela Anderson y Tommy Lee. Disponible en Star+, la plataforma adulta de Disney+.

Bienvenidos sean a un nuevo análisis de Pam & Tommy. En el anterior decíamos que el cuarto episodio sería nodal y así fue. Es aquí donde cobra conocimiento público el vídeo íntimo sustraído, casi sin querer, por Rand Gauthier. Como tal, esta entrega permite el lucimiento con mayúsculas de Lily James y Sebastian Stan, ya que Pam y Tommy son los directamente afectados por el escándalo virtual. Aunque también Rand y ya explicaremos por qué.

Pasemos ya a analizar esta cuarta entrega no sin antes recordarles que pueden echar ojo aquí a nuestro análisis de los tres episodios anteriores ni dejar de advertirles que SE VIENEN SPOILERS DE LA TRAMA.

Dos por Cincuenta

La primera gran novedad para la pareja, de la cual ya habíamos sido puestos al tanto en el episodio anterior, es que ella está esperando un niño, lo cual llena de emoción a ambos. Viendo su corazón latir en la ecografía, Tommy hace una analogía con la batería y menciona que lleva bien el ritmo en 4×4.

Pero la segunda noticia cambia por completo la paz conyugal: Tommy se da cuenta, por fin, de que le falta su caja fuerte. Realiza la debida denuncia policial y al dar inventario del contenido menciona armas, relojes, joyas, dinero, etc. Es Pam quien cae en la cuenta de que también estaba adentro el vídeo en Hi8 que habían hecho durante sus vacaciones.

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Cuando Tommy se lo menciona a los agentes de policía, estos se sorprenden de que considere tan importante una simple cinta: él se altera y les exige que den prioridad al asunto. Bajándole expectativas, ellos replican que la gran mayoría de ese tipo de robos quedan sin esclarecerse: toda la discusión es un gran momento actoral de Sebastian. Pam, en tanto, está aterrada de que el vídeo salga a luz, pero Tommy desdeña el asunto e intenta calmarla.

Sin embargo, el material ya ha ganado la calle y del modo más impensado, tanto que el propio Rand se sorprende de ver que están vendiéndolo en VHS a dos por cincuenta en la puerta de Tower Records. Obviamente, le han ganado de mano o bien robado la idea y ahora alguien se está quedando con más dinero que él. Intenta contactar a Milton Ingley (Nick Offerman), el productor de medio pelo que es su socio en todo el asunto, pero está muy entretenido con dos de sus “actrices”.

Peor aun es el modo en que se entera Pam, cuando en un alto del rodaje de Los Vigilantes de la Playa reconoce su propia voz pidiendo jocosamente a Tommy que la embarace y comprueba, con estupor, que el personal técnico está viendo el vídeo en el interior de un móvil de filmación.

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Si antes Sebastian tuvo su momento actoral con los policías, este es sin duda el de Lily, que da vida magistralmente a una Pamela humillada y ultrajada al punto de que luego, en conversación con Tommy, compara el asunto con una violación.

A pesar de estar molesto y sorprendido de que el vídeo haya tomado estado público, él se sigue mostrando más desdeñoso que ella y no se puede evitar asociar ello con los referentes reales ya que, por lo que se dice, de los dos fue Pam quien se mostró más molesta y preocupada al enterarse, por ejemplo, del estreno de esta serie: quizás, a fin de cuentas, se les parezcan más de lo pensado. Y así como en el primer episodio era imposible no empatizar con Rand, en este lo es no hacerlo con ella, que hasta va a terminar perdiendo el bebé en camino.

El Informe Pellicano

Disconforme con el poco compromiso de la policía, Tommy ha decidido ir por un investigador privado llamado Anthony Pellicano (Don Harvey), quien les informa que ese tipo de robo puede tener únicamente dos móviles: dinero o venganza. Antológico diálogo tiene lugar cuando le pregunta a Tommy quien podría odiarlo y este suelta una interminable lista que incluye a figuras del rock como Axl Rose, Richie Sambora o Gene Simmons e inclusive, para sorpresa de Pam, al actor John Stamos.

A la larga, el detective lo hace llegar a los carpinteros y allí es donde une cabos al enterarse que el tal Rand Gauthier estuvo trabajando para Tommy y fue despedido sin pagarle. No solo él se entera: también Pam, en otra sorpresa más que pone en evidencia lo poco que la pareja se conocía.

Pellicano no es hombre de sutilezas. Irrumpe en el domicilio de Rand, lo golpea y mientras le exige que le entregue el vídeo, revuelve y destroza todo, inclusive (ay!) una primera edición en vinilo de In the Court of the Crimson King (King Crimson), que está sonando en la bandeja giradiscos. Me dolió en el alma: solo por eso, espero que muera en algún momento…

De cualquier modo, no encuentra nada de lo que busca y no hay forma de dar con el origen de los VHS que se están distribuyendo, ya que las compras son hechas por internet y, al parecer, con una dirección de Canadá para protección legal.

Es muy bueno el diálogo en el cual Pamela pone al tanto a Tommy acerca de qué es una http o cómo funciona internet (“esa cosa que conectas al teléfono”, le dice) mientras él se muestra neófito y desactualizado: perfecta representación de su problema para adaptarse a los nuevos tiempos. Tommy, en todo sentido, se ha quedado en los ochenta.

Esta vez el investigador da con la pista de Milton Ingley y envía una pandilla de motociclistas a destrozarle sus estudios pero, una vez más, sin dar con el material. Rand, mientras tanto, ha ido en busca de Milton para hablarle personalmente y este se muestra molesto de que su nombre esté en danza, tanto que desconfía de que el propio Rand lo haya mencionado: la realidad es que no lo hizo.

Como forma de resarcimiento, le impone ir a “limpiar” los estudios para no dejar rastro de los vídeos y, en efecto, Rand lo hace pero cuando está a punto de salir con todo el material, ve llegar al investigador y se ve obligado a huir por una puerta de servicio.

Cuando intenta poner a Milton al tanto de que el material está a salvo, se encuentra con que este está partiendo hacia Amsterdam, lo cual, para decirlo sintéticamente, significa que está huyendo y dejándole todo el problema a cuestas.

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Rand, con el material comprometedor, acaba refugiándose en el departamento de Erica (Taylor Schilling), su ex esposa y actriz de cine para adultos.

Destruyendo Parabrisas

A todo esto, la relación de la pareja se está poniendo tensa y asistimos a otro interesante diálogo: Pam echa a Tommy en cara que su reputación no se verá afectada por el vídeo sino que, por el contrario, elevará su imagen de masculinidad: “hará que te veas genial”, le dice. Para ella, en cambio, solo significará ser vista como una zorra: un buen resumen de la diferente incidencia que un escándalo sexual puede acarrear según se trate de hombres o mujeres.

En una frase poco afortunada, él intenta apaciguarla diciéndole que, después de todo, nadie verá en esa filmación nada que no haya visto antes. Peor: la altera aún más, al punto de echarlo, aunque más no sea momentáneamente.

La pareja está en un mal momento y la pérdida del bebé complica aún más las cosas. Mientras los periodistas les danzan alrededor, Tommy casi se toma a golpes con ellos y Pam, totalmente desencajada, le destroza el parabrisas a un paparazzo (en singular se dice así) que los persigue en su auto.

Balance del Episodio

Tal como dijéramos al principio, llegamos a mitad de temporada y era obvio que lo haríamos ya con el vídeo sexual en la calle. Esta entrega se ha centrado en ello pero, por sobre todo, en las consecuencias que ha traído para nuestros tres personajes principales.

Los diálogos del episodio son muy interesantes y revelan mucho acerca de las distintas personalidades. Tommy no ve cómo un problema que esté circulando un vídeo en el que Pamela muestra sus pechos ya que, tal como lo ve, lo ha hecho muchas veces.

Pero el enfoque de ella es totalmente diferente: no es lo mismo hacerlo en público y por propia decisión que dejar expuesta la privacidad por decisión de otro y la cuestión de género también pesa. “No es por mi carrera – dice Pam -. Es porque soy mujer…”: los efectos del escándalo no serán iguales para ambos. De hecho, el vídeo es promocionado como “la cinta hardcore de Pamela”.

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Y los dilemas morales también han llegado a Rand, quien le recrimina al vendedor de la puerta de Tower Records que lo que está haciendo es antiético. Como siempre, la ética siempre dependerá del punto de vista y, evidentemente, Rand no se hace el mismo planteo con lo que ha hecho él.

Por otra parte, la difusión del material no le ha dado finalmente tanto dinero como esperaba sino apenas el suficiente para cumplir con la cuota alimentaria que tenía atrasada con su ex esposa: ello mientras Milton, obviamente, se ha llevado la parte mas sustanciosa. Pareciera que, por primera vez, comenzara a sopesar y dimensionar lo que ha hecho.

No hemos avanzado mucho más en el conocimiento de Tommy, aunque su largo listado de celebridades que podrían odiarlo dice mucho sobre él, al igual que su falta de distinción entre vida privada y vida pública. Pero sigue faltando el resto de su mundo fuera de su vida de excesos. En un momento anuncia la feliz noticia de su paternidad a una banda que, suponemos, debe ser Mötley Crue, posiblemente durante los años en que Vince Neil se alejara y su lugar en la voz líder fuera tomado por John Corabi, pero no hay nada que nos lo confirme.

El detective Pellicano, en tanto, se perfila como un personaje interesante en caso de que sigamos viéndolo en futuros episodios, mientras que, por otra parte, llama la atención la fugaz aparición de Seth Warshavsky (Fred Hechinger), un productor de pornografía por internet al cual no creo que nos hayan presentado porque sí.

En fin, la serie sigue bien y va construyendo sus personajes poco a poco y con excelentes actuaciones, además de acertar en los diálogos y planteos éticos. Ni qué hablar de la banda sonora con la cantidad de música de todas las épocas que incluye. Los dejo con King Crimson: un lujo. Hasta pronto y sean felices…

Apostilla

Vaya tristeza.  Al mismo momento en que yo escribía este artículo, Ian McDonald, multiinstrumentista de King Crimson que ejecuta con belleza y maestría tanto el mellotron como la flauta en esa canción que les dejé, nos dejó a los 75 años.  Vaya entonces este artículo y el tema dedicados a su memoria.  Gracias por todo; gracias por tanto…

Rodolfo Del Bene
Rodolfo Del Bene
Soy profesor de historia graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Entusiasta del cine, los cómics, la literatura, las series, la ciencia ficción y demás cosas que ayuden a mantener mi cerebro lo suficientemente alienado y trastornado.
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